19 🌻

33 5 9
                                    

Encerrado en su antigua habitación, cubierto por la oscuridad total, acompañado de la gracia de la soledad.

Lo más seguro es que su yo del pasado se esté burlando de lo débil que se había vuelto.

Pero cómo luchar contra algo que casi nadie puede vencer y esa es la mente.

Conocida por su gran fuerza de engañar a las personas a su gusto, creando escenarios y torturando psicológicamente al que más dolor haya experimentado. Pero apesar de sus desventajas, aún así la necesitamos para "vivir".

O eso era lo que pensaba Obito al estar enrollado entre su edredón.

La vibración de su teléfono provocó que se diera la vuelta, sin intenciones de ver quién le llamaba por tal vez 20° vez. Sus amigos le llamaban desde que salió del hospital hace un mes, pero sufrió una decaída por lo que le pidió a sus padres quedarse con él en vez de su nuevo apartamento.

Mientras el estaba sumergido en su miseria.
A Madara no le importó siquiera tocar la puerta, ya que sabía que su hijo no le contestaría.

Así que se adentro a la habitación para concentrarse en escuchar su respiración, al comprobar que su hijo seguía con vida, fue a correr las cortinas para que la luz natural entrara por las ventanas.

Tomó la bandeja de comida que él seguía intacta y con un suspiró cansado se retiró de la habitación dejando atrás a su hijo.

Habían intentado incontables veces en convencer que saliera, aunque sea al patio. Pero él se reusaba a dejar su habitación.

Madara ingresó a la cocina para tirar la comida que ya estaba agria por el calor y comenzó a preparar un nuevo platillo, esto con la esperanza de que su hijo coma un poco.

Sintió unos brazos rodear su cintura y miró por sobre su hombro a su esposo que también lucía preocupado.

-¿Cómo lograremos que salga de esa cueva?- se preguntó más para si mismo el castaño.

-No lo sé Hashi, el día de ayer hablé con Itachi. Me contaron que se irán de vacaciones a Hawaii, y me preguntaron que si les daba permiso de llevarse a Obito, pero intenté hablar con él anoche y no me dirigió la palabra- mencionó mientras cortaba fruta.

-¿Y que les dijiste?- preguntó con interés.

-Que se lo lleven a la fuerza si es necesario-

Hashirama soltó una carcajada al escuchar la típica respuesta de su esposo.

-Es por eso que te amo- mencionó dándole un beso en la mejilla. Pero frunció el ceño al poco tiempo, por recordar algo importante que sucederá en dos semanas.
-¿Crees que sea buena idea?- preguntó algo dudoso.

-Lo es, además el contrato ya está hecho- le recordó Madara con seriedad.

-Pero Obito... Creo que no está preparado para una responsabilidad así- intentó hacer entrar en razón a su esposo, pero este ya estaba más que convencido que eso le traerá felicidad para ambas partes.

-Confía en mí, esto será un nuevo cambio para Obito y el nuevo miembro de la familia-

Hashirama asintió, confiando plenamente en las decisiones de su esposo.

-Iré al jardín a regar mis plantas, en seguida vuelvo- le dió un último antes de comenzar su típica rutina mañanera.

Madara seguía picando la fruta cuando escuchó el timbre de la casa sonar.

Extrañado, se dirigió a la puerta solo para llevarse la gran sorpresa de ver a unas 10 personas vestidas completamente de negro y una casual máscara de ladrón que cubrían sus rostros.

Mi vida nueva junto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora