–LEN–
Pasaron tres semanas.
La situación no mejoró. Era cuestión de horas o días. En cualquier momento los agentes del gobierno se presentarían en su casa y en la de Rin para llevárselos y sus padres, impotentes, no podrían hacer nada.
Cada vez que volvían del instituto, llegaba a su casa con el horrible presentimiento de que iba a encontrarse con enviados del Estado. Además, sus sueños del laboratorio y los disparos eran cada vez más frecuentes y reales. Su temor crecía y crecía, al igual que el de Rin.
Sus amigos insistían en que sus padres hallarían la solución. Len intentaba creerlo, pero en el fondo sabía que era imposible. Si no lo habían conseguido en un mes... ¿cómo iban a hacerlo en unos días? Aun así, intentaba seguir con su vida normal. Terminó el trabajo con Jay; quedaban cuatro días para presentarlo. Quedaba con Rin todas las tardes para disfrutar el poco tiempo que les quedaba juntos, aunque ninguno de los dos se atrevía a mencionarlo. Su amistad con Nelly y Kyra se hizo más fuerte.
Sí, cuando se lo llevasen, dejaría muchas cosas atrás. Y no quería hacerlo.
–Hoy. Hoy van a venir –le dijo a Jay una mañana.
–No, Len. No voy a permitirlo, y hablo en serio. ¿Crees que voy a dejar que se lleven a mi mejor amigo? Además, no pueden hacerlo; no así, sin más.
–¿De verdad crees eso? ¡Son agentes del gobierno, por el amor de Dios! –resopló Len–. ¡Mis padres no van a poder hacer nada! Y con lo complicado que es el proceso de adopción dudo que... dudo que vuelva a verlos.
–No digas eso, tío. –Jay le agarró del hombro–. Eh, mírame. Somos tus amigos. –Kyra, Nelly y Rin aparecieron tras él–. Y no vamos a dejar que te hagan nada. Ni a ti ni a Rin. Los dos os vais a quedar en Sky Town.
Len clavó la mirada en el suelo. Sabía que era imposible, pero se resignó. Se encogió de hombros.
–Si así lo crees... Es igual. Te lo agradezco, Jay, pero tenemos que ser realistas.
Jay negó con la cabeza.
–Si fuésemos realistas, la vida sería una mierda.
–Chicos –intervino Kyra–. Si Len está tan seguro de que van a venir hoy, hagamos esto. Quedemos todos en casa de Rin esta tarde. Les plantaremos cara.
Jay la miró.
–Esa es mi chica.
–RIN–
A las cuatro de la tarde, el timbre de su casa sonó. Rin bajó las escaleras dando saltos a pesar de la tristeza del ambiente; era incapaz de perder del todo la alegría, algo natural en ella.
–¡Abro yo!
Sus padres no respondieron. Estaban en el salón, inmersos en una montaña de papeles y observando la pantalla del ordenador, desesperados. Tenían que poder hacerlo. No podían permitir que se llevasen a su hija.
Al otro lado de la puerta esperaban Jay, Kyra, Len y Nelly. Traían bolsas de patatas, refrescos y dulces para pasar una gran tarde, intentando dejar de lado el hecho de que eran conscientes de que los agentes llegarían, si no ese día, al siguiente.
–¿Dónde dejamos todo esto? –preguntó Kyra al entrar.
–En mi cuarto. No entréis en el salón, mis padres están... intentado resolver lo de los papeles –respondió Rin.
ESTÁS LEYENDO
Rin, Len y el Club de los Frikis
Teen Fiction"Hola a todos, me llamo Len Kagamine" Estas fueron sus primeras palabras en el Instituto de Educación Secundaria de Sky Town. Lo que no sabía era que a partir de ahí su vida cambiaría por completo. Haría nuevos amigos y nuevas enemistades, se meterí...