|Capítulo 19|

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¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo.
–Apocalipsis 3:20–

Capítulo 19:
Abrir una puerta.

   Habiendo llegado la mañana, Emmanuel procedió a bañarse por largos minutos en el baño. Sus recuerdos de la noche anterior pasaban como forma de película por su mente, trayendo más preguntas que respuestas. Después de salir del baño procedió a vestirse para luego empezar a cocinar el desayuno. Su estómago aún se sentía un poco adolorido por los golpes que Adrián le produjo, así que en algunas ocasiones trataba de mantenerse erguido y firme para no perder su postura.

   El olor a café recién hecho pudo esparcirse por toda la cocina, siendo un olor totalmente agradable para Emmanuel durante cada mañana en la montaña.

   Cuando pudo servir su desayuno en la mesa de la sala fue sorprendido por unos golpes en la puerta, así que frunció su ceño para después poco a poco acercarse y tomar el pomo de la puerta.

—¿Quién es?

—Soy Aurora. Vengo con Mateo.

   Emmanuel abrió la puerta con mucha calma cuando escuchó a Aurora del otro lado, y cuando pudo verla no dudó en mostrarle una amplia sonrisa para después cargar a Mateo en sus brazos.

—Vaya, me alegra mucho que los dos estén aquí —dijo Emmanuel, dándole un beso a Mateo en su pequeño cachete derecho.

—Por Dios, Emmanuel. ¿Qué te pasó en la boca? —preguntó Aurora, sorprendida por el moretón que se le podía mirar a Emmanuel en la cara.

—Adrián vino anoche y me golpeó.

—¿¡Qué!?

—Pasa a la casa. Te tengo que platicar lo que me dijo.

   Emmanuel se sentó en la silla donde empezaría a comer, y en su regazo sentó al pequeño Mateo para darle de comer un pedazo de pan. Aurora se sentó en una silla a su lado, muy curiosa por conocer lo que había hecho Adrián.

—¿Por qué Adrián te hizo esto?

—Está celoso y muy molesto porque piensa que yo seré tu pareja y también el padre de Mateo. Aparentemente anoche te escuchó cuando le dijiste a Eloísa que nosotros tres nos iríamos de la montaña.

—Lo sabía. Yo tenía el presentimiento que él vendría; pero Eloísa me dijo que no lo haría. Ciertamente anoche él se puso furioso porque me escuchó hablar con Eloísa referente a eso; pero ambas le pedimos que se calmara y que no confundiera más las cosas. Hasta Eduardo tuvo que meterse en el asunto porque Adrián estaba muy molesto. De verdad lamento mucho lo que te pasó, Emmanuel. Hablaré con Adrián seriamente porque esto tiene que parar.

—Adrián necesita ayuda espiritual y también mental. Todo lo que le está ocurriendo no está bien.

—Claro que lo necesita. Es más, debería de acompañar a los hombres que están ayunando en una de las chozas, quizás ellos puedan ayudarlo a entender un poco más la parte espiritual de su vida en este momento. Yo Ayer visité la choza de la mujeres que están haciendo ayunos en esta montaña y puedo decirte que fue maravilloso. Oraron por Mateo y por mi. Ellas pudieron darme varios consejos; pero el que me llamó la atención fue el del bautismo.

—Ya he conocido ambas chozas, así que puedo certificar que son maravillosos aquellos lugares. Y con respecto la bautismo pues... Eduardo también me ha comentado lo importante que es ese acto después de haber aceptado a Jesús en nuestros corazones.

Ojos abiertos [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora