El día pasó más rápido de lo que le hubiera gustado a Jeongin, Eunri y la joven, Hana, prepararon un desayuno sencillo; ellos se habían ofrecido a ayudar pero la mujer insistió en que no era necesario. Cuando todos se sentaron a la mesa, platicaron de cosas triviales, o Jeongin lo hizo, el príncipe sólo lo observaba. Por la tarde habían tenido que realizar tareas de la granja, a pesar de su pie lastimado y de la negativa de su anfitriona, Jeongin ayudó con la recolecta de frutas y verduras, y Yul había tomado al príncipe para que lo ayudara a alimentar a los animales.
Mientras arrancaban las zanahorias de la tierra Yae, la niña, se acercó a él y con sus manitas llenas de barro tocó la mejilla de Jeongin, manchándolo. Rompió a carcajadas y él no pudo evitar reír con ella por algo tan tonto, él levantó sus manos sucias y comenzó a perseguirla para cobrar su venganza, la niña se alejó de él riendo para no ser alcanzada. Jeongin se sintió alegre después de mucho tiempo, finalmente la niña se escondió entre las faldas de su madre que también sonrió al ver a su hija feliz. Jeongin sonrió, y se puso derecho cuando el juego terminó, percatándose de que el príncipe lo observaba a lo lejos. Volvió a su tarea.
Para cuando terminaron, la hora de la comida ya había pasado y estaban más cerca de la hora de la cena, así que después de comer una buena porción de carne con verduras, la mujer los llevó directamente a un cuarto para que pudieran descansar.
–Espero que no les moleste compartir habitación… es la única que tenemos, la cama no es tan cómoda, pero de algo servirá –dijo abriendo la puerta de la habitación.
Ambos chicos agradecieron y entraron. Por alguna razón el espacio parecía demasiado pequeño para ambos, pero no se quejaron.
–En un momento les subimos agua caliente y ropa limpia para que puedan limpiarse –y dicho esto se fue.
Ambos chicos se miraron, Jeongin decidió sentarse en la cama pues, aunque su pie ya no dolía tanto, estaba cansado.
El príncipe se sentó en una silla vacía que se encontraba en el lugar, dejando la bolsa de viaje en el suelo. En el pequeño cuarto sólo había una cama, un ropero, una silla y otro pequeño cuarto sin puerta que era lo que parecía el baño, con una tina improvisada a raíz del suelo en la que en realidad ninguno de los dos cabría.
Tal como dijo la mujer, no mucho después llamaron a la puerta. Jeongin iba a levantarse, pero el otro chico le hizo una señal de que se quedara dónde estaba y se levantó a atender. La señora y la joven dejaron dos cubetas con agua caliente y ropa limpia que probablemente sería de su marido. Mientras el príncipe tomaba las cubetas, Hana lo observaba desde detrás de su madre y cuando éste les agradeció sonrió tímidamente y se puso un poco roja, Eunri sonrió restando importancia con un movimiento de su mano. Después de eso se fueron.
–Parece que les gustas –le dijo Jeongin.
El príncipe simplemente frunció el ceño mientras cerraba la puerta.
–Deberías ir a bañarte –dijo simplemente, Jeongin no lo discutió.
Unos momentos después salió del cuarto de baño con ropa que a pesar de ser un poco grande por lo menos estaba limpia. El otro chico hizo lo mismo.
Al salir sólo llevaba los pantalones puestos, Jeongin se dio cuenta que se había dejado la camisa en la silla. También se dio cuenta de la herida roja en el abdomen del chico.
–Estás herido –observó.
–No es nada –contestó el otro, sin tomar mucha importancia a la herida.
–Podría infectarse –dijo Jeongin.
–No es nada –repitió el chico.
–Ven aquí –ordenó Jeongin al tiempo que se levantaba y tomaba la bolsa del piso. Sacando el bote de ungüento.
–Enserio no es nada, Jeongin –dijo cansado.
–Tú me ayudaste, quiero ayudarte. –Jeongin estaba frustrado. No sabía si se refería a la vez del río, cuando lo había salvado de ese soldado o cuando lo había cargado mientras huían–. Por favor.
Rendido, el príncipe se sentó en la cama. Jeongin se sentó a un lado de él. Primero observó la herida, era un rasguño lo suficientemente profundo para estar al rojo y con cada movimiento supurar unas cuantas gotitas de sangre. Probablemente la habría hecho la punta de una flecha durante el forcejeo.
–Parecías conflictuado cuando dije que les gustabas –comentó Jeongin mientras comenzaba a untar la pomada–. ¿Por qué?
–Estoy harto de gustarle a la gente –dijo el chico–, eso es todo.
–No lo entiendo… eres un príncipe, ¿por qué no te gustaría gustarle a tu pueblo? –Jeongin cuestionó. Pensando en sí mismo, y en cómo siempre buscaba la aprobación de su gente.
–Está bien, es tu turno –evadió el príncipe agachándose frente a Jeongin para tomar sus pies.
–Quiero saber –pidió Jeongin sin dejar estar el tema anterior.
Hyunjin suspiró, sacando nuevas vendas de la bolsa, que ahora parecía más vacía.
–Antes me preguntaste por qué te había ayudado… –dijo mientras comenzaba a tratar las heridas–. No me siento orgulloso de admitirlo, pero, no lo hice realmente por ayudarte, Jeongin. Lo hice por ayudarme –agachó su cabeza–. El problema de gustarle a la gente es que te vuelves algo que ellos quieren, algo que ellos desean, te conviertes en una moneda de cambio. El puente perfecto para llegar a ciertas metas.
El chico sonaba ahogado mientras hablaba. Cada vez agachaba más su cabeza.
–Lo siento, yo no comprendo –dijo Jeongin con sinceridad.
–Mi madre no es tan amada por su pueblo como piensas, no le ha dado guerra a tu reino porque constantemente tiene problemas con su corte. Y resulta que yo le gusto demasiado a su corte. Hombres y mujeres… ¿comprendes?
Jeongin tragó saliva y negó. Por la manera en que el chico lo explicaba no podía ser nada bueno.
–Justo después de que mi padre muriera… Mi madre comenzó… –tragó saliva–, comenzó a ofrecer mis servicios, a cambio de lealtad, tratados, acuerdos… Cualquier cosa que pudiera servir para unificar al reino y poder llevar la guerra a Levanter. Ella no ha olvidado lo que pasó entre mi padre y tu madre.
–¿Qué clase de servicios? –preguntó Jeongin, porque no podía creer que fuera lo que pensaba.
–Creo que lo sabes, Jeongin… Ella me entregaba… –tragó–. Me entregaba sexualmente a cualquiera que me quisiera y que pudiera darle algo a cambio.
Jeongin se horrorizó al escucharlo. ¿Cómo una madre podría hacerle eso a su propio hijo?
–¿Tu hermana pasó por lo mismo? –preguntó al tiempo que caía en cuenta de algo que había mencionado antes el otro chico–. Espera, ¿tu padre y mi madre? ¿Qué tiene que ver mi madre en todo esto?
El príncipe lo observó con lástima y suspiró, preparándose para una larga charla. Jeongin nunca se había sentido tan corto de información, tan desolado. Tan triste por una persona que lo había dañado gravemente.
Se viene capítulo largo y mucho tea...
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This love is full of fairytales ⊰ HyunIN
FanfictionEl príncipe heredero Jeongin despierta cuando está siendo transportado en un carruaje, por las cadenas que lo atan sabe que ha sido secuestrado. Pronto descubre que el reino enemigo es a dónde se dirige, conocerá y sufrirá a manos de la familia re...