¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El humo del cigarro se perdía en el aire de la oficina del Hokage, su oficina desde hace cuatro años. Mismos en los que solo hubo un oscuro seguimiento de acontecimientos sombríos que estaban en su mente cada vez que asomaba sus ojos por el gran ventanal a sus espaldas. Konoha se alzaba en el cielo nocturno, brillando como estrellas en la tierra.
Itachi luchó por esa imágen, para asegurarse que siguiera brillando la voluntad de fuego. Y él cometió tantos errores debido a ello que aún una muy pequeña parte de él todavía quería reducir a cenizas aquel lugar, sin embargo, eso no es lo que querría Itachi, ni Naruto Uzumaki. Amargo, bebió otro trago de Sake con la mirada clavada en la puerta.
Se batieron en una pelea, uno ganó y sobrevivió...eso fue todo.
El sabio de los seis caminos fue quien se hizo cargo después de que el ciclo de odio se rompió con la muerte de Naruto.
Aceptó el resentimiento silencioso de su ex equipo, el de todos en la alianza cuando miraron su cara y no la de Naruto. Aceptó la rehabilitación que sentía en su momento que no merecía, y dejó que fuese Kakashi quién decidiera lo que sucedería después, pues su estado de fragilidad mental no lo dejaba descansar en paz durante las noches en las que la voz del rubio lo atormentaba. Kakashi quiso que el legado de Itachi y Naruto cobrará vida a través de él.
Y se sintió lo más adecuado en su momento, ¿Las consecuencias? En ese momento era el hokage más joven en ser nombrado.
Sus dedos casi rompen el cristal del vaso al repasar esos recuerdos, devolviendo su mente al presente.
Había terminado de entrenar recientemente, a sus veintiún años de edad estaba en su mejor forma física debido a la rehabilitación obligatoria a la que Sakura lo indujo después de aceptar la prótesis hecha con células de Hashirama.
Sakura.
La puerta fue abierta en ese momento después de unos toques, y la conocida figura de Shikamaru Nara entró en silencio. No era un fan de él, y el sentimiento era mutuo, no se agradaban y sabía que había luchado con uñas y dientes contra la decisión que la quinta hokage y el consejo de ancianos decidió; inútilmente no consiguió nada, solo le quedaba abogar por la paz de konoha a su lado.
Los ojos fríos del hombre se clavaron en su cómoda posición en la silla:—. No se supone que un hokage entrene cuando hay muchas cosas que aprobar y hacer.
—Es por eso que tú haces el papeleo. —exhaló el humo del cigarro que sostenía, mirando como perdía los estribos fácilmente.
Shikamaru tenía una vena que resaltaba en su frente al momento que arrojó una columna de papeles en su escritorio:—. Estos requieren tu autorización especialmente.
