Capítulo 21

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Leila

No sé cuánto tiempo llevaba encerrada pero sabía que era mucho.

Actualmente tenía un pumulo hinchado, probablemente amoratado y con herdida. Seguía teniendo sangre seca bajo la nariz después de que sangrara un par de veces más. Tenía un par de costillas rotas. Moratones en piernas, brazos, espalda y abdomen. También tenía raspones, heridas y cortes por todos lados. Y seguramente tendría moratones con forma de dedos en el cuello.

Estaba tirada en el suelo, no podía levantarme, me dolía todo. Lo más probable es que me quedarán un par de días de vida, ya que al no curar las costillas rotas, podían llegar a perforarme un pulmón en un par de días. A si que no me quedaba mucho. No iba a salir de aquí por mi cuenta, eso seguro. Pero tampoco había nadie que me ayudara.

Me quedaría tirada en el suelo el poco tiempo que me quedaba. Esperando el momento. Apenas podía sentarme, no iba a poder escapar ni aunque lo intentara.

Empezé a pensar en Asher, y también en los demás, pero sobretodo en Asher. Ojalá estuviera aquí, conmigo. Lo más probable esque me animará a seguir adelante, pero no creia que pudiera.

Aunque...

Dadan ya había matado a Asher y si no hacía nada, también me acabaría matando. Y se saldría con la suya, eso no lo podía permitir. Tenía que acabar con Dadan aunque fuera lo último que hiciese, tenía que vengar a Asher, a los anómalos que había matado, a mi padre, a todas las vidas con las que había acabado. Era mi tío, pero también era un monstruo. No podía permitir que siguiera suelto por ahí matando al primero que se le cruzara por su camino.

Iba a hacerlo.

Con la poca luz que se colaba por debajo de la puerta, vi debajo de la cama un cacho de somier que estaba medio roto. Era igual de largo que un cuchillo, si lo lograba sacar podría utilizarlo para matar a Dadan. Metí una mano bajo la cama y empezé a quitarlo.

Tarde un rato pero cuando estaba a punto de sacarlo, se escuchó un gran estruendo vieniendo del piso de arriba. Segundos después se escucharon pasos apresurados viniendo hacia donde estaba. Saque rápido el trozo de metal y me lo guarde en la cinturilla del pantalón, en la parte de atrás y me senté en el suelo.

La puerta se abrió de golpe y apareció un Dadan enfurecido.

--¡¿Que coño has hecho?!-- Me gritó. ¿De que hablaba? Se acercó a mi poco a poco, estaba muy enfadado. Tenía que matarlo antes de que él me matará a mi.

--No se de que me hablas-- Dije confundida.

--¡Te voy a matar, puta mocosa! ¡¿Como coño has hecho eso?!--

--¿El que? Yo no he hecho nada.--

--¡No me mientas! ¡Se que has sido tú!-- Se acercó a mi de una zancada y me agarró la camiseta con ambas manos, levantándome del suelo. Después me lanzo bruscamente hacia el otro lado de la habitación. Choqué contra la pared y después caí al suelo. Dadan vino hacia mi. --Eres una puta mocosa, debí de matarte cuando mate a tu padre. Lo único que haces es complicarme la puta vida. Ahora entiendo porque te abandono tu madre, eres una inutil que solo causa problemas-- Se estaba pasando, tenía que matarle ya. Intenté fingir que sus palabras no me dolieron, pero en verdad si me afectaron.

No sé cómo pero conseguí ponerme en pie. Aunque no dure mucho, ya que me asestó un puñetazo en la cara que mandó de vuelta al suelo.

Me dolía el labio, lo toque y tenía sangre, me había partido el labio. Me costó pero volví a ponerme de pies, me lanzo otro puñetazo pero se lo esquive. No sé qué le había enfadado tanto pero debería de ser grave. Aunque no sé qué tenía que ver yo con todo este asunto.

El chico de ojos verdes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora