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Sasuke arrojó un Kunai en un dirección y se clavó a centímetros de sus pies, provocando que su corazón latiera acelerado.
—Si tanto dices amarme entonces tómalo y mátala. —tronó, duro e inflexible.
Karin gimió desde el suelo, desplomada con una herida de gravedad mientras sus ojos aterrorizados observaban al Uchiha y a ella de vuelta.
Aclaró su garganta, sin aliento y tomó el arma entre sus manos, dándose cuenta de la mirada del Uchiha clavada en sus acciones. Se acercó a la pelirroja en el suelo, poniéndose en cuclillas y sus cejas se fruncieron cuando de inmediato sus manos empezaron a temblar.
Sasuke Uchiha se había vuelto loco, no estaba pensando. Pero la verdadera loca era ella por lo que estaba a punto de hacer. Escuchó los pasos en dirección a ambas y lo hizo.
Sakura tomó a Karin del cabello de forma ruda, ignorando la sorpresa en sus ojos carmesí, apuntó con el Kunai a su torso y la apuñaló. Los pasos a su espalda se detuvieron, e inmediatamente sus manos cerraron las heridas debajo de la capa, mientras llevaba la otra al pecho de la chica que gorgoteaba sangre por la boca.
Curar heridas no era lo único que aprendió de Tsunade Senju. En un instante su mano emanó una cuchilla de chakra, ubicando su corazón y lo paró de golpe. La respiración obstruida de Karin paró de repente y murió.
Los ojos de Sasuke eran sombríos mientras veía el cuerpo de la pelirroja y luego los puso en ella. —Realmente lo hiciste.
Ella bajó su mirada al suelo, asintiendo. —Porfavor, quiero ir contigo.
Pareció ver una sombra de duda en el chico frente a ella pero desapareció tan pronto como apareció.
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Cuando Sasuke mató a Orochimaru, todos los presos y víctimas de él escaparon, dejando libres todas las bases que este usaba como fortalezas llenas de experimentos nunca concluídos. Los lamentos y muertes de todas esas personas estaban grabados en cada pared de la fortaleza subterránea con sangre.
