29. No como el color, sino como la planta

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Nota: Este capítulo puede contener un tema sensible para algunas personas, como lo es el abuso, si este es tu caso recomiendo no leer el capítulo o leerlo bajo su propia responsabilidad. Con mucho amor: Andy. 

¿Quién iba a predecir que acabaría pasando la noche en una celda compartida con cuatro chicos muy enojados y un loco disfrazado de payaso?

¿Mencioné ya que me aterrorizan los payasos?

El tipo con la cara pintada en una horrible mezcla de azul, rojo y blanco se hurga la nariz como lleva haciendo desde hace quince minutos y luego me mira con sus espantosos ojos oscuros desde el otro lado de la celda. Me pego más al cuerpo de Cress, juntando tanto nuestros hombros que no me sorprendería si se girara y me preguntara si estoy tratando de fusionarnos a ambos. Excepto que ha estado tenso y cabizbajo desde que el oficial de policía nos encerró.

Y todo gracias a una estúpida pelea que se salió de control. Solo para hacerlo peor, dado que mis padres no están en la ciudad y los suyos están a cargo de él y el resto de los chicos Anne decidió que sería suficiente castigo hacernos esperar aquí a todos hasta que pagara la fianza. ¿Cuándo sería eso? Todavía no lo sabíamos.

Por las botas de Lady Gaga... ¡Yo solo quería quedarme en casa! Todo lo que había hecho mal era estar dormida en el sofá y luego ser despertada por Denver, alías Sr. Músculos, para luego ser arrastrada a la fiesta. Desde ahí todo se había vuelto una pesadilla.

—Bonita blusa.

La voz del payaso me hace sobresaltar. Se ha recostado sobre la banca metálica, la única en la celda, mientras mira directamente mis pechos. Asqueroso. El miedo recorre mi cuerpo y aprieto más la delgada tela de la blusa transparente, cruzándome de brazos. Llevo un top negro debajo, pero eso no lo hace más reconfortante.

Parker habla a mi otro lado. Su voz me pone los pelos de punta.

—Ojos aquí arriba, imbécil.

El otro tipo solo se ríe, pero por suerte, cierra la boca de una vez por todas. Le doy un golpecito en la rodilla a Parker para que deje de mirarlo, porque de verdad no quiero morir hoy a manos de un tipo larguirucho y maloliente que se disfraza de payaso y solo Dios sabe qué hace aquí encerrado. Me ignora olímpicamente.

—Lo lamento. —Cress se disculpa de nuevo. Tiene los ojos puestos en sus zapatos y la mandíbula tan apretada que creo que se romperá los dientes si sigue así—. No fue mi intención arrastrarlos a esto.

—Ya deja de lamentarte como un cachorro —responde Denver, apoyando los antebrazos sobre los barrotes. Hace una mueca al inhalar, y lo entiendo completamente, aquí huele como a pipí y calcetines sucios—. Lo hecho, hecho está.

—Tenía meses sin meterme una pelea —murmura Adrien a su vez, todavía con la bolsa de verduras congeladas contra su ojo izquierdo que está morado e hinchado—. Por lo menos ahora sabes que no debes meter tu polla en una chica con un novio que pelea como Rocky Balboa.

Me atraganto con mi propia saliva. Cress le dedica una mirada a Adrien que podría fácilmente traducir como si estuviera pensando en emparejar su otro ojo.

—No metí mi polla en la novia de nadie. —enfatiza, evidentemente molesto—. Solo nos besamos. Y ni siquiera sabía que tenía novio.

—Debiste pensarlo mejor —murmuro.

Sus ojos se encuentran con los míos y me duele lo arrepentidos y dolidos que se ven. Pero estoy en lo cierto y no pienso disculparme. Si Cress hubiera sido más cuidadoso al respecto nada de esto hubiera pasado. Sin embargo, eso no evitó que cuando vi como cinco chicos lo tenían atrapado y se turnaban para golpearlo salté encima de uno de ellos tratando de derribarlo. De ahí, Adrien, Denver y Parker aparecieron y todo empeoró. La chica con la que Cress había estado minutos antes trataba de detener a su novio, un chico del St. Brax School, sin tener éxito alguno. El chico de verdad podría haber sido contratado para hacer una versión de Rocky más joven.

Entre besos y olas✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora