4: Estanco

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Volví a levantarme cuando Bella se levantó, llevaba ya tres días aquí y mi rutina era la misma. Me levantaba, desayunaba, me bañaba, me ponía ropa, le daba de comer y beber a Nimpha, luego arreglaba la casa, salía al patio y me ponía a hacer los deberes al tiempo que hablaba con Black. Sin darme cuenta, el lobo gigante se había convertido en la única persona/animal con el que mantenía una conversación de verdad.

Nimpha seguía herida y no me iba a arriesgar a que volviera a salir herida, o se muriera. Esta mañana, cuando Charlie y Bella se fueron, el teléfono sonó. Lo cogí sin pensarlo.

—¿Diga?

¡Rouse! ¡Padrino! ¡Es Rouse!

Sonreí al escuchar la voz de Teddy, me senté en la encimera, cogí un cigarro y lo encendí.

—Hola precioso, ¿cómo estás?

Bien, ¿cómo es Forks?, ¿ya tienes amigos? ¿cuándo vas a volver?

Le di una calada grande, la necesitaba para contestarle.

—En un par de días es la boda de mi prima, tal vez el mes que viene vuelva. ¿Tu padrino se puede poner al teléfono?

Hola Rouse.

La voz de mi primo me hizo saber que no volvería el mes que viene.

—Hola Harry, ¿cómo va todo por ahí?

La cosa está peor Rouse, ni siquiera vamos a ir a la boda de Bella.

—Oh, se lo diré. No os he escrito antes porque Nimpha tiene mal el ala, algo la hirió cuando la deje salir a cazar.

Oh, bueno avísanos si se pone mejor, ¿la has llevado al veterinario?

—No, de momento está reposando en su jaula.

Vale, ¿ya has hecho todos los deberes?

—Me falta Astronomía—apague el cigarro al terminarlo—. ¿Qué has dicho Charlie? Oh, lo siento Harry, tengo que irme. Hablamos otro día, dales recuerdos a todos por ahí.

Cuídate Rouse.

Escuche la estática, había cortado. Saque otro cigarro, a este paso tendría que comprar pronto. Me pareció una buena idea ir a investigar al pueblo, y de paso comprar algo.

Subí, cogí un chaleco, me lo puse, cogí un bolso, algo de dinero muggle que tenía cambiado, y salí de la casa con un juego de llaves que Charlie me había dado.

Caminé por el borde de la carretera hasta que llegue al pueblo y pude montarme en la acera, cuando Bella se fuera su furgoneta pasaría a ser mía. Caminé por el pueblo mirando a todos lados para buscar donde comprar algo de comida y cigarros.

—¡Prim!—me giré confusa al escuchar el llamado, allí estaba Jacob, se acerco corriendo hasta donde estaba—. Hola, ¿qué tal?

—¿Cómo me has llamado?

Me parecía extraño que nadie me llamará así y de repente un desconocido lo hiciera. Jacob abrió los ojos y apartó la mirada de mí.

—Primrouse, ¿qué haces aquí?

No me gustó el tono que utilizo, era como si demandará una respuesta, justo como si él tuviera que saberlo.

—Investigo—miré detrás de él a dónde estaban sus amigos—, solo buscó un estanco.

Su rostro se crispo de preocupación y curiosidad.

—¿Fumas?

—No, tengo cosas que comprar.

—Jake puede llevarte.

Uno de sus amigos nos miró burlón, rodé los ojos, ¿todos sus amigos insistían en que pasáramos tiempo juntos?

—De acuerdo.

Empecé a caminar, supe que me seguía, no era muy pequeño que se diga.

—Bella me ha dicho que no sales mucho de casa.

Lo mire de soslayo y asentí, sonreí al recordar a Black.

—Tengo todo lo que necesito allí.

—¿Hasta el vestido para la boda de Bella?

Pare en seco, había olvidado ese detalle. Aparte la mirada culpable.

—Tengo casi todo lo que necesito en casa de Charlie.

—¿No le dices nunca tío?

—Apenas lo conozco. Charlie solo era el regalo de Navidad seguro.

—Ah, claro, eres de Inglaterra.

Asentí, cogí la cuerda de mi bolso, giramos a la izquierda.

—No recuerdo mucho el pueblo, la última vez que vine apenas salía de la playa.

—¿La Push?

—Sí, era verano y mi madre adoraba la tranquilidad de esta.

Arrugó la nariz y me miró directamente.

—No recuerdo a tu madre, ¿venías solo con ella?

—Y con mi hermano y mi padre, es normal que no te acuerdes, yo no me acuerdo ni de ti ni de tu padre.

—Oh. ¿Has vuelto a encontrar al lobo cobarde?

Golpee su hombro, me arrepentí insofacto, mi mano dolía como el demonio. Reprimi un grito de dolor. Él se giró a verme asustado.

—Mierda, ¿de qué tienes hecho el brazo? ¿De hierro?

—¿Estas bien? ¿Te llevo al hospital?

Gruñi y negué levemente, cogí mi mano, ahora sí necesitaba un cigarro. Empecé a andar al ver el estanco, Jacob me seguía, pero ya no hablaba. Llegué y saque el dinero.

—Hola, una caja de cigarros.

—¿De cuál?

Pregunto el dependiente.

—El más barato.

Me entrego la caja, le dí el dinero, una vez me dio el vuelto, me giré y salí con la mano entumecida, pero ya no me dolía.

—¿Te sigue doliendo?

Agarró mi mano para verla, rode los ojos.

—No, solo está entumecida por el golpe, ¿se puede saber cómo es que tienes el brazo tan duro?

Jacob se encogió de hombros, luego sonrió divertido.

—Sí no me hubieras pegado esto no habría pasado.

—Sí no hubieras hablado mal de Black no te habría golpeado.

Este asintió, me pareció raro que no preguntará quién era Black, pero lo dejé pasar por el dolor. Saque un cigarro y empecé a fumar, él arrugó la frente.

—Eres muy pequeña para fumar.

Me encogí de hombros.

—Me relaja.

—¿Charlie lo sabe?

—No, y ni una palabra.

Lo apunte con el cigarro, luego le di otra calada. Caminamos en silencio hasta que me termine el cigarro.

—¿Qué te parece el pueblo?

—Algo aburrido—deje que el cigarro cayese al suelo, lo pisé—, Grimmauld Place tampoco era una juerga, pero este pueblo parece muerto, y allí no intentan matar a las lechuzas.

—¿Qué?

—Oh, el otro día dejé que mi lechuza volará y volvió herida, por lo menos ya se va recuperando.

Volvió el silencio incómodo.

—Sí quieres te acompaño a casa.

—Vale.

MAGIC //Jacob Black//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora