Wendigo

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Las leyendas de los nativos americanos como los cree, salteaux, ojibwa, naskapi y los innu narran que durante la época de pioneros hubo un joven que se enamoró perdidamente de una bella chica

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Las leyendas de los nativos americanos como los cree, salteaux, ojibwa, naskapi y los innu narran que durante la época de pioneros hubo un joven que se enamoró perdidamente de una bella chica. Ambos gozaron de una relación amorosa durante un tiempo hasta que el chico vio a quien por años había sido su pareja engañándolo con otro hombre. El enojo invadió el alma del chico y en venganza mató a su novia y al amante para después arrastrar los cadáveres al bosque. No se percató que se había perdido en las entrañas del bosque, el frío estaba en su punto máximo, la nieve caía con una agresiva ventisca que golpeaba el rostro del chico que comenzó a tener hambre. No llevaba provisiones y no había algún animal que pudiera cazar, como si todos hubieran sido borrados de la existencia sin explicación.
El chico ya no podía aguantar, su mente desquiciada le hizo ver alucinaciones, solo traía su daga, la sacó de su funda de piel y la clavó en el pecho de su novia. El esternón y las costillas crujieron mientras se abría paso buscando el corazón. Su mente estaba tan perdida que sintió que aún latía en sus manos. Tal vez estaba congelado pero para él era cálido y jugoso. Dio el primer mordisco canibalizando el cuerpo de su mujer y dio la señal para que un espíritu que lo había estado acechando se lanzara contra él para poseer su cuerpo y convertirlo en un monstruo con hambre de corazones, dando origen a la leyenda del primer Wendigo.
Ante su presencia la naturaleza se desequilibra, los animales no cumplen su papel en el ecosistema, las cosechas se pudren y un hedor asqueroso similar a mil cadáveres pudriéndose lentamente se apodera del aire que respiras.
Luchar no te servirá de nada, puedes esconderte bajo un tronco hueco, bajo la nieve-si no mueres de hipotermia-, o quizás tu mejor opción: corre.
Los wendigos son espíritus oscuros que solo buscan comer, matar y hacer que más gente caiga en la eterna maldición que bien podría ser un castigo de la naturaleza misma. Mide 2 metros de alto, su hambre es insaciable y no importa cuántas víctimas devore en un día; su cuerpo siempre le pedirá más.
Por tal motivo su piel grisácea está pegada a sus huesos, sus brazos son largos y terminan en huesudos dedos con garras filosas capaces de arrancar grandes trozos de carne de un solo golpe. Su cuerpo está cubierto de un pelaje blanco y gris con algunos pelos negros.
Sus ojos están en lo más profundo de su órbitas y son brillantes y siniestros. Su boca está llena de filosos dientes y constantemente está escurriendo sangre. Su cuerpo humanoide emite un olor putrefacto debido a los trozos carne y sangre de sus víctimas que quedan en su pelaje.
Su cabeza está adornada por unas astas como de ciervo, pero lo más aterrador es que su caja torácica está expuesta.
Esta bestia por poco nos mata cuando fuimos a St. Jacobs, Canadá (en esa ocasión se hizo llamar El señor de la glotonería) para investigar a la criatura. Quedé con heridas mortales y en mi lecho de muerte dije lo que creí serían mis últimas palabras:

"Wendigo, como la nieve en primavera te derretirás, a pesar de tu oscuridad mi corazón no lo devorarás"

De pronto, su piel empezó a rasgarse al mismo tiempo que una luz roja salía de él, y comenzó a rugir de dolor. Mis palabras resultaron ser un conjuro que podía destruir la forma física del monstruo. Si hubiera podido decir ese conjuro dos veces más podría haber derrotado al wendigo, pero mis energías estaban por los suelos luego del brutal ataque que me propinó.
Nosotros logramos escapar milagrosamente de ese monstruo, era más poderoso de lo que imaginábamos por lo que huir de ahí al invocar a un grifo americano fue la mejor decisión que tomamos.

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