Pasó una semana, la rutina normal se volvió monótona y aburrida de repente, los días me parecían todos iguales.
Tan similares.
Tan aburridos.
Hasta la noche del octavo día.
No hacía más que mirar las estrellas en el techo, buscando la forma de dormir o pensar en alguna otra cosa que no fuera Imoan. La nota que apareció, atada de la pata de una paloma mensajera, no ayudó en nada a mis planes.
¿Quedarme en casa y dormir?
No.
Pasó a ser salir de casa y buscarlas a ellas.
Con un tenis sin agujetas y una bota estilo militar, salí despacio de casa, sin hacer ruido para no despertar a mis padres, que dormían en la habitación de enfrente. Bajar las escaleras fue lo más difícil, la madera crujía por cada paso que daba, y tuve que contener la respiración, asegurándome de que los ruidos que escuchaba eran imaginarios y no reales.
Alcancé la entrada, y después llegué a los límites del área verde, que colindaban con los parques, ahora principales, de New York.
Dos figuras me esperaban de pie, una negro anochecer, y la otra blanco corrupto.
—Nessa. —Imoan dejó los brazos de Valentine, y se aproximó a mí. La luz de la ciudad nos alcanzaba a través de los árboles, permitiéndome distinguir los pequeños bultos debajo de los párpados de Imoan. Si había dormido, no llegó a ser suficiente, si lloró, fue demasiado.
—¿Se van de nuevo? —pregunté, ahogándome con las palabras y los jadeos por la falta de aire.
Imoan asintió, despacio, con calma, como si estuviera dispuesta a darme tiempo para asimilar la noticia.
—Escuchamos que ella está en Asia —Valentine alcanzó a Imoan, la cubrió con una chaqueta varias tallas más grande. —, no podemos perder la oportunidad Nessa. ¿Lo entiendes?
No le respondí eso, no podía hacerlo.
—¿Volverán? —dije en su lugar.
—Nada es seguro. —Imoan cerró el abrigo sobre ella, impregnándose del olor a montañas y ríos, impregnándose de Valentine. —La encontraremos primero.
—¿Tan importante es para ti? Tu amiga, ella... Es afortunada de tenerte.
Imoan sonrió, no denotaba felicidad, sino todo lo contrario, una mezcla salada de tristeza y desesperanza.
La llama viva en sus ojos titiló. El viento que soplaba jugó a apagarla, no lo consiguió, el fulgor disminuyó pero no llegó a extinguirse.
No.
Todavía no.
Aún guardaba esperanza.
—Entiendo. —La abracé, temiendo estar loca por mi osadía de atreverme a rodearla con mis brazos, estando Valentine a un lado. —Cuídense en el camino.
—Lo mismo digo. —Imoan se alejó, y extendió una de sus manos en mi dirección. —Nessa Miller, resultó una sorpresa y un placer conocerte, encontrarte. Nos despedimos ahora, volveremos a encontrarnos más tarde, hasta entonces, mantente con vida.
—Y Nessa, —Valentine sostuvo la mano contraria de Imoan. —Quédate lejos de las sombras, la oscuridad nada más es el hogar de los monstruos, gente buena como tú pertenece a otros sitios.
—¿Qué quieres decir?
Se encogió de hombros.
—Hay cosas que si no entiendes a la primera, no vale la pena explicar.
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Ibris
ActionNessa Miller lleva una vida normal, rodeada de gente amable, mientras pasa sus días en una de las áreas verdes, que forman parte de la estrategia internacional, la cual, ayudó a prevenir el desbalance completo y la extinción humana por el calentamie...