la última carta de un alma rota

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(...)


Las tardes en el café siempre suelen ser tranquilas, no hay casi gente, a excepción de uno que otro estudiante que van a comer un poco después de clases, por eso eran las favoritas de Cass incluso habían días en las que no hay nadie y puede comer tanta tranquilidad, adoraba los días así, y justo en este momento se acababa de ir el último cliente y el café ahora está solo, hiro posiblemente trabajando en su proyecto, con baymax desactivado, si perfecto para disfrutar de un delicioso té después de días sin sin descanso.

Se sirvió un poco de té y se sentó a disfrutar un poco de su soledad.

Pero justo aquel relajante momento se vio interrumpido por el repentino sonido de la campanita de la entrada.

— buenas tardes!— grito una voz que resultaba familiar

— oh hola marco como esas?, bienvenido, hace tiempo que no nos vemos, quieres una taza de té o café, la casa invita— dijo la castaña guiñando le un ojo cómplice

Marco no sabía cómo reaccionar, le pareció tan extraña aquella calida bienvenida, era como si lo conociera de toda la vida, como si hubiera olvidado que el golpeó a su sobrino.

Inmediatamente sintió como se hundió su pecho

— o-oh muy amable señora, p-pero no gracias, eh.. de echo llevo algo de prisa, solo vine a dejar unas cosas que le mandaron a mi primo desde México

— oh.. Miguel no está, pero si quieres pasa, creo que ya sabes donde está la habitación no?

— si, si lo recuerdo bastante bien

— excelente, por cierto hiro está ahí, si el no e amable contigo solo dime— dijo regalándole una sonrisa amable, el solo pudo atinar a asentir con un sonrisa nerviosa para después subir las escaleras rápidamente.

Su mirada estaba fija en el suelo, que es lo que está haciendo?

Poco a poco sentí como sus piernas casi se derriten, como si supieran que el no quiere hacer eso. Se detuvo recargando se en la pared, sintiendo como temblaba. Estaba seguro de que se caería en cualquier momento si que se le ocurría soltarse, pero se obligó a seguir caminando aún recargado en la pared, hasta que llegó a un pequeño mueble que adornaba el pasillo donde no pudo evitar mirarse en un espejo.

— no seas ridículo Marco.. tu eres un alfa!— se grito a si mismo a regañadientes, con su respiración casi entre cortada y los ojos cristalinos.

Y así tragándose todo su dolor pudo llegar a la puerta, donde una vez más tomo aire intentando sostener su papel.

Tocó (toc, toc)

Ni siquiera se espero a o tener respuesta.

— buenas tardes chinito— dijo entrando como si nada, pero, la habitación estaba vacia..— chinito?.. que raro..

Camino lentamente a la cama sacando de su mochila una pequeña carta, la miro unos segundo, está vez no pudo evitar soltar una pequeña lágrima, que había tratado de retener lo más que pudo, tiro aquella carta con enojo sobre la cama, se limpio el rostro, y aún estando solo trato de resistirse a llorar, rebusco entre los cajones sacando la mayoría de ropa de Miguel que pudo, y salió de nuevo, con la frente en alto.

el niño del cafeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora