Capítulo 4

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Pov Eda

– Éste es el lugar tía –dije mostrándole las fotos que había tomado.

– Es un poco pequeño ¿No crees?

– Se ve así porque sólo tiene dos habitaciones, además estaré sola, será suficiente para mí –respondí– Creo que incluso la sala sería suficiente para mí.

– Ay cariño –suspira agobiada– ¿Hablaste con tus padres?

– Sí –dije sin mucha importancia– De hecho iré a ver algunos muebles para el departamento.

– ¿Puedo...

– Sí –la interrumpí– Me encantaría que me acompañaras tía.

– Bien –se levantó emocionada– Iré a cambiarme.

Mientras esperaba a la tía me puse a revisar redes sociales y le envié las fotos del departamento a Melo y a mis padres, la primera me felicitó y aseguró ir a invadir mi morada en cuanto le fuera posible.

Pero claro, cuando estás teniendo un buen día siempre tiene que pasar alguna cosa mala, recibí una llamada de la persona que me arruina la existencia.

– ¿Aló? –pregunté más por cortesía que por querer hacerlo.

– ¡Eda! –gritó desde el otro lado de la línea, haciéndome saltar en mi lugar, tuve que echar la cabeza hacia atrás para calmar mi respiración por el susto– Cariño ¿Dónde estás? ¿Acaso te estás escondiendo de mí en la empresa?

– No ¿Qué va? –le contesto aguantándome la carcajada– Es que mi jefe me ha dado el día y lo estoy disfrutando, bastante –recalco.

– ¿Por qué no has tenido la decencia de decírmelo? Llevo esperándote horas.

– Disculpa pero, no eres nada de mí, no te debo explicaciones Mahmut.

– Por ahora, linda –solo han pasado 10 segundos desde que abrió la boca y ya me hartó– Pues nada, ya nos veremos mañana que...

No ha terminado de hablar cuando ya he colgado, mi tía baja ya vestida y tomamos nuestros bolsos para salir.

Lo primero que hicimos fue el depósito de la renta del departamento, después buscamos una mueblería, claro que hay bastantes pero si una cosa es buena, es que mi tía haya venido, pues me ayuda bastante a buscar muebles resistentes y de calidad, dentro de la tienda me acerco a una zona de muebles pequeños y mi mente se pierde en recuerdos, en su mayoría felices pero también dolorosos.

– ¿Eda? ¿Por qué no vienes estaba... –mi tía calla al reparar su vista en los muebles que robaron mi atención– Ay cariño –dice mientras me acaricia el cabello con una sonrisa nostálgica– No te aflijas, ven a ver estos muebles ¿Sí?

Asiento sin responder, con el peso en el pecho luego de haber visto esos muebles. Dicen que todo pasa por algo, que cuando algo malo ocurre siempre es porque vendrá algo mejor.
Le llaman la calma después de la tormenta, el sol después de la lluvia, un vaso de agua luego de un maratón. La felicidad luego de la tristeza.

Pero nadie habla de las personas que no recibieron un vaso de agua luego de su maratón, de aquellos que siguen esperando la calma de su tormenta, de los que están atrapados en la lluvia sin señales de que el sol vaya a salir. De los que viven en tristeza absoluta.

De las cinco tiendas que recorrimos sólo en una fui capaz de escoger muebles, del resto se encargó la tía.

– Bien señorita Eda, los muebles ya están pagados y apartados –me dice la gerente del lugar, yo sigo perdida en pensamientos– Esperamos su llamada para llevar sus muebles al lugar que nos indique.

Una Noche | EdSerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora