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Habían estado caminando por mucho tiempo

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Habían estado caminando por mucho tiempo. Entre los árboles se habían encontrado con algunos conejos y búhos, por suerte ningún humano, o algún animal salvaje. Los pies de Jeongin dolían y sus heridas ardían atrapadas entre las botas. Pero no iba a mencionarlo y tampoco iba a detenerse, temía que si lo hacía le estaría dando ventaja a sus enemigos.

Sabía que el otro chico lo seguía de cerca por el crujir de sus botas sobre las ramas, éste no le habló y para Jeongin estaba mejor. Ni siquiera podía girarse a verlo, se rehusaba a aceptar que él era su acompañante. Y no iba a mentir, le tenía miedo, estando solos no dudaba que pudiera volver a hacerle algo y lastimosamente él aún no estaba en condiciones de dar una pelea justa.

Siguieron caminando, el bosque se iluminó, los rayos de sol comenzaron a filtrarse entre las hojas y los pájaros comenzaron a cantar. Jeongin levantó el rostro, protegiendo sus ojos, y dejó que algunos rayos de sol lo bañaran. Suspiró sabiendo que todo era cuestión de horas para que aquello se volviera una cacería. Sin importar cuánto caminaba o qué tan rápido lo hacía, sentía que no se había alejado lo suficiente y que no le tomaría mucho a la gente de la reina encontrarlo. Incluso si Minho lograra ganarles algo de tiempo.

Después de lo que le pareció varias horas, sus piernas comenzaron a temblar y cuando no pudo más, le fallaron, cayendo sobre el suelo. El otro chico se acercó a él, pero antes de que pudiera tocarlo Jeongin se apartó y el chico se congeló a medio camino, para después retirar su mano.

–No podemos detenernos, Jeongin –odiaba escuchar su nombre de esos labios–, sé que estás lastimado, si me dejas podría llevarte en mi espalda.

–Eso jamás –dijo Jeongin con la voz entrecortada por el cansancio. –Caminaré.

Los labios del príncipe se volvieron una fina línea, pero asintió y se puso en pie. Jeongin intentó levantarse, pero volvió a caer.

–Por lo menos toma agua –pidió el otro chico, moviendo un poco su capa. Sobre uno de sus brazos llevaba una bolsa que parecía algo pesada. Se la quitó y sacó una cantimplora, ofreciéndosela. Pero Jeongin no la tomó. –Juro que todo lo que viene en esta bolsa lo preparó Minho, no voy a envenenarte o algo así. Necesitas refrescarte, tal vez eso te dé fuerzas.

Jeongin lo consideró y con cuidado de no tocar un centímetro de la piel de la otra persona, tomó el objeto y lo llevó a sus labios. El agua fresca sin duda fue de ayuda. Pero no tomó demasiada. Aun así, antes de volver a ponerse en marcha, ambos chicos orinaron en lo árboles, Jeongin lo hizo lo más alejado que pudo del otro.

Se volvieron a poner en marcha y caminaron mucho tiempo, demasiado. En el que sólo se podía escuchar sus respiraciones entrecortadas y la vida en el bosque. En algún punto de la tarde el calor comenzó a hacerse más intenso y ambos se quitaron las largas y pesadas capas que llevaban. De todos modos, en el desolado bosque no tenían que esconderse de nadie y no había señales de que los hubieran encontrado.

This love is full of fairytales ⊰ HyunIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora