Capítulo XVII

37 5 1
                                    

En cuanto el despertador sonó, Oliver saltó de la cama, se colocó la mascarilla y se vistió lo primero que agarró del armario. Una vez listo, husmeó con ansiedad a través de una rendija de la puerta, buscando la presencia de aquella mujer. Avanzó con pasos de pluma por el pasillo, se asomó en la cocina, y al llegar al final del comedor, escuchó el sonido inconfundible del chorro de la ducha, lo que le dio la oportunidad de oro que deseaba.

De inmediato se puso el abrigo, enfundó los pies en el calzado y abandonó el domicilio con cuidado de no hacer ruido al cerrar la puerta. Se marchó siendo consciente de que su tía más tarde le cuestionaría.

***

—¡Buenos días, Oliver!

En cuanto la vio, corrió hasta ella y la abrazó con fuerza, haciendo que Abby mostrara sorpresa en su rostro. Era la primera vez que la abrazaba sin que antes ella lo hiciera, por lo que, de inmediato, la preocupación se apropió de ella.

—Oliver... —le dio un golpecito en la espalda, tratando de ubicar su mirada —¿Ha ocurrido algo?

—Abby... —murmuró en un ruego, incapaz de agregar algo más —Abby...

—Tranquilo, yo estoy aquí contigo.

Oliver cerró los ojos, dejándose acalmar por su abrazo. Aquella acción y aquellas palabras, eran todo lo que necesitaba.

Después de un rato, Abby logró convencerle a que caminara junto a ella hasta el interior del vehículo. Oliver se aferró a ella como si de ello dependiera su vida, mientras era víctima de un temblor que no lograba controlar.

—Oliver, no quiero molestarte con mis preguntas, mucho menos busco herirte, pero me has dejado extremamente preocupada —así dijo Abby en cuanto ocupó su asiento, mientras envolvía las rodillas con fuerza, sintiendo que la preocupación se intensificaba —Necesito saberlo, ¿hay alguien que te esté molestando en tu casa?

Pese el daño que le había causado, su tía había decidido acogerlo cuando nadie más quiso hacerlo, así que no tenía derecho a hablar mal sobre ella.

—¿Ahora ya vas a cuidar de tu hijo?

Oliver recordaba perfectamente aquella conversación que su tía tuvo con su padre por teléfono. Pudo escuchar su respuesta porque la llamada estaba en manos libres.

—No voy a encargarme de él, porque no quiero echar a perder mi matrimonio por su culpa —lo rechazó como si le repugnara la sola idea.

A Oliver le seguía doliendo su respuesta. Le quemaba el alma saber que su propio padre lo detestaba, pero había aprendido a convivir con ello.

—¿Y qué es lo que quieres? ¿Que termine en una institución? ¿Le has visto ya la cara? ¡Nadie en su sano juicio se apiadará de él! —le gritó su tía, mientras miraba a su sobrino con desprecio.

—Eso pregúntaselo a la loca de su madre. Ella fue la que lo convirtió en esa cosa.

—¡No te atrevas a hablar de mi hermana así! ¡Tú eres el culpable de que!... ¡Oye, maldito!

La mujer arrojó el teléfono al celular, más furiosa que nunca y miró una vez más a la criatura inmunda, sabiendo que no tenía otra opción que criarlo, porque aunque lo detestaba de todo corazón, seguía siendo su sobrino, y si lo entregaba, no podría vivir con el remordimiento.

***

—Oliver —los brazos de Abby lo estrecharon con fuerza—escucha, nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho de hacerte sentir mal, ¿o acaso crees que las personas que me hicieron daño estaban en lo cierto? ¿Crees que yo merezco ser insultada o maltratada por el solo hecho de ser negra?

Por favor, mátame o ayúdame [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora