Jeongin se preguntó si todo aquello iba a ser algún tipo de discusión y acuerdo entre príncipes de los ambos reinos. No encontraba alguna razón en ello, pero eso haría que tuviera sentido el que lo arreglaran lo más formal que se puede dejar a un preso.
Observó detenidamente al chico. Tenía el cabello oscuro y un poco largo, era alto, más alto que Jeongin, y delgado, muy guapo y al igual que su hermana tenía lunares en la cara, más específicamente uno debajo de su ojo. Sostenía una copa de cristal en su mano, llena de un líquido oscuro.
Se observaron sin hablar, Jeongin no estaba seguro de qué pensar de ese chico, su expresión no le decía nada. Dando un último buen trago de lo que creía era vino, el otro chico pareció salir de su trance y miró a su madre quién lo miraba impaciente, Minne con una pequeña sonrisa burlona en los labios.
El príncipe sacudió ligeramente su cabeza y la volvió hacia Jeongin, de repente su mirada había cambiado y el chico no pudo evitar dar un paso atrás. En sus ojos había odio.
El chico más alto dejó la copa sobre un saliente de la pared, y se acercó a Jeongin. Lo tomó por la barbilla demasiado fuerte, lastimándolo. Movió su cara de lado a lado como para observar los golpes que la adornaban y sonrió.
–Eso es lo que te mereces –le dijo al oído y Jeongin comenzó a temblar.
Se sintió estúpido por esperar algo bueno de esa familia. No contestó, simplemente alejó su rostro de la mano del otro chico, quien torció los labios. Lo giró hacia él y una mano grande descendió hacia su mejilla, el golpe generó un sonido seco.
–¿Cómo te atreves? Soy un príncipe y tú no eres más un preso. Existes para servirme. Así que sírveme.
La voz estaba carente de emoción, y eso asustaba más a Jeongin porque no podía leer lo que estaba pasando. El príncipe lo tomó por los hombros y aplicó la suficiente fuerza hasta que el chico terminó sobre sus rodillas.
Jeongin comenzó a comprender cuando vio la misma escena de hace unos días aparecer frente a sus ojos. El chico deshaciéndose de las ataduras de sus pantalones, él a la altura de su miembro. No podía aceptarlo, así que empujó a la persona frente a él y como pudo se puso de pie, y corrió hacia la puerta, pero ésta estaba completamente trabada, no podía huir. Se sintió estúpido por haber corrido en esa dirección, debió haber intentado llegar a la copa, que tal vez le serviría como arma. Se giró a tiempo de ver al guardia acercarse a él y al otro chico deteniéndolo en el acto:
–Él es mío –dijo. Y Jeongin se sintió asqueado.
El guardia retrocedió y volvió a su puesto, el príncipe se acercó a él y Jeongin con las pocas fuerzas que le quedaban levantó sus manos en puños, dispuesto a pelear. Eso hizo que el otro chico se detuviera un segundo y una mirada casi lastimera atravesara su mirada, Jeongin sabía que se estaba burlando de él, que no lo consideraba un oponente de verdad, pero al menos lo iba a intentar.
El otro chico se acercó a una gran velocidad y la cabeza de Jeongin que hace días que estaba entumecida no pudo reaccionar a tiempo, un puño lo alcanzó en el estómago y eso fue suficiente para mandarlo al suelo. El príncipe se subió sobre él, estaban cara a cara, se bajó los pantalones y le bajó los pantalones a Jeongin quien temblaba violentamente. Podría haber forzado al chico a abrir las piernas, pero en el último momento lo giró y lo embistió desde atrás.
Jeongin sintió el dolor atravesar su parte trasera, el pene del chico no era tan grande como el del otro hombre y sus movimientos no eran tan salvajes, pero aún así lo lastimaba.
–Cual zorra como tu madre –le dijo y después Jeongin sintió unos dientes sobre su oído. Sólo que la mordida no era con intenciones lujuriosas, quería morderlo literalmente. Al grado que la carne se abrió y gotas de sangre cayeron sobre el piso.
Jeongin quería gritar, pero el acto terminó con la mordida, ni siquiera estaba seguro de que el otro chico hubiera llegado a lo que buscaba. Todo había pasado demasiado rápido y quería sentirse aliviado, pero no podía, porque una vez más había sido usado y lastimado, y se sentía cansado de intentar convencerse de que debía aguantar porque alguien venía a su rescate, porque eso no era lo que estaba pasando.
–Debo decir, que imaginaba que valdría más la pena –se quejó el príncipe dejando a Jeongin en el suelo y levantándose mientras acomodaba su pantalón, el soldado le pasó un pañuelo con el cual limpiarse las manos.
La puerta se abrió y entró la reina de nuevo acompañada con su guardia. Minne seguía en el otro cuarto, observando por el vidrio y pareciendo gratamente sorprendida.
El príncipe Hyunjin miró a su madre con algo parecido al coraje, pero más profundo Se paró a su lado.
–¿Ves? En serio tenía que estar con este bastardo para que me creyeras, ¿no? –Y salió de ese lugar.
Jeongin se sentía humillado, demasiado humillado. Él era el que había sido obligado contra su voluntad y ese bastardo era el que se quejaba. Para esa familia él no era más que basura, basura con la que daba asco tener el más mínimo contacto.
La reina simplemente bajó la mirada hacia Jeongin, lo observó un momento y a Jeongin le pareció verla suspirar aliviada. La odiaba, en serio que lo hacía, los odiaba a los tres. Odiaba a esa maldita familia.
–Llévenselo, mañana será el gran día –y tras decirlo se fue.
Jeongin no era tonto, y estaba demasiado cansado como para intentar engañarse. Esa sería su última noche sobre la faz de la tierra y no había nada que pudiera hacer para detener esa verdad.
No pregunten... 😣
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This love is full of fairytales ⊰ HyunIN
FanfictionEl príncipe heredero Jeongin despierta cuando está siendo transportado en un carruaje, por las cadenas que lo atan sabe que ha sido secuestrado. Pronto descubre que el reino enemigo es a dónde se dirige, conocerá y sufrirá a manos de la familia re...