34. Cuando te encuentre

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Cuando llegamos a la librería, estoy saltando de mi asiento y corriendo lo más rápido que puedo detrás de Parker con la alarma aun sonando a la distancia. Si esto sucede a menudo no me extrañaría que Anne esté ansiosa por llamar de una vez por todas a la empresa de seguridad. Parker observa atentamente la puerta principal y luego desaparece por el costado del edificio, dejándome sola allí entre algunos transeúntes que miran con desprecio a la librería mientras el sonido de las sirenas aumenta.

Hasta que se detiene.

Veo una sombra moverse entre la oscuridad de la tienda, luego, la misma sombra va definiéndose hasta convertirse en la figura alta y masculina detrás de la puerta. Me hace señas con la mano para que entre. Agarro el pomo de la puerta y ésta no cede, claramente. Milagrosamente, tampoco activa la alarma de nuevo.

Parker rebusca en sus bolsillos hasta dar con las llaves y abrir la puerta.

—Entra, Hendrix.

Hago lo que me ordena, adentrándome dentro de la oscuridad y el olor tan característico de la tienda de su madre. Ignoro su leve aroma que pica en mi nariz cuando me apoyo a su lado. La tentación de agarrar su brazo es fuerte, pero decido ponerme las bragas de niña grande e ignorar el creciente miedo en mi interior. No me gusta para nada la oscuridad. Nada bueno sucede en la oscuridad.

Parker sigue revisando algo en la puerta.

—Está muy oscuro aquí —comento.

—¿Le tienes miedo a la oscuridad?

—No.

—Preguntaré de nuevo, mentirosa —me devuelve sin siquiera mirarme—. ¿Le tienes miedo a la oscuridad?

—Me asustan los fantasmas.

Se ríe y agacha los hombros. La luz de los faros en el otro lado de la calle le hace cosas malas a su perfil. Luce terriblemente guapo.

Enfócate, Gigi.

—A menos de que haya un fantasma al que le gusten los libros y el café de máquina, estás a salvo aquí. Nada puede hacerte daño si estás conmigo.

—Vaya, gracias, que consuelo.

Ni siquiera gira su rostro para hablarme porque está demasiado ocupado medio cerrando y abriendo la puerta para comprobar algo, pero puedo sentir su voz directamente sobre cada centímetro de mi piel. Como una caricia.

—Puedo consolarte de otra forma si no es suficiente para ti, Hendrix.

Mis cejas se levantan de manera automática. Mi boca, en cambio, es incapaz de formular una respuesta a eso. Eso le arranca otra risita baja. Estúpido, Parker Holt.

—¿Te comió la lengua el ratón? —Parker se gira y entorna los ojos sobre mi hombro. Puedo sentir el sudor frío bajando por mi espalda incluso antes de que pregunte—: ¿Qué es eso?

Y como soy una gallina, salgo corriendo hasta su lado. Tropiezo con él y tiene que agarrarse a la puerta ahora completamente cerrada para mantener el equilibrio.

—¡¿Qué cosa?!

—Indigo....

—¡No voy a morir aquí contigo! ¡Abre la puerta! ¡Ahora!

—Cálmate.

Jadeo audiblemente.

—¡No me pidas que...!

Sujeta mis hombros con fuerza. Con tanta fuerza que seguramente sus dedos dejarán una marca en mi piel. Y el simple pensamiento de ser marcada de alguna forma por él hace que me detenga instantáneamente.

Entre besos y olas✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora