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Capítulo 2.

Rubí.

—¡Ya casi quedás pa pintura!—me dice Eli terminando de hacerme las ondas en las puntas de mi pelo—¡Tolis!

Me paro del asiento y me veo en el espejo, en realidad me veo muy bien.

Llevo puesta una falda de cuero negra y un crop top azul marino con escote en los senos, unos tacones negros y en las puntas de mi pelo las ondas, un maquillaje algo sencillo: base, sombra, rubor, rímel y enchinador.

Soy un poco delgada, en mi infancia no fui así pero ahora soy delgada, tengo el pelo rubio cenizo, ojos verdes y mido 1.65.

—Bacano...—sonrió y me giro hacia Eli

La miré de arriba hacía abajo, también se ve muy bien. Lleva un vestido blanco con escote por la espalda, unas sandalias doradas y su pelo muy bien planchado como siempre.

—¡Te ves chévere!—la piropeó

Elizabeth es de contextura delgada, siempre lo ha sido así y eso que come demasiado, tiene los ojos azules y tiene el pelo rojo y mide 1.69.

—¡Vos también, vámonos pues! Sebastián nos debe de estar esperando—solo siento que vuelve otra vez a tirar de mi y cuando me doy cuenta, estamos saliendo de la casa


—¡Por fin! Les cogio la tarde, ¿no?—nos dice Sebastián divertido y nos reímos

—¡Elizabeth, ya vos sabés cómo le coge a ella, es de lo más pinchada!—me rió

—Por si en el camino nos encontramos unos mancitos guapos, uno nunca sabe, Rubí...

—¡Ya la conocemos pues, pero ahora viéndolas bien, se ven bastante chévere!—nos dice Sebastián y sonreímos

—Vos también te ves muy bien

—Sí, Rubí tiene razón, te ves muy bien—le dice Eli y Sebastián nos abre la puerta agradeciéndonos

Elizabeth se monta en el asiento del copiloto y yo me siento atrás, me pongo el cinturón y veo cómo Sebastián se sube y hace lo mismo. Luego de un par de segundos empezamos a irnos a no se donde le decía Elizabeth que nos llevará.

—¿Vos si sabes dónde queda eso?—le pregunto a Sebastián

—Sí, es el nuevo bar que abrieron hace poco, ¿no te habías enterado?—me pregunta

—No.

—Ya sabés como es Rubí. De la casa, al camello y del camello a la casa, aburre esa rutina Rubí, ¿en verdad no te aburrís ni un momentico?—me pregunta Eli con esa voz de jartera

—No, en realidad no. Me gusta camellar y darle duro.

—Rubí es muy entradora.—dice Sebastián

—Ojalá pudiera ser así yo, pero no puedo...—dice Elizabeth divertida y todos nos reímos

—¡Llegamos!—informa Sebastián, mientras Elizabeth y yo miramos el lugar

—Mirá ve, esto está tetiado, oís—les digo a los dos

Lágrimas con sabor a muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora