Capítulo X.

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Nos acercamos cada vez más al techo de cristal, y sonrío inconscientemente. El sol me da directamente en la cara, cierro los ojos por ello y dejo que la luz me salude completamente.

Caminamos por el cristal, pasando por una habitación cilíndrica con paredes hechas también de cristal. A lo lejos, veo los grandes edificios de Erudición, que me acogieron alguna vez.

Cuatro nos dirige hacia otra habitación. Esta es fría y húmeda, y está llena de grafitis por las paredes. Todo está bien iluminado por tubos fluorescentes, que hacen que la habitación parezca moderna, ignorando las tuberías que sobresalen por las paredes.

– Esto es un tipo de simulación distinta, conocida como el paisaje del miedo – Dice Cuatro, alzando las cejas. – La han desactivado para nosotros, así que no será igual la próxima vez que la veáis.

Mi mirada pasa por la habitación, notando que no somos los únicos aquí. Otro grupo de osados están hablando entre sí. Mi mirada cruza con un chico. Me mira fijamente, con los brazos cruzados. Es moreno, bastante alto, casi tan alto como Cuatro. Su mirada es estricta y juzga a cada persona de la misma habitación. Cuando desvío la mirada, me doy cuenta de que Cuatro continúa hablando.

– A lo largo de las simulaciones, hemos ido almacenando datos sobre vuestros peores miedos. El paisaje del miedo accede a esos datos y os presenta una serie de obstáculos virtuales. – Algunas personas se miran entre sí, preocupados, otros sonríen. – Algunos serán miedos a los que ya os habréis enfrentado en las anteriores simulaciones. Otros miedos serán nuevos. La diferencia es que aquí, estaréis conscientes de que es una simulación.

Eso significa que serán divergentes en el paisaje del miedo. Suspiro aliviada. Es una ventaja grande para mí, ya que no tendré que intentar ocultarlo mientras estemos en la simulación.

Mi mirada pasa a Tris, que me mira con media sonrisa. También está aliviada. Aunque esto es demasiado bueno. Nadie notará que somos divergentes, pero también será extraño la variación de nuestra rapidez en las otras simulaciones. Se supone que ahora somos todos iguales, así que Tris y yo tendremos que adaptarnos a ser iguales.

– Tendréis que aprender a controlar tanto las emociones como el cuerpo, combinar las habilidades físicas, que adquiristeis en la primera etapa, con el dominio emocional. Debéis equilibrarlo. – Cuatro deja de mirar a los demás iniciados y se centra en mí. – La semana que viene pasaréis por vuestro paisaje del miedo delante de un tribunal de líderes de Osadía. Será la prueba final, la que determinará la clasificación de la última etapa. ¿Entendido?

Todos asentimos, unos más preocupados que otros. Si hago bien la última prueba, tendré muchas posibilidades de quedar en buena posición y convertirme en miembro. Mis manos tiemblan al pensar que podría no pasar esta fase.

Es inevitable el miedo que recorre mis venas mientras intento organizar mi mente. Las personas hablando me desconcentran, y yo cada vez respiro más irregularmente. Debo asegurarme de que nadie me vea así, pero no puedo escapar. Esta vez no.

– Tendréis dos formas de superar cada obstáculo: o conseguís calmaros lo suficiente para que la simulación registre vuestro pulso, o conseguís enfrentaros a vuestro miedo, lo que obliga a la simulación a seguir adelante. – Se encoge de hombros, sin expresión alguna. – Un modo de enfrentarse al miedo de morir ahogado es sumergirse a más profundidad, por ejemplo. Bien. Os sugiero que aprovechéis la próxima semana para meditar sobre vuestros miedos y desarrollar estrategias para enfrentaros a ellos.

– No parece justo. – Protesta Peter. – Puede haber una variación muy grande entre nosotros, dependiendo de la persona.

Cuatro se queda mirándolo unos segundos serio, para luego reírse irónicamente, mientras que mi vista se centra en Al, que está a algunos metros de mí. Su mirada demostraba miedo, mientras su pie golpeaba el suelo en lo que parecía una serie de pasos marcados. Estaba ansioso. Me mordí el labio inferior, preocupada. La traición no evita la humanidad, y por más que quería matarlo ahí mismo, dentro de mí, había una punzada de dolor y preocupación por él. Había sido un buen amigo, y aún no entendía cómo el corazón de alguien podía tornarse muy diferente de un día para otro. Pero ahora no era el momento de revivir el pasado. No tenía tiempo de pensar.

𝐒𝐂𝐀𝐑𝐒 || 𝐓𝐨𝐛𝐢𝐚𝐬 𝐄𝐚𝐭𝐨𝐧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora