el rapto de la orquesta

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(...)

Llegaron a la casa Hamada tan rápido como freno, la chica quiso adelantarse y bajar de su bicicleta pero el menor no la dejo, se aferró con un poco de fuerza a ella, la nipona un poco apenada solo atino a acariciar el cabello del moreno

- estás bien?- Miguel asintió- quieres entrar?- el chico negó con la cabeza aún hundida en el torso de la chica- quieres hablar?- se negó igual - bien, entonces escucha, no soy la más indicada para decir esto, pero todo estará bien- de pronto escucho un pequeño quejido

- ya no lo soporto, desde que llegué aquí solo me han pasado cosas malas, yo.. extraño mucho a mi familia, me quiero ir- dijo con una voz tan rota que la chica no dudo en abrazarlo

- perdón Miguel, me duele no poder ayudarte y se que no me tienes confianza, pero allá adentro está alguien a quien si le se la tienes, por qué no entras y hablas un poco con el?

- no puedo ni siquiera tocarlo.. no sé cómo.. podría hablarlo con el...

- no te preocupes, nada va a pasar, solo intenta lo habla con el, está bien querer huir de algo que nos lastima, pero no podemos dejar atrás a todos los que se preocupan por nosotros, primero intenta relajarte si?— El menor asintió aún con los ojos llenos de lágrimas, poco a poco su abrazo se deshizo, Miguel bajo de la bicicleta dejando que la chica finalmente para regresara a la universidad.
Tan solo se despidieron a la distancia.
Hikari no pudo evitar sentirse culpable de solo dejarlo así, pero no es tan fácil, no se conocen lo necesario, ella no debería meterse en sus asuntos además con todo lo que tiene que hacer en la universidad era algo casi imposible, aunque por otro lado Miguel solo es un niño. Su mirada cambio, su rostro se miraba afligido. Si ella no puede caminar, quizá si no fuera por todo lo que tenía que hacer hoy capaz y se quedaba a consolarlo e invitarle algunos dulces para que se sintiera mejor, pero eso sera en otra ocasión, igual ella no es a quien realmente necesita...

...

Por otro lado, Miguel entro lo más discreto posible, no era tanto problema pues tía cass estaba ocupada en el luky cat café. Había entrado por la puerta de atrás tan escurrido para luego encerrarse en el baño. Se quedó parado recargado en la puerta, se sentía entumecido y cansado por el esfuerzo que hizo para poder estar ahí sin que nadie se diera cuenta, como pudo camino hacia el lavado y miro su reflejo en el espejo, su rostro era tan lamentable, sus ojos hinchados y rojos, su labio fruncidos y su pecho hundido en la impotencia, sentía tanta desesperación que era casi imposible resistir, fue inevitable volver a llorar en ese momento. Tan solo pudo sentarse en el suelo tratando de soportar, tenía que hacerlo, por su familia, por los que se preocupan por el y por su sueño. Su sueño...

Ahora que lo pensaba, que tan buena idea fue venir aquí para cumplir su sueño.
Estudiar con tantas personas talentosas, siendo guiadas por los mejores profesores, realmente valía la pena?

Sus lagrimas inundaron no dejaron de caer hasta que su rostro hasta que su desesperación se fue desvaneciendo hasta que después de unos minutos finalmente pudo relajarse. Al menos su respiración era más tranquila, se levantó de su lugar caminando hasta la bañera, abrió las llaves llenando la bañera con agua tibia.
Su pie tocó el agua y un ligero suspiro escapó de sus labios, era relajante, estaba hartó de pensar, solo quería un momento de tranquilidad.
Entro a la bañera, dejando que el agua tibia cubriera todo su cuerpo hasta los oídos, se sentía bien, era como si los sonidos se escucharán suaves, como si no los entendiera, pero sabía lo que eran, sería tan agradable si así fuera todo el tiempo, tomo un poco de aire y se dejó hundir por completo, abrió los ojos, todo era borroso, por qué sus ojos y oídos no eran así?

Si tan solo pudiera escoger los momentos en los que su vista y sus oídos fueran asi, las cosas serían tan sencillas...

Después de un rato finalmente terminó su baño, se cubrió con una toalla y espero dentro del baño hasta secarse un poco y volverse a vestir.
Al salir del baño se quedo paró frente a la puerta, se escuchaba la voz del mayor discutiendo a regaña dientes con baymax. Lentamente abrió la puerta, tratando de entrar lo más discreto y tranquilo que pudo, pero al mirar al mayor siento como sus piernas se derritieron y como un último intento se tiró sobre la cama, llamando la atención de ambos.

el niño del cafeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora