Estos últimos días han sido agotadores. Tris y yo nos levantamos una hora antes que los demás, vamos al comedor y desayunamos algo ligero y nos ponemos a entrenar. Practicamos de todo: disparamos, peleamos, le enseño varios ataques y movimientos, practicamos diferentes lanzamientos con los cuchillos...
Y hoy no era la excepción.
– Me duele todo. – Se quejaba Tris mientras caminábamos hasta los sacos que había en la sala de entrenamiento. – Hasta mis nudillos están rojos por golpear estos sacos ayer.
– Si te sigues quejando no te enseñaré nada más. – Sonreí de lado.
– Sí, instructora. – Nos reímos y estiramos un poco. Últimamente Tris y yo nos habíamos hecho cercanas. Estos días hemos hablado más que nunca, mientras entrenábamos.
– Bien, empecemos. – Me coloqué en posición, delante de un saco rojo. – Para las peleas es muy importante que te centres en el próximo movimiento que hará tu contrincante. Fíjate en sus pies. – Señale a la parte baja del gran saco. – Normalmente usan los brazos para atacar. Ahí podemos ser más listas y utilizar nuestras piernas.
– Y si damos patadas se debilitan más.
– Exacto. – Le hice una demostración y le di una patada al saco. – Intenta dar las patadas en la espinilla. Así cuando se retuerza el enemigo, puedes tomar ventaja y pegarle en la cara, o en el cuello, que es mejor.
– Esto va a ser más difícil de lo que pensaba.
– Vamos, ya has mejorado muchísimo, no te desanimes. Hasta sabes disparar y esquivar los golpes, solo te falta un poco más y en tu siguiente pelea, seguro ganas. – Le sonreí, de forma sincera.
Me coloqué en frente de Tris, las dos nos pusimos en posición. Le hice una demostración de la patada, sin darle fuerte, y de varios movimientos y lugares en los que pegar.
– Bien, te toca a ti.
– Pero no quiero hacerte daño.
– Podré soportarlo. – Dije burlona y me sonrió. – Solo pon en práctica lo que te acabo de enseñar. – Con esto dicho, Tris me dio una patada en la pierna derecha, lo que hizo que me agachase por el dolor. Me iba a dar un golpe en el cuello, como le había enseñado, pero fui más rápida y le agarré el brazo, lanzándole lejos de mí. – Tienes que ser rápida, vamos. Levántate y ataca.
– Esto es muy duro, tú lo haces ver muy fácil. – Me reí y Tris me dio un golpe en la cara. Yo le sonreí y me agaché, arrastrando mi pierna por el suelo, pasándola por sus pies y haciendo que Tris se cayera.
– Vas bien, Tris. Venga. – Le di mi mano para ayudarle a levantarse. Pero aprovechó esto para tirarme encima de ella y darme varios golpes en el estómago. Ya me dolía el abdomen, así que le di un puñetazo en la cara y me levanté, para acorralarla y doblar su brazo, sin hacer mucha fuerza. – Por ahora está bien, dejémoslo aquí antes de que desquites tu ira conmigo. – Bromeé.
– Lo siento. – Las dos sonreímos. Tris se sentó en el banco y yo bajé de la plataforma. Mi mirada pasó a un chico que nos veía con media sonrisa en su rostro. Cuatro. Sonreí inconscientemente.
(...)
– Dios, este pastel de chocolate está riquísimo. – Dijo Christina mientras comía su segunda porción del pastel que habían servido en el comedor.– Puedes comerte el mío, si quieres, no me gusta mucho el chocolate. – Comentó Tris.
– Que no te guste el chocolate en sí ya es un crimen grave, aunque te lo perdono por dármelo. – Sonrió Chris y los demás nos reímos. Yo comía el mío mientras veía como Will y Al hablaban de las clasificaciones.

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𝐒𝐂𝐀𝐑𝐒 || 𝐓𝐨𝐛𝐢𝐚𝐬 𝐄𝐚𝐭𝐨𝐧.
Science FictionUna erudita callada y neutral para algunos; para otros una osada letal, un arma. París Riccia, una chica con una mirada ciertamente misteriosa, más no una chica normal. Había algo en ella que podría romper con todo, menos con un corazón leal. Una...