El príncipe heredero Jeongin despierta cuando está siendo transportado en un carruaje, por las cadenas que lo atan sabe que ha sido secuestrado.
Pronto descubre que el reino enemigo es a dónde se dirige, conocerá y sufrirá a manos de la familia re...
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Un hombre al menos 10 años mayor que Jeongin entró en la habitación. También era físicamente más grande que él, un aura extraña rodeaba a esa persona, parecía un depredador buscando a su presa.
El chico creyó que lo habían mandado a darle otra paliza, tardó demasiado en leer la situación. El hombre se acercó a él, lo tomó por el brazo y lo arrastró a esa cama improvisada, lo tiró con demasiada fuerza, se golpeó la cabeza lo que lo desorientó unos segundos. Lo próximo que vio fue al hombre sentándose sobre sus caderas, una sonrisa desagradablemente lasciva en sus labios. Fue ahí cuando Jeongin volvió a temblar, “dicen que los hijos son igual que sus padres, ¿qué tal si probamos la teoría?” Cuando lo comprendió se sintió asqueado y el miedo comenzó a subir por su garganta.
El hombre comenzó a soltar los cordones de su propio pantalón, sin apartar los ojos de los del chico, quien seguía paralizado bajo él. El hombre sacó su miembro de entre sus pantalones y comenzó a acariciarlo, sugiriéndole algo con la mirada al muchacho, pero éste sólo podía sentir sus labios temblar y perder todo el calor del cuerpo. El hombre tomó por el cabello a Jeongin y lo hizo sentarse, el chico actuó por instinto y comenzó a menear la cabeza, negándose a quedarse quieto. A no hacer nada.
–Deja de moverte carajo –la palma abierta del hombre alcanzó la nariz y frente del chico, por lo que éste volvió a desorientarse. Situación que la otra persona aprovechó, obligando con su gran mano la mandíbula de Jeongin a mantener su boca abierta. –Espero que tu mami te haya enseñado una que otra cosa.
Las arcadas vinieron cuando sintió el objeto caliente en su boca, las estocadas en su garganta eran rápidas y el sabor asqueroso. Su estómago se revolvió y las ganas de vomitar lo invadieron, se sentía como si hubieran pasado horas y cada vez se sentía más ahogado. Se obligó a recuperar un poco su orientación y forzó a su boca a cerrarse. A pesar de que el hombre había sido rápido soltó una maldición y se alejó de Jeongin.
Una vez libre, el chico se dejó caer y comenzó a arrastrarse lejos del hombre mientras tosía y escupía violentamente. El hombre seguía quejándose.
–¿A dónde crees que vas? –El hombre alcanzó los pies de Jeongin, por lo que el chico comenzó a patear lo mejor que le permitían las cadenas, mientras aún intentaba alejarse.
Sus antebrazos y su abdomen se raspaban con cada uno de sus movimientos, pero ignoró el dolor, sus piernas se sentían débiles así que no podía correr. El hombre finalmente se cansó de su juego turbio por lo que atrapó y atrajo al chico hacia él de nuevo. Jeongin se negó a girarse, se mantenía aferrado al piso.
–Oh, ya veo, te gusta por detrás. Está bien eso para mí también –le dijo el hombre al oído. Él intentó huir de nuevo pero el hombre lo mantuvo en su lugar, el chico peleó y pateó, pero aun así sus pantalones fueron bajados y el miembro del hombre se coló entre sus glúteos hasta su entrada.
El dolor de la primera estocada fue insoportable, el hombre se movía con fuerza y rapidez lastimando al chico, además, de que él no dejaba de pelear e intentar huir, por lo que el hombre le propinaba golpes para mantenerlo en su lugar.
–Por favor déjame, por favor, por favor –pidió el chico aun peleando, las lágrimas negándose a salir.
–Me gusta que me rueguen –dijo el hombre mordiendo su oreja y su cuello. Jeongin sintió la bilis subir por su garganta y finalmente vomitó la poca comida que tenía en el estómago. –Agh qué asco. –Él hombre salió de él y se apartó.
Jeongin se quedó tumbado sobre su vómito, ni siquiera este lo hacía sentir tanto asco como aquel hombre. Se sentía agotado de todo, sólo quería desaparecer, su cuerpo lo ayudó con ello mandándolo a dormir. Con sus últimas fuerzas levantó su mirada y lo último que vio antes de desmayarse fue a la reina al otro lado del vidrio levantando una copa de vino hacia él con una sonrisa en los labios. Y Jeongin la odió por ello.
