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Eran ya las seis de la tarde y Sapnap no había contestado ninguno de sus mensajes. George empezaba a desesperarse. Se supone que a esa hora habían quedado que él iría a casa de Sapnap, pero estaba afuera de su casa y no le habría la puerta.

—¡Lo siento! —dijo Sapnap dando pequeños saltos mientras se acomodaba una de sus zapatillas—. Olvidé que vendrías.

—Si quieres puedo irme —dijo George viéndolo de arriba hacia abajo—. ¿Vas a algún lado?

—No, no te vayas. Voy a salir en un rato, pero puedes acompañarme si quieres.

—No, gracias.

—¡George!

Sapnap le abrió la puerta y lo jaló del brazo hasta el interior de su casa.

—¿Adónde vas a ir?

—A una reunión con amigos.

—¿Y por eso vas tan bien vestido? —dijo con tono burlesco.

—Calla. Ven te voy a buscar algo de ropa.

—¿Para qué?

—Necesitas verte deseable.

—¿Para qué?

Sapnap lo arrastró hasta su habitación y lo empujó hasta su cama para que se siente mientras él buscaba algo de ropa en su armario.

—Para quién querrás decir —contestó Sapnap.

La expresión de George se volvió de confusión sin entender a qué se refería su amigo. ¿Por qué estaba actuando tan extraño?

—Bien. Vístete rápido o vamos a llegar tarde —dijo Sapnap lanzándole unas prendas de ropa.

—Yo no voy a ir a ninguna parte.

—Ve o le digo a mi hermanita que has venido.

George tomó la ropa y fue corriendo directamente al baño. Algo que caracterizaba mucho a la hermana de Sapnap es que le encantaba maquillar a los invitados y obligarlos a jugar con ella a tomar el té. La peor parte era el té, ya que lo preparaba ella misma y tal vez confundía muchas veces el azúcar con la sal.

Se metió al baño junto a la ropa que le había dado Sapnap y empezó a vestirse de mala gana. Tal vez si se tardaba un poco Sapnap ya no tendría ganas de ir a aquella reunión.

—¡George, apúrate! ¿Por qué te tardas tanto?

Tal vez si fingía un dolor de cabeza o si fingía que su madre había llamado con que su abuelo estaba en el hospital de urgencias... No, eso era demasiado. Y Sapnap había dejado de creer en sus excusas hace tiempo.

—¡Si no abres la puerta la voy a abrir yo y no me importa si estás en pelotas o no!

—Ya salgo.

Abrió la puerta del baño y salió de allí con cero ganas de socializar.

—Te ves hermoso. No homo —aclaró—. Ahora vamos.

...

El padre de Sapnap los llevó a la casa donde era la supuesta reunión que más parecía una fiesta por la cantidad de ruido que se escuchaba incluso afuera de la casa.

—Me llaman cuando quieran que venga por ustedes —les dijo su padre estacionando el auto.

—¿Puede llevarme a mi casa, por favor? —le pidió George.

—No le hagas caso, papá. Te avisamos cualquier cosa.

Sapnap lo obligó a bajar del auto y fueron a tocar la puerta.

Just a kiss [Dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora