Capítulo 3.
Rubí.
Después de haber bailado casi mil canciones, me encuentro sentada en la mesa tomando agua y viendo el lugar. Elizabeth y Sebastián siguen tirando paso.
Sin darme cuenta, se me acaban las botellas de agua y empiezo a llamar a un mesero, veo que está muy encañengado, opto por ir yo misma a la barra y me acerco a ella. Veo a un man de espaldas y yo llamo
—¡EY!—le grito y él se voltea y se acerca a mi con una gran sonrisa
—¿En que le puedo ayudar?—me pregunta muy amable
—Vos me darías cuatro botellas de agua, por favor.
—Va pa esa.—se gira y en la nevera saca las cuatro botellas y las pone en la mesa—¿En la cuenta de este muchacho que vino?
—Así es.—le sonrío
—Bueno, ahí están apuntadas.
—¡Gracielas!—le agradezco y cojo las botellas, ya me iba a ir cuando...
—Ve, ¿vos cómo te llamás?—me pregunta aquel mesero
—Rubí ¿y vos?
—Aáron, y muy bonito su nombre, Rubí.
—¡Gracielas!—le digo y me giro para irme, camino hasta la mesa y me siento, me empiezo a tomar una botella de agua y veo que Aáron está muy encañengado y me paro ayudarle.
—¿Necesitás ayuda?—le pregunto al acercarme a él, está apunto de contestarme, pero prefiero coger una bandeja y sonreírle—¿Donde la tengo que dejar pues?
—En esa mesa de allá, Rubí.—Aáron me apunta con el dedo hacia una mesa grande rodeada de muchos hombres y algunas mujeres
—Va pa esa.—empiezo a caminar a esa mesa y jamás me había sentido tan diminuta, esa mesa está rodeada de hombres demasiados cuajados y algunas mujeres altas
Pinta de extranjeros...
Trago saliva y me acerco a la mesa un poco más. Veo que todos ponen su mirada sobre mí y veo que una peli negra me sonríe.
—¡Salut!—me dice ella parándose de su asiento y acercándome a mi
—Acuérdate que ella no es francesa, Camille.—un castaño le dice a la peli negra
—¡Cierto! Quise decir que hola, ¿Qué tal?—me pregunta sonriente y yo solo veo que es demasiado alta y muy guapa
Trae un pantalón negro y una camisa de color tigrillo, un reloj en la mano derecha bastante caro, una cadena de oro rosado y varias pulseras de oro. Su perfume caro inunda mis fosas nasales y trato de responder.
—Ve, ¿Qué más? Venía a dejar estas botellas aquí.
—Muchas gracias, déjalas por ahí.—me dice el castaño que le hablo hace unos minutos a la peli negra
—Ok.—pongo la bandeja en la mesa y estoy apunto de irme, pero prefiero despedirme—¡Que la pasen chévere!
Me giro y me voy hacia donde Aáron, veo que ya está desocupado y suspiro.
—¿Te fue bien?—me pregunta
—¿Por qué lo decís?
—Es que son extranjeros.
—Mira que ni me di cuenta.—usé mi sarcasmo y él se empezó a reír
—También son socios de este bar.—me dice acercándose a la barra
—¿Si? Tienen pura pinta d....—no termino de decir cuando uno de los que estaba en la mesa se acerca
—¿Pinta de?—pregunta poniéndose al lado mío
—¿A vos no te han dicho que es de mala educación escuchar conversas ajenas? ¿O mejor dicho, meterse en las conversas ajenas?—le pregunto y me giro hacia el
Es demasiado alto, muy alto. Trae un traje negro muy elegante, relojes carísimos, el pelo un poco desordenado y una barba recién afeitada. Su perfume caro igual que la otra muchacha, inundan mis fosas nasales. Tiene los ojos miel, pelo negro, alto y cuajado.
—¿Si? Disculpa, pero es que si no estoy mal, estaban hablando de mi familia y de mi.
—¿Si? Pues si, estábamos hablando de ustedes, ¿algún problema o que?—lo desafío y veo cómo Aáron se pone pálido
—Rubí...
—Imprudente y grosera. ¡Qué maravilla!—se ríe aquel man
—¿Y que? ¿Qué pasó por eso? Abrase mejor.
—¿Rubí es que te llamas?—me pregunta
—No. Me llamo Magdalena.—le contesto y me arrepiento porque fue el único nombre que se me ocurrió
—Magdalena...un gusto, Alexandre Dumont.—me da la mano y yo no se la recibo—¿No tienes modales?
—Es que no se me da la gana de darle la mano a un completo desconocido.
—¿Ya no te dije mi nombre?—enarca una ceja
—Ay no, gomelo, me está empezando como a dar jartera, nospi, Aáron.—me despido de Aáron y solo siento que Alexandre se me adelanta y se me acerca al oído
—Ravie de l'avoir rencontrée—me dice en el oído y solo bastó eso para ponerme más nerviosa de lo que estaba
Ni le entendí pero eso hizo que me dieran cosquillas por allá abajo. Opto por caminar hacia mi mesa y cuando llego, echo un gran suspiro y me siento.
Veo que Sebastián y Eli se acercan y empiezan a tomar agua a lo desgraciado.
—¿Jartera?—les preguntó divertida
—¡Ve, es que hoy azotamos baldosa como nunca!—escuchó decir a Sebastián y todos nos reímos
—¿Que hora es, amistad?—le pregunto
Sebastián mira la hora y abre la boca—3:45am.
—Yo creo que deberíamos irnos, oís.—le digo
—Si. Elizabeth, ya nos vamos—Sebastián le habla a Eli que está bailando y empezamos coger nuestras cosas
Veo que Eli no se quiere ir, pero Sebastián le dice algo y Eli asiente frustrada, no sé cómo salimos, porque no podíamos dar ni un paso sin que hubiera gente bailando, echando alcohol o intentando caminar también.
Salimos y veo que los dos gorilas están distraídos y yo solo les digo a los dos que corramos, estando ya en el carro, Sebastián le abrocha el cinturón a Eli, ya que ya está dormida.
—Ve, mañana va a estar con cule de goma.—digo y me rió
—Ve, vos es que no tomaste mucho, ¿donde anduviste?—pregunta y yo me recuerdo del extranjero metido
—Por ahí...
—¿Por ahí?—me pregunta no muy convencido
—Si, señor.
—Si, jeñor.—me remeda
—¡Sos de la patada!—me empiezo a reír y veo cómo poco a poco nos vamos alejando del lugar
[~]
Notita:
¿Qué tal? ¿Que les pareció este nuevo capítulo? ¡Espero que bastante bien!Con amor: Linaaa.
¡Besitos!
ESTÁS LEYENDO
Lágrimas con sabor a muerte
AcciónRubí es una chica colombiana de 22 años. Es egocéntrica y orgullosa, es muy contestona y grosera. Es una chica que después de la muerte de su madre, ella y el papá han trabajado duro para sacar adelante a su familia. Una noche en la que sale con su...