*★*ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚𝟟*★*

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— ¿Te das cuenta de lo que has hecho, Donghae?

Una voz lejana, ruidos que se acumulaban en el aire y un dolor agudo donde los dedos se habían clavado en sus muñecas. Los labios de Hyukjae se movían, pero cualquier palabra que decía se perdía con el tamborileo en los oídos de Donghae. Sentía los dedos hormigueando, le dolían los nudillos y le dolía la cabeza como nunca antes. Los dedos se clavaron en sus hombros mientras lo sacudían con dureza, pero no sintió nada. Giró, sus pies tratando de moverse de su posición y se liberó. Había formas oscuras parpadeando a la vista en su visión periférica, todas entrando y saliendo en un espectro de luz. Un rugido, algo retumbó en su mente y por un momento todo se calmó en su cabeza.

Donghae parpadeó de repente, consciente de que Hyukjae y sus amigos ​​lo habían rodeado de forma protectora, con rostros llenos de preocupación y desconcierto. Su mirada parpadeó y notó la mueca de enfado de Hyukjae, el cuerpo acobardado de Ryeowook, la mirada sombría de Kangin y, finalmente, sus propias manos manchadas.

— Está bien — Donghae se escuchó decir, pero incluso para sus propios oídos, su voz sonaba grave — Pueden dejar de preocuparse, estoy... estoy bien — Todos en la habitación ​​le dirigieron miradas claramente incrédulas. Su cabeza continuaba latiendo, un latido constante que le hacía desear poder hacerse un ovillo y gritar.

— Claramente no estás bien — gruñó Kangin — Nunca le habrías hecho daño a Hyukjae en tu sano juicio.

Donghae parpadeó de nuevo y luego miro a Hyukjae. Su brazo, sangre corría por el brazo de su pareja y había manchas negras en los bordes de las heridas. Se acercó a pasos temblorosos y cuando sus manos se estiraron para inspeccionar de cerca su corazón se detuvo. El líquido carmesí que manchaba sus dedos eran de su pareja. Él lo había lastimado.

— Hyukjae y Donghae, los veo en mi oficina en cinco minutos — Donghae asintió, demasiado agotado para discutir. Caminó a pasos lentos, probando aún su equilibrio. El primer paso en la escalera fue el último antes de desmayarse.


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Su cabeza palpitaba, un dolor constante que causaba que su visión parpadeara dentro y fuera de foco. No es que hubiera mucho que ver, el cielo estaba lleno de nubes que colgaban fuera de su alcance. Donghae suspiró y dirigió su mirada hacia abajo, estaba vestido con su atuendo de fin de semana, jeans y una sudadera. Se puso de pie, limpiándose la suciedad de los pantalones y miró a su alrededor, en la distancia un destello brillante iluminó el cielo. Se dirigió hacia allí, bajo sus pies el suelo se sentía cálido, la hierba un poco espinosa, se preguntó brevemente dónde se habían ido sus zapatos también. Otro destello iluminó el horizonte justo cuando alcanzaba la cima de una colina particularmente empinada. No muy lejos, una forma estaba de pie, cubierto con túnicas negras y la cabeza inclinada hacia el cielo. Aunque las nubes parecían lo suficientemente amenazantes, aún no había llovido.

Donghae se acercó con cautela, las palabras revoloteando en su cerebro y atascándose en su garganta. Vista desde atrás, la figura parecía sorprendentemente familiar, dolorosamente.

— Madre —dijo Donghae, su voz salió más aguda de lo que estaba acostumbrado, e hizo una mueca. La figura lo miró y sonrió.

— La única e inigualable, no esperaba que pudieras verme — La voz era ligera, curiosa.

— Por supuesto que puedo verte — respondió Donghae automáticamente — ¿Qué estás haciendo aquí?

Su madre se giró — Esa no es la manera de hablarle a tu difunta madre muchacho, te críe mejor que eso — respondió sonando ligeramente molesta — Estás metido en un gran problema y vine a decírtelo.

𝔐𝔦 ℭ𝔬𝔪𝔭𝔞ñ𝔢𝔯𝔬 [ KangTeuk ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora