Capítulo 2

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Asher

En cuanto la mire a los ojos lo supe, supe que era ella, esos ojos color miel eran inigualables.

--Leila...-- Dije. Abrió los ojos en sorpresa y vi como la mascarilla que llevaba de estiraba un poco, también había abierto la boca. No me lo podía creer, era ella, la chica del pasillo, tenían la misma altura y el mismo pelo marrón claro que le llegaba un poco debajo de los hombros.

Aun no me creía que la chica del pasillo era la superheroina de la ciudad, la increíble Mera. La había admirado desde que apareció hace tres años, siempre llevaba la mascarilla de tela negra, supuse que para mantener su identidad en secreto.

--¿Co-Como?--Balbuceo mientras se quitaba la mascarilla. Ahí confirme que sí que era Leila, aunque yo ya estaba seguro de que era ella. Estaba sorprendida y lo entendía, llevaba tres años de superheroina y nunca nadie había descubierto su identidad, o eso creía porque el tal Dadan ese de antes tenía pinta de conocerla, tanto a Mera como a Leila.

--Tu-tus ojos--Balbuce. Joder, guapa era poco para definirla, era hermosa. Ahora que no llevaba la mascarilla pude admirar las pocas pecas que había desde su nariz hasta sus mejillas. Me miro como pidiéndome que continuara, como si quisiera que le diera una explicación y eso es justo lo que hice--Antes cuando nos tropezamos en el instituto me fije en tus ojos y cuando te he visto me he dado cuenta que eran los mismos que antes y supe que eras tú--

Estaba pensando que hacer conmigo, lo veía en su cara, empezó a andar de un lado para otro delante mía, pensando, hasta que hablo parándose delante de mí.

--Vale, tengo dos opciones, o matarte--debió verme cara de espanto porque siguió casi al instante--o podrías unirte a mí, no me vendría mal algo de ayuda. Esto de ser superheroina no es fácil y a veces pienso en cómo sería tener a alguien ayudándome, ¿Qué dices? ¿Aceptas el riesgo de ayudarme?--

--Si--Respondí al instante. Me di cuenta de que lo dije demasiado rápido asique seguí hablando--Cla-claro, me encantaría ayudarte, es-es decir, eso de ser superheroina no debe de ser fácil, como has dicho, así que, si, te ayudare--
Sonrió. Dios era aún más guapa cuando sonreía. Me fije en que llevaba un collar de cuarzo verde claro, que colgaba de una cuerda negra.
--Vale, pero antes tendrás que saber toda la historia, pero primero dame la mano--
--¿Qué?--Fue lo único que dije. ¿Que tenía que ver que le diera la mano ahora? No lo entiendo.
--Tú dame la mano--Y claro, no pensaba contradecirla, al fin y al cabo era una súper heroína y después de ver como acababa la gente que se resistía a ella decidí dejarme de rodeos y le di la mano.
De repente me sentí como si hubiera saltado, mire a mi alrededor y ya no estábamos en ese callejón, si no en lo que parecía la sala de estar de una casa. Tenía dos sofás largos, uno delante nuestro y el otro al lado, entre este se encontraba un sillón y había otro al otro lado del sofá que teníamos enfrente.
Había una mesita de café en medio de la sala y detrás nuestra había una televisión colocada encima de una especie de cómoda. A nuestra derecha había un pasillo y al otro lado de este una cocina. La cocina no era grande pero tampoco era pequeña y había una mesa en medio con sillas que era para nada menos que para unas nueve personas.
Vi como ella se tambaleaba y la sujeté
--¿Estás bien?--La pregunte preocupado.
--Sí, es solo que los teletransportes me consumen mucha energía. Siéntate, ahora vuelvo--Hice lo que me dijo y la vi desaparecer por unas escaleras que había al final del pasillo.
Un par de minutos después volvió con un botiquín, supuse que para curarse la herida que tenía en el brazo.
--Es hora de que te cuente todo,...--

El chico de ojos verdes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora