Me abalancé sobre ella, sin dudarlo.
No permitiría que le ocurriese nada malo. Sin ella, la misión estaba perdida. La toqué, la rocé, mi cuerpo se amoldó de una manera impresionante, atraído por el deseo de proteger a una pieza clave en este partido de ajedrez.
Después de varias vueltas, caí sobre su anatomía.
Pero, ¿cómo podía mantener control sobre sus sentidos en una situación así?
No tembló, no gritó, su agarre a mi espalda era fuerte como una roca, firme y sin titubeos. Era como si estuviese acostumbrada al sonido de las balas, como si poseyera entrenamiento físico mental para mantener el temple.
Los disparos cesaron, y su mirada gris impactó en mi sistema ocular. Sus cejas pobladas se mantenían contraídas, analizando cada una mis facciones.
¿Su rostro era real?
Jamás había visto nada semejante. La perfección existía y su apellido era di Rossi.
Sus labios rojos e hidratados habitaban a centímetros de los míos. Por un momento, sentí la necesidad de alejarlos. Su poder embriagaba al más cuerdo de los hombres.
Los gritos de las personas cerca del emporio se agudizaron. Sentí pasos firmes corriendo hacia nosotros, con la urgencia requerida en estos casos.
—¡Aléjate de ella! —vociferaron.
Lo próximo que aprecié, fueron dos armas apuntando a mi cabeza. Alessia permanecía bajo mis músculos, sin moverse.
Uno de ellos, me apartó con fuerza y me estancó contra el suelo, empleando una técnica de inmovilización simulando a una llave de lucha. Me tomó desprevenido, con agilidad y determinación.
El otro se dirigió a Alessia, ayudándola a levantarla. Lo reconocí por lo informes que envió Smith. Era Bastian Stoica, ex militar originario de Rumanía. La sombra de di Rossi.
—Señora, ¿está bien? —pronunció preocupado.
Ella asintió sin palabra alguna, con su vista clavada en mí. Acomodó su cabello mientras controló su respiración, esa había sido la única señal de debilidad demostrada. Su porte era frío, elegante y seductor.
—¿Qué hacemos con él? —preguntó el rubio que me sostenía.
En esta posición era imposible contraatacar. Mis mejillas besaban el asfalto tibio, mi columna vertebral estaba reducida, era una posición incómoda.
Aun así, mi atención permanecía en la mujer más poderosa de Grecia.
—Lo llevaremos a interrogarlo —sentenció Bastian.
—Albanés, suéltalo. —Por primera vez oí su voz delicada, pero intimidante—. Él me ayudó.
El rubio, el cual deduje que era de Albania, me liberó sin emitir un solo sonido.
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Emporio di Rossi
ActieEl agente Roy Donovan es solicitado por la Central de Inteligencia en Washington. La misión es desmantelar Black Diamond, una organización criminal involucrada con el tráfico de diamantes de sangre. Alessia di Rossi dispone la fortuna más poderosa d...