Capítulo VII.

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TW: temas sensibles (agresión, autolesiones, etc.)


Día de Visita.

En cuanto me despierto, lo recuerdo. Doy un suspiro cansado, no he podido dormir bien. El hecho de que los padres de mis amigos estén allí, mientras que yo no sé siquiera si los míos estarán, ese pensamiento hace que me duela mi cabeza...

Cierro mis ojos esperando que el tiempo pase lento. Me levanto de la cama y empiezo a vestirme, todos lo hacíamos. Mi mirada pasaba por la habitación donde dormíamos todos. Rostros emocionados, otros sin expresión alguna. Podría pasar cualquier cosa.

– ¡Atención, todos! – Eric entra a la habitación. Su mirada era dura, pero con un leve tono de diversión por lo que iba a decir. – Os daré un consejo para hoy. Si, por un milagro, vuestras familias vienen de visita... – Paró de hablar para esbozar una sonrisa. Me estaba impacientando. – aunque lo dudo, es mejor no parecer tan unidos a ellas. Así será más fácil para vosotros.

Ruedo los ojos. No hacía falta fingir, en mi caso, nadie vendría, y si lo hacen, no seremos la familia perfecta que pretendíamos ser antes. Miré a Tris, quien estaba seria. Puede que le resulte difícil, a todos nos lo resultaba, pero estoy segura de que su familia no le diría nada malo, la apoyaría.

– Recordad: La facción antes que la sangre. – Dijo mirándome. Alcé mi rostro levemente, haciéndole ver que no me daba miedo. Debía ser una osada. – El vínculo con vuestra familia indica que no estáis satisfechos con vuestra nueva facción, lo que sería una vergüenza, ¿no creéis? – Su voz tiene un tono amenazante, río de mala gana por esto.

Cuando Eric sale de la habitación, termino de vestirme junto con los demás. Me hago una coleta y aprieto mis puños. No puedo hacer nada, solo caminar y esperar encontrarme con alguien.

– Hey, Eve. – Me giro, es Al. – ¿Vamos? – Asiento, fingiendo una sonrisa. Todos los ahora osados nos dirigimos al pozo, donde encontraríamos la alegría o el infierno. Los pasillos se hacían eternos. Caminamos un poco más, pudimos divisar algunas familias.

Cuando nos adentramos en El Pozo, no pude evitar quedarme en la entrada, mientras veía como mis amigos iban con sus familias. Mi mirada pasaba entre la multitud, pero no lograba ver ni un pequeño rastro de mi madre, o de mi padre, o de mi hermana. Nada conocido.

– No sé qué me esperaba. – Susurré, y me senté en una esquina. Miré hacia un lado y vi a Cuatro, quien hablaba con Eric. Nuestras miradas se cruzaron y él no tardó en dar por finalizada su conversación y dirigirse a mí.

– Paris. – Mi respiración se volvió pesada, mis ojos se agrandaron y me levanté deprisa, girando mi cuerpo rápidamente. 

Reconocería esa voz a kilómetros de mí. Me quedé congelada, sin saber qué hacer. Mi mirada estaba puesta en mi padre, quien segundos antes me había llamado. Se podía ver mi sorpresa y miedo en mi rostro, y Cuatro lo había notado, lo sabía.

– Paris, cariño, ven aquí. – Mi madre sonrió levemente. Sabía que le costaba llamarme así después de haber abandonado mi facción. Sabía que no esperaban esa decisión. Ellos no sabían nada.

– ¿Mamá? – Mi voz tembló. Me acerqué a ellos lentamente, con miedo, con duda. Mi hermana estaba a un lado, sonriendo a más no poder. Yo sonreí al verla. Mi madre me dio dos palmadas en el hombro, típico de una erudita que debía mantener su posición y apariencia. Una erudita orgullosa, igual que mi padre. Sabía que Eric me estaba mirando, así que me mantuve recta, seria. – ¿Qué hacéis aquí?

– Tu madre me ha obligado, si fuera por mí no escucharía ni tu nombre. – Sus palabras eran duras, se clavaban en mi pecho como estacas. – Eres una traidora. – Mi padre se veía enfadado, fruncía su ceño mientras soltaba toda su ira en mí.

𝐒𝐂𝐀𝐑𝐒 || 𝐓𝐨𝐛𝐢𝐚𝐬 𝐄𝐚𝐭𝐨𝐧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora