Capítulo 8

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Pov Serkan

– Aslı? ¿Podrás cuidar a Sirius esta noche? –pregunto en la puerta del simpático señor Orhan.

Luego de despedirnos de mamá con Sirius decidí volver caminando a casa, además de aprovechar para estirar las piernas y cansar al angelito que corría feliz de la vida conmigo detrás, compartimos un trozo de Simit en la calle y cuando noté que se habían hecho las dos de la tarde, y estaba todavía lejos de casa, tomé a Sirius en brazos y corrí hasta el edificio, mientras Sirius comía yo me duché, cambié y me aseguré de llevar algo para comer hoy, también de guardar algo de dinero para pagar a Halit la comida de ayer.

– No te preocupes, Serkan abi, en cuanto vuelva de la escuela iré a verlo, lo prometo.

– Muchas gracias Aslı –le agradezco con una sonrisa– Te lo compensaré, no dará muchos problemas hoy, se ha cansado así que estará durmiendo mucho.

– Está bien, despreocúpate, yo me haré cargo, no llegues tarde.

– Nos vemos –grito ya bajando las escaleras.

– ¡Que tengas buen día Serkan! –me grita la nada delicada Nazlı.

Me apresuro a la estación caminando lo más rápido que las piernas me permiten.
¿Qué necesidad tenía el jefe de hacernos dejar los coches en la estación otra vez?
¿Debería preguntar? ¿Y que se enfade por preguntarle?

– Mejor no –susurro para mí mismo.

– ¡¿Vas a trabajar Serkan?!

Ayşe, la dueña del negocio de comida casera me saluda con su noble sonrisa. Dicen que su comida es milagrosa, ha curado fiebres y muchos malestares con sus sopas aunque tiene buena mano para la comida, todo es delicioso, he tenido la dicha de comer ahí cada vez que puedo.

– Así es, Ayşe abla, de hecho voy tarde –le digo riendo.

– Ven aquí, cielito, te pondré algo para que comas en el camino.

– Pero... –estoy por mostrarle lo que tomé del refrigerador pero ella me interrumpe.

– Ah, ah. ¿Vas a rechazar mis delicias?

– Eh...¿No?

– Uh huh, es lo que creí escuchar –me pone un recipiente cuadrado en las manos y me palmea el hombro dejando un pellizco juguetón en él– Chico apuesto, kolay gelsin.

– Gracias, hermana Ayşe –respondo volviendo a correr a mi destino.

Por el camino saludo a medio barrio, debo admitir que el hecho de que haya tanta gente que me aprecia aquí me hace sentirme menos solo desde que mamá se fue. Es bueno saber que si me pasa algo tendré alguien, o muchos en quienes apoyarme. Me encuentro con İsmet y con Metin, otro de mis compañeros, durante el camino.

– Dice İsmet que se acerca su cumpleaños –susurra Metin cuando İsmet se nos adelanta.

– ¿Cuál es el plan? –sonrío, no es que tengamos mucho pero haremos que se lo pase bien.

– Podríamos organizarle algo pequeño en la estación –propone– ¿Qué opinas?

– Puedes contar conmigo pero debemos comentarlo con los otros, quizá puedan darnos más ideas.

– Tienes razón, hablaremos esta noche –asentimos como repuesta.

– Seguro que hablarán esta noche –aparece el jefe sorbiendo té– Pero ahora a trabajar, no quiero demoras.

– ¿Jefe? –pregunto tratando de aligerar el ambiente– ¿Por qué volvemos a dejar los taxis aquí?

– Porque así lo he querido, deja de hablar y a trabajar –responde tajante y vuelve a su rincón.

Una Noche | EdSerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora