Abby no había pasado bien la noche. La revelación de Sara, la hermana de Oliver, le había dejado con insomnio. Ahora comprendía la razón de porqué Oliver se ponía tan mal ante la sola mención de la palabra madre. Cualquiera se pondría así después de haber vívido semejante infierno, y más siendo apenas un niño. Saber lo que le había sucedido le había dejado bastante angustiada, y ahora aceptaba que ella no era suficiente para ayudarle. Sin duda necesitaba de la ayuda de un profesional.
Así que, nada más empezar la mañana, buscó el número de un psicólogo —más bien de un psiquiatra, ya que los psicólogos no tenían el poder para justificar las ausencia de Oliver en el instituto —de Andorra y llamó. En cuanto le contestaron, pidió cita, alegando que era urgente. La secretaria que le atendió le pasó con la psiquiatra para que le expusiera las razones de dicha urgencia. A decir verdad, Abby no sabía si tenía el derecho de comentarle a un desconocido acerca del intento de suicidio de Oliver, y de hecho, no debía hacerlo ya que eso alertaría a la protección de menores, así que solo le comentó que Oliver estaba faltando a clases y por ello no podía esperar.
La psiquiatra Marina le marcó cita para aquella misma tarde. A las seis y media, lo que Abby agradeció de todo corazón, pero en cuanto colgó, sintió una oleada de nervios. Temía que Oliver se fuera a poner mal cuando le dijera que tenía que ir a hablar con una desconocida, aunque dudaba que fuera a hablar en realidad, y mucho menos acerca de sus traumas de infancia. Ni siquiera se los había dicho a ella.
En todo el trayecto en coche, Abby se sentía tan mareada como si estuviera ebria, y esa sensación parecía crecer a medida que se acercaba a la residencia de Oliver.
Él estaba sentado en el último escalón de las escaleras que le dirigían a su edificio, y en cuanto la vio, se alzó y caminó hasta el vehículo.
—Buenos días —en cuanto entró le dio un abrazo apretado.
En todo el camino hasta allí había estado pensando en la mejor manera de decirle, pero aunque existían miles de formas de hacérselo saber, era consciente de que a Oliver no le iba a gustar en lo absoluto.
Oliver disfrutó poco tiempo del abrazo, ya que Abby se alejó de inmediato y le miró con una sonrisa que dejó entrever que ocultaba una mala noticia.
—Oliver, te marqué una cita para hoy con una psicóloga —le soltó sin ánimos de guardarse esa información por más tiempo.
El horror que surgió en sus ojos verdes le demostró que no se había equivocado. Aquella noticia a Oliver le había sentado como un balde de agua fría, pero de todos modos, asintió, porque sabía que no tenía otra opción. No podía seguir faltando a clases sin un justificante firmado por un psicólogo.
—No te preocupes, tu psicóloga, Marina, es una mujer bastante agradable. Bueno, no la conozco en persona, pero por teléfono ha sido muy amable —trató de animarlo, a lo que él volvió a asentir sin ninguna pizca de ánimo.
En ese momento, Abby no pudo evitar mirar la mascarilla y preguntarse qué tan horrible era la quemadura. Por la noche había buscado fotos de personas con el rostro quemado y le disgustó bastante imaginarse aquel daño en su rostro. No estaba segura de que pudiera soportar ser juzgada constantemente con la mirada por tener una quemadura así.
—Pero solo será a las seis y media, así que tendremos mucho tiempo para divertirnos —le dio una palmadita en el hombro izquierdo, buscando cualquier otra mirada que no fuera la de la depresión, pero no lo consiguió.
Así que comenzó a conducir en compañía de la agradable voz de la cantante que provenía de los altavoces del vehículo. Oliver estaba apoyado en el respaldo del asiento, mirando el exterior a través de su ventana. No era la primera vez que estaba tan quieto y tan callado, pero en aquella ocasión, a Abby le puso muy nerviosa que estuviera así. A veces, tenía la sensación de que Oliver tenía la intención de abrir la puerta y lanzarse a la carretera, pero lo único que hacía era abrir y cerrar los dedos.
ESTÁS LEYENDO
Por favor, mátame o ayúdame [Completa]
RomanceOliver es un joven que tiene una quemadura en su rostro y que sufre de bullying por parte de tres de sus compañeros. Sin embargo, aunque la quemadura les sirve para insultarle, esa no es realmente la causa por la que lo atormentan, al menos no por p...