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El cielo se encontraba totalmente negro, sin ninguna estrella y sin ningún rayo de luz de la luna. Ha excepción de una luz completamente diferente la cuál desearías nunca ver tanto de día como de noche, mucho menos en tu propia casa.

Los cristales se rompían por las llamas dentro de la casa, las habitaciones estaban cubiertas de humo, ya que el fuego se encontraba en la planta baja. Pero eso duraría muy poco tiempo, porque el fuego estaba consumiendo todo a su paso. Te preguntarás;
¿Qué pasa con los bomberos? ¿Dónde están los vecinos entrometidos que no tienen nada mejor que hacer que espiar tú vida privada? Pues simple, esté barrio es para personas con dinero e importantes, así que no son los típicos vecinos entrometidos, eran vacaciones de verano y está más que lógico que ninguna casa a los alrededores se encontraba habitable y menos por la noche. Así que sin vecinos entrometidos, no hay servicio de emergencia.

Mientras la casa se encontraba ardiendo en llamas, en el patio trasero se encontraba una piscina hermosa con luces a su alrededor, con mesas y sillas de jardín. Aunque a simple vista era hermoso, algo no cuadraba, porque no era para nada normal ver a un hombre uniéndose en la piscina, al parecer no le importaba en lo absoluto que su casa se esté incendiando o que él mismo se esté ahogando, de hecho él deseaba que eso pasara, así podría acabar con sus días de infelicidad.

-Tal vez la maldición Uchiha de mi vida anterior, exista también en esta dimensión, aunque de una forma muy distinta- pensaba aquel azabache mientras trataba de ver el exterior debajo del agua, su cuerpo ahora tocaba el suelo de la piscina.
-¿Así es cómo terminará mi vida? Bueno creo que es mejor que cuando morí en mi vida pasada... Soy Óbito Uchiha, tengo 20 y me estoy dejando morir, tal vez te preguntes ¿cómo es que llegue a este punto?... Bueno dicen que ves tú vida pasar antes de morir, así que velo por ti mismo, yo ya me sé cada parte de mi vida así que adelante... Conoce mi historia- pensaba al cerrar los ojos.

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20 Años atrás

-Señor Yue Uchiha- le llamó un doctor algo viejo a la sala de espera del hospital. -Le tengo malas noticias, su esposa se encuentra en un estado crítico, me temo que tendrá que decir entre la vida de su esposa o la de su hijo...- aquellas palabras fueron como dagas en el pecho del Uchiha, no sabía que hacer, era una decisión bastante difícil. Apesar que en el pasado habían hablado de ello, acordando así que la vida del bebé sería al que elegirían sin dudarlo, ya que era un deseo que ambos anhelaban, tener un bebé, pero el perderse uno al otro no era fácil de digerir.
Si escogía a su bebé, él tendría que criarlo solo, aunque tenía a sus hermanos y su padre no quitaba el hecho que estaría solo con su bebé, pero si decidía salvar la vida de la mujer que siempre estuvo a su lado desde primaria, ella caería en una profunda depresión y además su enfermedad que ya la estaba consumiendo por dentro, avanzaría aún más dejándola postrada en una cama y eso era lo que quería evitar, que sus últimos días sean infelices.

Así que con todo el dolor del mundo, tomo una decisión.
-Salve a mi bebé... Por favor- la voz se le quebró por un segundo, pero su mirada reflejaba determinación. El doctor le dio una mirada de pena, pero aún así asintió y sin más que decir se retiró. Dejando al hombre derramando lágrimas en medio de la sala. -Amor perdóname, pero espero que mi decisión haya sido la correcta- susurró dejando se caer en uno de los asientos vacíos de dicha sala.

Pasaron dos horas y el doctor regresó.
-Señor Yue... Felicidades tiene un hermoso niño- su voz se oía cansada y una leve sonrisa apareció en su cara tratando de aligerar el ambiente, cosa que no funcionó. -Lamento su perdida, pero estoy seguro que ella lo habría querido así-

-Gracias doctor- dijo en un tono casi audible, el doctor le apretó el hombro como muestra de apoyo y sin más se retiró. Yue ahora tenía que avisarle a su familia que ya era padre y viudo a la vez.

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Cuatro personas entraron con prisa a la sala, pero solamente uno se veía desesperado.

-Díganme ¿Dónde se encuentra la sala de operaciones?- la voz de aquel hombre azabache con cabello largo, sonaba desesperada y amenazante, haciendo temblar a la pobre enfermera.

-¡Maddy!, Tienes que calmarte estás asustando a la señorita- hablo con nerviosismo un hombre moreno a su lado con cabello castaño largo.

-¡¡No me vengas con clases de educación social, Hashirama!! ¡¡Y tú dime dónde está la sala, ya que ese es tu único trabajo!!- ahora se encontraba totalmente enojado.

-S-se encuentra en la p-planta baja B, sala A- la pobre mujer solo podía temblar de miedo ante el temperamento de aquel hombre, el cuál se fue corriendo en cuanto escucho la indicación.

-Disculpe a mi esposo/hermano- dijeron al mismo tiempo Hashirama y un joven azabache cabello igualmente largo, haciendo una reverencia y procediendo a caminar con prisa detrás de su cuñado. Mientras tanto un hombre se desviaba tranquilamente del camino para ir a la cafetería.

Mientras que Madara salía apresurado del ascensor, claro que ni siquiera se inmutó en esperar a los demás, giro en un pasillo y al poco tiempo se detuvo al distinguir una sala de espera casi vacía, ya que el único que habitaba el lugar era un hombre con mirada perdida y un aura depresiva. Madara relajó un poco su postura y camino perezosa mente hacia su hermano menor. Al estar al frente lo único que hizo fue levantar bruscamente a su hermano y abrazarlo, Yue parecía desconcertado ya que su hermano mayor muy rara vez tenía este tipo de afecto, pero aún así no se negó al abrazo, realmente necesitaba de ese afecto. Al poco tiempo se separó y otros brazos más lo atraparon, ese era Izuna, su hermanito. Después distinguió a su cuñado quien le daba una mirada de apoyo y posaba su mano en su hombro. Al poco tiempo llegó su otro cuñado, un hombre alto con cabellera blanca y unas mariquitas en su cara, quien llevaba café y pan.

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Realmente el tiempo pasaba muy rápido, más rápido de lo que él creía, quien podía imaginar que el día de ayer por la mañana se encontraba en su casa disfrutando de un delicioso desayuno al lado de su amada esposa embarazada, ahora en la actualidad por la mañana se encontraba enterrando a su esposa y no desayunando con ella como siempre, o por lo menos en la cama del hospital compartiendo una sonrisa con ella. Él entendió de una forma cruel que no todo dura para siempre y que sin saber que lo que más amas en este mundo, se te puede ser arrebatado en un instante.

Hace una semana que había nacido su bebé, Obito Uchiha, ya registrado en Japón.
El nombre lo habías escogido especialmente su esposa y cumplirá su deseo. Su hermano mayor le había propuesto mudarse con y su esposo a Los Angeles, para que tomara un respiro lejos del distrito Uchiha, al final le pareció buena idea, así que se fue junto con su hijo a vivir aunque sea por un corto tiempo, en otro lugar. Agradecía internamente la ayuda de sus hermanos.

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Primer capítulo completado, espero que les haya gustado. Aunque inventé el nombre de uno de los hermanos de Madara, solo para darle un poco de trama.
Me despido, Adiós.

S.H.

Mi vida nueva junto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora