Capítulo 10

451 39 2
                                    

-RIN-

Rin pasó todo el camino de vuelta a su casa pensando en Len.

Todavía estaba alucinando. Eran i-dén-ti-cos. Ojos azules, pelo rubio, piel clara, misma estatura, nariz pequeña, manos finas y suaves... Aunque por dentro no podían ser más diferentes.

Rin era alegre, cabezota, amigable y dulce. Len era arisco, antisocial y tranquilo.

-Menudo tío...- masculló Rin mientras pasaba por la calle donde por la mañana había visto a aquellas chicas tan guapas.

De acuerdo, sí, habían empezado con mal pie, pero cuando había intentado disculparse... ¡Vaya con Len! ¿Cómo se podía ser tan antisocial? Había tenido una mezcla de rabia y asco dibujada en el rostro durante toda la presentación.

Y no había parado de escuchar música, incluso cuando Celia estaba explicando.

-Desde luego...- continuó mascullando mientras volvía a casa.

Torció a la izquierda y rápidamente llegó a su casa.

Su padre estaba en Nueva York, intentando vender un nuevo producto de la empresa. Su madre, en cambio, la esperaba en el salón.

-¿Cómo te ha ido?

-Len es un imbécil- fue lo primero que dijo Rin.

-JAY-

La música, a todo volumen, hacía vibrar los cristales de la casa.

Cientos de luces de colores parpadeaban a distintos ritmos, dejando el salón a oscuras a intervalos irregulares. Gritos, risas y el sonido de vasos de cristal al romperse. Gente saltando a la piscina del jardín y otros emborrachándose en el interior. El aire apestaba a alcohol y a tabaco.

Jay y Ricardo llegaron a la casa de Dereck a eso de las ocho de la tarde. El sol todavía estaba en el cielo, como una bombilla que cada vez estaba más cerca de apagarse.

-¡Hombre, chicos! ¡A buenas horas llegáis!- les saludó Dereck. Desde luego, ya llevaba varias cervezas encima.

Jay se encogió de hombros. Todavía estaba pensando en Kyra. Ricardo le dio un codazo y le animó para que se soltase un poco y olvidase a su novia unos instantes. Jay no se veía capaz, pero se dejó arrastrar al centro del salón, donde una aglomeración de adolescentes bailaba y saltaba al son de la música.

-¡Vamos!

La canción Summer de Calvin Harris estaba sonando. A Jay le encantaba ese cantante, DJ... como quisieses llamarlo.

Empezó a bailar con algo de timidez al principio, sintiéndose culpable por ir a pasárselo bien en un momento como aquél, pero enseguida dejó las preocupaciones a un lado y se dejó llevar por la música.

El tiempo fue pasando y Jay acabó sentado en el sofá, con una botella de cerveza en una mano y los ojos enrojecidos del cansancio y el alcohol. Sentía una extraña felicidad por dentro y tenía las mejillas ruborizadas.

-¿Cómo te encuentras?- le preguntó Ricardo, que también llevaba más de tres cervezas.

-¡Mejor que nunca!- gritó Jay, poniéndose en pie para volver a bailar.

Ya eran las nueve y media, y el sol comenzaba a desaparecer en el horizonte.

-LEN-

Llegó a su casa a las tres y media. No tenía ganas de que sus padres le preguntasen que qué tal le había ido, si había hecho amigos y tal... Si había sacado algo en claro de aquella insípida mañana era que no le gustaba su nuevo pueblo, Sky Town, y tampoco su nuevo instituto.

Se habían mudado ese verano por motivos del trabajo de su padre, que era médico, y le habían destinado al hospital de Sky Town.

Le dio una patada a una piedra que había en medio de la acera y continuó caminando.

Cuando alcanzó su casa, llamó al timbre dos veces. Su madre le abrió rápidamente. Seguro que llevaba un buen rato detrás de la puerta, esperando ilusionada a que su hijo llegase para machacarle a preguntas sobre el nuevo instituto.

-Ha ido bien, mamá- dijo Len antes de que ella pudiese preguntar nada-. Creo que me estoy haciendo amigo de una tal Nelly- agregó, recordando cuando la profesora Celia continuó pasando lista.

Su madre no dijo nada durante unos instantes. Después, con los ojos llorosos, le abrazó.

-KYRA-

-¿De verdad quieres que entremos ahí?- preguntó Kyra por enésima vez.

Reconocía esa casa. Era la de Dereck. Seguramente Jay estaría dentro.

-¡Sí! No te preocupes por Jay, seguramente esté lamentándose en su casa por lo que ha hecho- sonrió Charlotte.

Kyra sopesó la situación y acabó asintiendo.

-Vamos dentro.

El sol estaba a punto de desaparecer en el horizonte. Probablemente su padre ya estaría en casa, pero le daría igual que su hija no estuviese allí. Sólo tenía ojos para su novia.

Entraron en la casa por la puerta principal, que estaba abierta de par en par. El olor a alcohol y a tabaco casi hizo que Kyra saliese de allí escopetada.

-Hola, Kyra- saludó Dereck, que andaba por allí con un par de chicas.

-Hola- contestó ella secamente.

-Jay está en el salón, por si te interesa.

Kyra palideció al oír aquello. No se sentía preparada para verle tras la pelea.

-Vámonos de aquí, Charlie- suplicó a su amiga.

Charlotte negó con la cabeza.

-Hay un montón de gente, no tienes por qué encontrártelo.

Kyra resopló y siguió a su amiga hasta el jardín, donde también había más gente bailando. Enseguida se unieron a la fiesta y empezaron a saltar, girar y gritar.

A eso de las diez, Charlotte se acercó a Kyra con dos copas de tinto de verano. Le dio una a su amiga y se quedó la otra. Kyra le dio un sorbo, y otro más, y otro más.

El vino que habían utilizado tenía bastante alcohol, por lo que Kyra no tardó en sentirse más contenta y despreocupada. Se mezcló entre la multitud sin saber bien a donde iba, tan sólo con ganas de pasárselo bien.

En el fondo de su mente, su conciencia le decía que aquello estaba mal, pero su voz no tardó en quedar silenciada por un río de alcohol.

Fue acercándose a la piscina con pasos temblorosos. Tenía que pasar a su lado para volver al interior. Ya no tenía tantas ganas de bailar y quería echarse un rato en un sofá o en la cama de alguna habitación.

Entonces alguien le empujó y perdió el equilibrio. Iba a caerse a la piscina.

Pero en el último momento alguien la sujetó.

Era Jay.

Rin, Len y el Club de los FrikisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora