¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ella lo estaba evitando.
Casi podía escuchar los fuertes pensamientos de Sakura Haruno ir y venir mientras trataba de arreglar los pesados documentos en sus brazos, no eran una molestia. Él fue testigo del peso que esos brazos podían soportar y destruir, pero no significaba que fuese indiferente al dilema de ir y arrebatarle esos papeles para que se dignara a verlo, solo tenía que verlo.
No soportaba estar en el mismo espacio sin que Sakura Haruno le dirigiera un vistazo.
Naruto decía algo a su lado, algo sobre la complicada misión fuera de la tierra al lado de Sai, Shikamaru, la chica de cabello negro que era una copia de Neji Hyuga cuyo nombre no sabía y Sakura; una historia que era narrada cómo una odisea fantasiosa que le costaba creer por el nivel de incoherencias. Cosa que francamente hubiera entendido si no estuviera más interesado en notar las cejas fruncidas de Sakura Haruno mientras leía esos papeles.
Alguien podría pasar y golpear su hombro por accidente, estaba literalmente en medio de la calle pero parecía no sentir el clima invernal a través de su abrigo.
Olió el Ramen frente a él, no se giró. Quizá si dejaba de ver sobre su hombro ella desaparecería.
—Esto es algo triste. —le siseó Naruto:—. Tú plato se enfriará.
—Hmm.
No le interesaba.
Y al parecer Sakura sentía lo mismo por él.
Te lo mereces. Decía su cabeza.
La hizo esperar demasiado tiempo mientras intentaba arreglar el problema consigo mismo, era obvio que se cansaría de esperar una resolución a sus conflictos internos. Se dijo muchas veces mientras recorría el mundo que estaba bien si alguna vez volvía a pisar Konoha y notaba que ella estuviera con otra persona. Qué estaría más que bien si incluso tenía hijos, no sería de su incumbencia. Ella habría avanzado feliz.
Lo cual, lo convertía en un maldito egoísta por irritarse ante esas posibilidades.
Él no podía ofrecerle nada.
Se concentró en el Ramen frente a él, ignorando la fría sensación del viento a su espalda en aquella tienda que frecuentaba de joven.
—Te ves ridículo, Sasuke.
—Cállate.
Naruto ya iba por el segundo plato:—. ¿Porqué? Literalmente ella está ahí y tú estás lamentándote como si alguien hubiera muerto.
Apretó sus labios, picoteando el plato con sus palillos:—. No espero tener una conversación seria contigo. No entiendes.
El rubio golpeó la mesa frente a él, molesto:—. ¿A qué le tienes miedo?
