enfermero baymax

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(...)

— Miguel, no sé si pueda seguir dándote asilo— el menor atino a verla con ojos desorbitados, sintiendo como poco a poco se llenaban de lágrimas— no llores cariño— la mujer no estaba mejor, su voz se empezó a romper. Tadashi se dio cuenta de eso y sin dudarlo se acerco a ellos— no te preocupes, te ayudaré a encontrar un lugar donde te puedas quedar, porfavor perdoname... Pero Hiro no puede estar cerca de ti

— es mi culpa que el este aquí?

— no, no el tiene una condición complicada.. lo siento mucho.— la mujer abrazo al menor con cariño.

— no será necesario que se vaya, tía no podemos correrlo así

— Tadashi, no podemos hacer nada

— podemos usar a baymax para mantener vigilado a Hiro, además estará bajo el control de medicina recomendó por el doctor, mira está caritas no podemos dejarlo solo así

— mm oh no lo hagan chicos..

— porfavor?— dijeron ambos en unísono.

— ah p-pero donde se quedará?..— dijo mirando a Tadashi con mirada preocupada

— puede quedarse en la sala o ahí mismo en la habitación

— eso es muy peligroso

— baymax estará con ellos en todo momento

Cass quedó pensativa, su rostro se veía inseguro, pero también se mostró más accesible. Su mirada se dirigió al menor

— Miguel... Me prometes que, tomarás distancia de el, y que en cualquier caso tendrás tus Inhibridores en todo momento

— lo prometo..

....

Marco salió de hospital, casi como si el piso le quemara, en su pecho sentía un sentimiento irritante, se sentía apenado, culpable, débil..

Desde cuándo el se sentía así?

Pero los ojos de aquella mujer, que a pesar de lo que hizo, le agradeció...
Cómo podría evitar aquellos sentimientos que le carcome el corazón?

Se detuvo un momento, sin miar nada o a nadie.
No recordaba la última vez que se sintió frágil y aquello lo hacía sentir incómodo pero.. por que? Lo que está haciendo tiene sentido?.. por qué lo hace?

Cuántas personas estarán en sus zapatos?
De un momento a otro sintió como sus ojos se nublaban, los serró y apretó su mandíbula y puños con enojo. Se seco aquellas pequeñas lágrimas con fuerza.
Caminó como siempre, demostrando su seguridad con cada paso y una mirada afilada con la que no cualquiera se materia, y de echo así era, muchas personas que se cruzaban en su camino simplemente se hacían a un lado.

Su camino era fijo, sin embargo todos aquellos pensamientos lo nublaban, hasta que

— ah, fíjate por dónde vas

— el que se debería fijar eres tú enano

— a quien le dices enano!!— le grito retador, sin saber quién era— oh no...

el niño del cafeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora