Jacek Dervishi…
Recuerdo la primera vez que me dijo su nombre. El albanés murió bajo mis manos, con solo apretar el gatillo le arrebaté su vida. No era la primera vez que lo hacía, existía una ley imposible de evadir, los muertos nunca se olvidaban.
Alessia di Rossi era la responsable de todo, algo estaba mal con ella. Sus ojos simulaban inocencia y pureza. Una mirada impredecible que parecía aclamar auxilio, unos deseos fervientes de ser liberada de algún mal. Por otro lado, el sadismo en sus acciones era despreciable. Siempre parecía estar un paso por delante de mí, y eso me hacía querer neutralizarla más rápido de lo previsto.
—¿Por qué me miras así, Donovan?
Ella estaba frente a mí, ocupando un asiento de su jet. Una hora había transcurrido en este vuelo, el cual, me habían negado conocer cuál sería el destino.
—¿A dónde vamos?
—Es la quinta vez que preguntas eso.
—Y es la quinta vez que no me respondes.
—¿Por qué tanta insistencia, Donovan? ¿Acaso necesitas la información para algo en específico?
El código RD2133…
Si en dos horas no daba señales de vida, el plan se activaría. No podía permitirlo, las cosas se habían salido de control.
—¿Le parece ilógico saber para donde va este avión conmigo adentro?
—Hay tantas cosas que me parecen ilógicas en este vida —sentenció observándome fijamente—, que enumerarlas gastaría gran parte de mi energía.
—Su nivel de sadismo es impresionante.
—La vida es sádica, Donovan. Acostúmbrese.
—Nunca me acostumbraré al sadismo.
—¿Dime cuántos? —interrogó.
—¿Cuántos qué?
—¿A cuántos has matado? Y no me vayas a decir que a ninguno porque tu reacción no es precisamente la de una monja arrepentida por haber violado los preceptos de nuestro querido dios.
La guerra dejaba muertos, necesarios e innecesarios. Ahora, ¿cómo le explicabas a dios que un muerto era necesario? ¿Cómo le justificabas que te acogiste el derecho de arrebatar una vida?
Los muertos necesarios habían acompañado mi vida, pero aun así no le quitaba el calificativo de asesino.
—¿Y a cuántos ha matado usted, señora? Porque aunque nunca haya apretado un gatillo no deja de ser una asesina.
—¿Qué le hace pensar que nunca he quitado una vida con mis propias manos?
—¿Lo ha hecho? —repliqué.
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Emporio di Rossi
ActionEl agente Roy Donovan es solicitado por la Central de Inteligencia en Washington. La misión es desmantelar Black Diamond, una organización criminal involucrada con el tráfico de diamantes de sangre. Alessia di Rossi dispone la fortuna más poderosa d...