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Capítulo 14.

Rubí.

—Ve, muchas gracias por traerme oís.—le dije y abrí la puerta del carro, estuve apunto de irme pero Alexandre me detuvo y me giré hacia el—¿Que?

Ve, ¿no me vaj a despedir con una mamada?—remedó mi acento y me reí

—Yo así tan feo no hablo.—le dije riéndome

—¿Quien lo ha dicho? Aunque gimiendo mi nombre tu voz sale más...—empezó a expresarse y yo me sonrojé

—Gracielas, Alexandre. Ve, nos vemos otro día.—me despedí y salí cuanto antes del carro, caminé hacia la puerta y abrí con las llaves la puerta

Entré y cerré al estar estar en la casa, suspiré y me quede recostada en la puerta asimilando lo que había pasado y lo que esto significaría.

¿Te gusta Alexandre, Rubí? Sí, ¿Te encanto el oral de hoy? Sí, ¿Tendrías una relación sexual con él? Sí...no, o sí, o no...

¡Dios! ¿Para que te engañás, Rubí? Es obvio que sí.

¿Cómo te fue?—la voz de Gema me hizo salir del trance que Alexandre me dejo

—Ve, ¿Cuál cita?—le pregunté haciéndome la tonta

—¡La cita que vos tuviste, Rubí. No te hagás la sonsa, que de sonsa no tenés ni un pelo!—me dijo y yo me empecé a reír

—Baraste. Cuidadito, Gema, el respeto...—bromeé con ella y nos empezamos a reír

Caminé hasta el sofá y me tiré, me quite los tacones y vi que Gema se tumbó en un asiento, nos miramos y yo suspiré.

—¡Ya, no me mirés así! Sí, tuve como una cita, pero...—empecé a explicar y Gema se emocionó

—¿Pero que? ¿Qué pasó?

—¡Nada! Fuimos a bailar y a comer, ¿ya?

—Ajá. ¡Rubí, venís con el cabello desordenado, con los ojos más claros que nunca, sonrojada y con el vestido más arriba que a saber que!—dijo y yo abrí la boca, intenté hablar pero no me dejaba—No te obligaré a que me contés, pero no creás que yo soy sonsa, porque no lo soy.

Terminó de decir y yo me paré del asiento

—Hablamos mañana.—le dije y me fui corriendo hacia el cuarto

Abrí la puerta y cerré al estar adentro, me quite el vestido y lo tiré por no sé donde, me tiré a mi cama y me arropé. Quede en bragas en la cama y empecé a ver al techo, la imagen de Alexandre y yo en el baño se me vino a la mente y empecé a excitarme.

¿Cómo es que el tiene este poder en mi?

Mi cuerpo reacciona como si ningún hombre me hubiera hecho tener un orgasmo...

¿Pudieron lograr que tuvieras uno?

...

No...

¡Claro que no, Rubí! No mientas...nadie te había hecho tener un orgasmo y se sintió bastante bien, Alexandre sabía cómo utilizar sus dedos y lengua en el momento indicado y en qué parte.

Por poco y le suplico, pero no podía, mi orgullo no me lo permitía y me sentí muy bien al dejarlo a medias...con una erección.

Cerré los ojos y Alexandre apareció en mi mente, me acobije de pies a cabeza frustrada y empecé a frotarme la frente.

—Rubí, por favor...—empecé a calmarme y a suspirar —Estas reacciones no son normales, ¿o si? ¿Me estoy obsesionando? ¡Nah'!

Es solo...sexo, ¿no? Alexandre y yo solo tenemos eso: sexo sin compromisos.

Lágrimas con sabor a muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora