Capítulo 28

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Quito la sabana que cubre sus piernas y con manos temblorosas empiezo a bajar el pantalón.

Madre mía, que bulto.

- Gracias)? - dice y comienza a reír.

DEBO DEJAR DE DECIR COSAS EN MI MENTE PORQUE RESULTA QUE NO LAS DIGO EN LA MENTE

- Mierda - que vergüenza.

La mujer en la que me voy a convertir después de esto que me está pasando.

Rápidamente pongo el otro pantalón bajo la atenta mirada de Mark.
Llamo a la enfermera la cual llega con una silla de ruedas para sacarlo.

Salimos finalmente del hospital, subimos al auto y comienzo a manejar de regreso a casa.

Después de 20 minutos en completo silencio Mark lo rompe

- Sigo teniendo hambre - exclama divertido

- Mierda, es cierto, vamos a un restaurante - digo

Nos miramos unos segundos y comenzamos a reír, a pesar de que ha sido un viaje en silencio no ha sido para nada incómodo.

Después de una parada a comer y más tiempo en el auto llegamos a casa.
Entramos a casa y nos dirigimos a ver una película.
Según él, ya no le duelen las heridas, lo cual me calma un poco.

Llegada la noche pedimos pizza para cenar.

- Rosie puedes venir un momento - grita Mark desde su habitación

- voy - digo y procedo a ir.

Entro a la habitación y lo veo sin camisa, Santa Madre.

Cómo se la quitó? No sé
En este momento me doy cuenta que pudo haberse cambiado él sólo en el hospital, pero no me quejo.

- Podrías ayudarme a curar las heridas? - pregunta

- Claro, no hay problema - por supuesto que no lo hay, guiño guiño

Después de lavarme las manos le quito suavemente sus vendas y le pongo una crema que nos dieron en el hospital, sus heridas están ya casi cicatrizadas, me alivia bastante.

Después de unos minutos de tensión le pongo su camisa y salgo rápido de la habitación.

Madre mía, me calienta más que sol de verano.

Un amor peligroso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora