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Para muchos, Sunoo era casi el omega ideal, poseía todo lo que podría gustarle a un alfa a simple vista; su físico era atractivo, su rostro era delicado y tierno, su voz era dulce y su sonrisa dejaba encantado a cualquiera, y a pesar de que no era curvilíneo como la mayoría de omegas deseaban ser, sus brazos ligeramente marcados, su cintura delgada y sus piernas eran suficiente para atraer la mirada de muchos.

Provenía de una familia clase media alta gracias a sus padres que eran accionistas de una reconocida empresa importante del país, permitiéndose tener ciertos lujos sin llegar a lo extravagante, aunque él prefería las cosas más simples, era una persona fácil de convencer, pero eso no significaba que cedería ante cualquier cosa, estaba seguro de eso.

Esa tarde, se encontraba preparándose para una aburrida cena en un hotel al que sus padres fueron invitados debido trabajos, pero él no se sentía del todo emocionado, ni siquiera conocía a las personas que irían, así que no entendía qué tenía que ver en ese lugar, sin embargo, sus padres no accedieron a que se quedara en casa, así que no le quedaba de otra más que prepararse y obedecerles si no quería terminar peleado con ellos.

Luego de dos horas, el reloj marcaba las siete de la noche, la cena empezaría a las ocho, ya debían irse si querían llegar a tiempo. Retocó su maquillaje, dejándolo demasiado simple, así como le gustaba para no tener que lidiar con alfas tontos con los que siempre se encontraba.

—¿Ya estás listo? —su madre apareció, poniéndose un par de anillos en su mano sin apartar la vista de él bajo el umbral de la puerta.— Debemos irnos ya, sabes que tu papá odia llegar tarde.

—Vamos una hora antes, dile que se relaje. —respondió, echando un último vistazo a su no tan formal traje negro.

Odiaba vestirse formal.

—Solo apresúrate. —dijo tras un suspiro, dejándolo solo de nuevo.

Sunoo bufó, y luego de tener todas sus cosas, salió de su habitación en dirección al auto de sus padres en donde ya lo estaban esperando. Lo primero que notó fue la dura mirada de su padre, y ya sabía lo que eso significaba.

—¿No creíste conveniente vestirte con algo más bonito? Vamos a una cena, Sunoo.

—Aquí vamos de nuevo. —murmuró, recostándose en la ventana sin prestar mucha atención a sus regaños.

El señor Kim no estaba satisfecho con su hijo. Para empezar, él deseaba tener un alfa, alguien con quien pudiera entenderse mejor y que pudiera asumir el papel como hombre de la casa cuando él no estuviera, sin embargo, la vida le dio un omega, y no cualquier omega, sino que uno poco convencional y malcriado con quienes no debía. Muchas veces tuvo que disculparse con algunas familias cuando su hijo terminaba abofeteando o rechazando a algún alfa, y ese comportamiento lo tenía muy cansado, no podía ir por la vida controlándolo, menos a esa edad en la que ya tenía que empezar a conseguir pareja.

—Déjalo, cariño, nuestro Sunnie se ve muy lindo hoy. —intervino la señora Kim, girándose hacia su hijo para darle una sonrisa amable— Siempre te ves guapo.

—Gracias, mamá. —le sonrió también, entendiéndose mejor con ella por su naturaleza de omega, alejando la molestia que su padre le había causado.

—Él seguirá así hasta que dejes de consentirlo tanto. —el señor Kim se dirigió a su esposa sin apartar la mirada del camino.

—Bueno, regresemos entonces y espera a que se ponga algo más adecuado, según tú.

—No tenemos tiempo para eso, ¡tarda dos horas en vestirse!

—Entonces deja de molestarlo, no harás que cambie con eso, ¿o si? —se mantuvo seria.

Meant to be. ‹𝟹 HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora