|Capítulo 20|

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Sólo en Dios halla tranquilidad mi alma; sólo de él viene mi salvación. Sólo Dios es mi salvación y mi roca; porque él es mi refugio, jamás resbalaré.
–Salmos 62:1,2–

Capítulo 20:
Seguridad y confianza.

   Emmanuel no pudo conciliar rápidamente el sueño en la madrugada, ya que sus pensamientos no dejaban tranquila su mente.

   Su mirada se mantuvo perdida en un punto fijo del techo, y en el momento menos esperando pudo ser vencido por el sueño.

   Por la mañana se levantó gracias a que Eloisa le tocó la puerta para que se despertara, y cuando pudo salir de su cuarto notó a Eloisa, Aurora y al pequeño Mateo comiendo del desayuno en la mesa.

—Vaya, te quedaste dormido —dijo Eloisa, mostrando una amable sonrisa mientras se servía café en una taza.

—Anoche estuve muy pensativo en la cama. Se me hizo difícil conciliar el sueño —comentó Emmanuel, culminando sus palabras con un gran bostezo mientras se estrujaba los ojos.

—Tu cabello está más desordenado. Parece que hubieras peleado con las sábanas —dijo Aurora, sonriendo por el aspecto físico de Emmanuel.

—Aparentemente sucedió así —dijo Emmanuel, siguiéndole el juego a Aurora.

—Bueno, ve al baño para que luego vengas a comer —le animó Eloisa —. Tienes que terminar de arreglar tus cosas. Recuerda que hay que estar allá antes del mediodía porque el sol se vuelve más intenso.

—Como usted mande, capitán —dijo Emmanuel, haciendo un saludo de soldado para luego encaminarse hacia el baño.

   Emmanuel se tomó su tiempo para asearse en el baño, y al salir empezó a secarse el cabello con la toalla mientras se encaminaba hacia la mesa para poder sentarse a desayunar.

   En el baño tuvo su momento de pensar, recordando que hoy mismo lo verían las personas del pueblo y su familia.

   El momento de confrontación poco a poco se acercaba, así que Emmanuel trataba de calmar sus emociones para no estar abrumado por la situación.

—¿Y Aurora? —preguntó Emmanuel cuando pudo sentarse en la silla.

—Está terminando de arreglarse —contestó Eloisa —. También va a aprovechar de alistar a Mateo.

—Me apresuraré a comer para luego orar en la intimidad de mi cuarto —dijo Emmanuel.

   Él procedió a dar gracias a Dios por los alimentos y luego empezó a comer, disfrutando de lo que Eloisa había preparado.

   Eloisa no ocultó la sonrisa que llevaba en su rostro, así que decidió acompañar a Emmanuel en la mesa para poder hablar con él.

—¿Estás listo para despedirte de este lugar?

—Espero volver pronto. Aunque sea llegar a la casa de ustedes para pasar un día diferente. Sabes que la vida en el pueblo es muy ajetreada. Voy a extrañar esta casa, ya que aquí aprendí a conocer más de Jesús. La montaña será un grato recuerdo en mi mente y corazón.

—Sabes que las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti, Emmanuel. Sé que serás de mucha luz en el pueblo. Mantente siempre fuerte en la roca de Cristo Jesús. Nunca mengües en la lectura de la palabra y la oración. En estos tiempos han salido muchos falsos maestros y profetas, así que hay que estar atentos para no caer en las manipulaciones.

—Seguridad y confianza. Esas dos palabras las tendré siempre en mi mente cada vez que vengan los problemas a mi vida. Seguridad en Jesús. Confianza en Jesús.

Ojos abiertos [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora