Del otro lado de la puerta, los gruñidos y rasguños de garras y dientes contra el material que bloqueaba nuestras vidas de la, casi segura, muerte, se escuchaban sin detenerse. Llantos y canciones de dolor y hambre, de reclamo y posesión.
Tragué saliva.
Fue bueno no tener que seguir atormentándose por eso, finalmente, después de tanto, pudimos tener un soplo de tranquilidad momentánea, inhalar y exhalar aire sin mezclas extrañas combinadas en él, calmándonos un poco, lo suficiente para no parecer un grupo de colegialas asustadizas que decían ver un fantasma en el baño.
— Si vuelves a equivocarte te patearé el trasero. — Shinoby amenazó, siendo usada de nuevo como soporte para el equipo de Conann, quien se apresuró a sentir repetidamente.— ¿Ahora hacia dónde mocoso?
Conann negó, sus manos se deslizaban con temblores nerviosos sobre las teclas y la pantalla, siendo algo torpes al teclear los puntos correctos.
Nos rodeó un silencio, calmo y fantasmal, alterado a lo lejos gracias a aquellos sonidos de monstruos, peleando por la misma presa, el mismo objetivo.
— ¿Cuánto tiempo puede durar un Ibris sin comer? — pregunté, recordando la carne y los restos en los tanques de suspensión dentro del laboratorio.
— Medio año, uno máximo. — Ramiro observó con desánimo el listón enredado entre su cabello, y no rechazó la ayuda que Imoan le ofreció para destrenzarlo. — Depende de su categoría, los Zero llegan a aguantar hasta cuatro meses, pero son las presas más fáciles, las ovejas de sacrificio. La digestión de los Gamma se extiende cerca de siete meses, de ahí no se controlan, los Infernum pueden durar el año entero sin problemas, poco más, poco menos, varía de su subgénero también.
Miré a Valentine, cuyos ojos se centraban con recelo en las manos de Imoan y el cabello enmarañado del joven.
— ¿Hay subgéneros?
— Los ibris son una mezcla extraña de humanos y animales. — respondió tranquila, todavía sin dejar de atender el contacto entre su compañera y Ramiro. — Dentro de su ADN predomina el de los camaleones, por ello el cambio de apariencia, los reptiles y los lobos; y, del mismo modo que estos últimos, por cada categoría, Zero, Gamma e Infernum, existen los omegas, betas y alfas. Entiendes el resto me imagino.
— ¿Y Varlerine es?
— Omega. — Linna sonrió de medio lado. — Está en la cúspide de las categorías, y en el fondo de los subgéneros. Patético. ¿No lo crees?
— ¿Y los otros dos...?
— Alfa. — Valentine gruñó sin esconder su desagrado, sacándole a los hermanos sonrisas placenteras de diversión y burla. — Son unos malditos alfa.
— ¿Eso no la pone en desventaja?
— Quizá lo dices porque solo la conoces a través de las palabras. — Valentine sonrió, una sonrisa amplia, enorme, llena de orgullo y también maldad. — Pero sin ayuda sometió a dos alfas superiores a ella en capacidades física y edad. Varlerine no es cualquier omega, es la omega, y una vez que estés delante de ella vas a reverenciarla como a un alfa.
— Patrañas. — Shinoby hizo mueca tras mueca, regando bilis y odio. Mucho odio. — Es caprichosa, orgullosa, demasiado arrogante, y tiene el más jodido sentido negro del humor que hayas visto. Además de ser una sinvergüenza, rebelde y testaruda.
—Y, estás celosa porque es pareja de tu hermana. — terminó Prada.
— No la merece. —Shinoby retuvo en Valentine, recibiendo una ceja levantada por parte de esta. Le mostró los dientes y apartó la mirada. — Nadie merece a Imoan, ni Varlerine, ni Valentine, ni nadie más.
ESTÁS LEYENDO
Ibris
AksiNessa Miller lleva una vida normal, rodeada de gente amable, mientras pasa sus días en una de las áreas verdes, que forman parte de la estrategia internacional, la cual, ayudó a prevenir el desbalance completo y la extinción humana por el calentamie...