Encomienda al Señor tus acciones, y tus pensamientos serán afirmados.
–Proverbios 16:3–Lucha de pensamientos.
Aurora caminaba en medio de árboles, tratando de dar con el paradero de Adrián. El chico se había ido a caminar un rato, pero no había vuelto. Eduardo le dijo a Aurora que él pronto volvería, ya que sólo necesitaba respirar un poco de aire fresco. Ella no pudo soportar más la incertidumbre, así que le encargó a Eloisa que cuidara a Mateo mientras ella iba en búsqueda de Adrián.
La historia del chico había dejado muy sorprendida a Aurora, tanto que quería brindarle de su compañía para hablar entre ellos. Quizás Adrián no le confesaría nada; pero por lo menos ella estaría ahí para él, dándole la compañía que necesita en este momento.
Aurora llevaba 10 minutos caminando, y aún no daba con el paradero de Adrián. No sabía dónde estaba pisando ya que jamás había estado donde está ahora, así que detallaba todo a su alrededor para no perderse cuando le toque devolverse hacia la casa.
La alegría de Aurora se presentó en su rostro cuando pudo encontrar a Adrián, quien sentado en una gran piedra podía contemplar el cielo lleno de nubes. Aurora caminó hacia él, y llegando a su lado pudo sentarse para hacerle compañía. Los ojos de Adrián estaban rojos de tanto llorar, y unas lágrimas secas permanecían en sus mejillas.
—Te he estado buscando desde hace minutos. Menos mal que no me encontré con un animal peligroso por el camino —comentó ella, queriendo lograr que él se riera.
Adrián mantenía su mirada perdida, siendo atormentado por los recuerdos de su pasado.
—¿Quieres hablar conmigo?
—Me imagino que mi tía ya te contó todo —habló Adrián, saliendo del silencio mientras sus ojos ahora miraban las diversas nubes del cielo.
—Me comentó de Amanda y de Yeison. Lamento todo lo que te pasó, Adrián.
—Las cosas malas tarde o temprano llegan a pasarle factura a las personas malas como yo.
—Tú no eres malo.
—Lo era.
—Pero ya no.
—¿Qué te hace pensar que ya no lo soy? —preguntó él, volteando a mirar a Aurora. Fue en ese momento cuando ella pudo detallar más lo rojizo de sus ojos de tanto llorar —. Hace unas horas atrás me habías llamado delincuente. ¿Ahora no lo soy porque me tienes lástima?
—Adrián, yo...
—Lo sientes —terminó él la frase por ella, volviendo a fijar su mirada en las nubes —. Ya mejor olvídalo, Aurora.
—Aprovecha esta oportunidad que tienes en esta montaña para soltar ese dolor que llevas dentro. Créeme, no eres el único con dolores en este lugar.
—Me cuesta soltar el dolor. De alguna forma siento que los estoy soltando a ellos —comentó Adrián con un nudo en su garganta —. No quiero olvidarlos.
—Amanda y Yeison ya no están. Obvio siempre los recordarás; pero no puedes permitir que el dolor de no tenerlos cerca de ti te destruya.
—Suena tan fácil de decirlo; pero no lo es —dijo él, bajando su mirada para luego tratar de calmar sus ganas de llorar —. Por un momento pensé que Mateo y tú eran ellos —luego de pronunciar esas palabras fue inevitable para Adrián no llorar, así logró hacerlo sin pena de que Aurora lo mirara en ese estado tan decaído.
—Entonces tus tíos estaban en lo cierto —dijo Aurora, con un nudo en su garganta y con las lágrimas asomándose en sus ojos.
—No quería aceptarlo; pero sí —dijo él entre lágrimas.
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Ojos abiertos [En pausa]
EspiritualLas tinieblas quieren ocultar la luz para siempre; pero no es tan fácil. Emmanuel Cisneros es un joven de veintidós años de edad que está en proceso para ser el futuro sacerdote de su pueblo. Muchas de las personas que lo miraron crecer desde peq...