ACT 1

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I

La verdad no tenía muchos planes, no como él pensaba, y es que Ishigami Senku era un hombre lógico, uno que sabía que bastaba con planes que ya mostraron ser efectivos y que no necesitaría una segunda opción. Aunque obviamente aquí lidiaba con alguien inteligente, quizás no a su nivel, claro que no, pero tan listo como para prever cualquier escenario y voltearlo a su favor, para darle la vuelta a cualquier tipo de situación y analizarla lo suficientemente rápido para encontrar una vía de escape. Pensar hasta echar humo, eso es casi como un mantra para él, que le ayuda aclarar su cabeza en un mar de pensamientos.

Estaba ahí, sentado, mirando la luna, a solo un día de ir al Imperio de Tsukasa, pensando cada movimiento y sabiendo bien que podía ser una misión suicida, Senku no era estupido,  era un todo o nada. En veinte segundos debían decidir una pelea que de no ganar, significa la muerte, no solo la suya, sino de los aldeanos de Ishigami que le tenían lealtad. Aunque si lo pensaba bien la muerte ya era bastante familiar para él, después de todo escapó de sus garras una vez, lo que le preocupaba es que no sabía si iba a escapar una segunda vez, con el agregado de que inevitablemente iba a arrastrar a otros con él si llegaba a perder.

—¿Pensativo? 

—¿Tú no estabas dormido mentalista?

—¿Quién duerme en una guerra?—preguntó con cierto tono divertido, su voz sonaba siempre así, cantarina y naturalmente burlona. Se dejó caer a su lado, sentándose en la grama. Abrazo sus rodillas y miró al cielo, la imponente luna plateada lucía particularmente bonita esa noche. O tal vez era porque compartía la vista con él—, estamos en una situación compleja, ¿No es así, Senku-chan?

—Si, lo estamos. Conociendo a Tsukasa… Aunque me adelante un paso, se que en el momento en que se de cuenta, se adelantara dos—soltó un suspiro pesado, dejándose caer de espaldas en el pasto, el cielo era hermoso, jamás podría haber tenido una vista similar en el antiguo mundo, una tan limpia y cuyas estrellas brillantes e iluminadas hacían que la noche fuese tan clara y agradable—perderle el rastro a un tipo como él es difícil, especialmente que lo que tiene de carismático, lo tiene de inteligencia y fuerza.

—Estas en lo cierto Senku-Chan, Tsukasa-Chan es un genio—concordó Gen, él lo había visto y comprobado de que ese hombre no era solo una cara bonita, no era solo fuerza y carisma, también era un hombre sumamente listo, que por cada paso que daba seguramente tenía un plan.

El silencio volvió a alzarse como quien quisiera que el tiempo se detuviera, pero era imposible que este siquiera lo hiciera al saber que estaban a puertas de una batalla que quizás tendría costes incalculables si fallaban. Pero a la vez que dicho silencio estaba, de que los ruidos nocturnos eran los únicos que se alzaban para irrumpir la tranquilidad, los engranajes en la cabeza de Gen se empezaron a mover, como uno de los aliados de Senku, quizás uno de los más importantes, debía darle ideas, su deber era apoyar y aportar soluciones, no dejarlo ahí sin un plan de respaldo.

Sabía cada detalle de Senku y algunos muy importantes de Tsukasa, empezando que sus castas eran diferentes, supo que ambos eran de casta fina tan solo por sus apariencias, porque aunque Senku no lo notara, su figura lo delataba como omega, ellos ya se habían bañado juntos y con ello le fue inevitable notar que el científico tenía un cuerpo esbelto, pequeño para su altura, una disimulada cintura, piernas torneadas y un abdomen plano. Ni hablar de que sabía bien que Tsukasa tenía tanto éxito no solo gracias al carisma, sino también al ser un alfa, usando sus feromonas sutilmente cuando hablaba, quizás de forma inconsciente para mantener el orden en su imperio y garantizando el éxito de reclutar gente que le sean leales.

—Es de casta fina.

—¿Eh?

—Tsukasa-Chan es de casta fina…—murmuró Gen mirando aún el manto estrellado—Si bien eso no te importa…hace la diferencia

DR.STONE (A/B/O)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora