Ecomoda XXI

CAPITULO CXXV

Armando se fue al carro y manejo casi por inercia hasta llegar a su apartamento. Éstos días ni había abierto el clóset, ni nada que fuera de ella porque no podía, sabía que si lo hacía se iba a derrumbar en llanto, pero ésta vez lo tenía que hacer obligatoriamente ya que necesitaba coger unos camisones para llevarle a Betty.
Respira profundo, cuenta hasta tres y abre la puerta. Al ver la ropa de su amada esposa, no puede contener más las lágrimas y cae rendido en la punta de la cama llorando.
Armando:" Mí amor dame fuerzas para hacer ésto porque no es nada fácil para mí pero debo hacerlo. Además es para ti mí dulce picarona. Ay cual te llevo cielo?" No sabía cuál elegir ya que Betty tenía una variedad de camisones y pijamas de todos los colores y modelos. Se decidió por dos camisones, uno era blanco con flores diversas y de varios colores que estaban en el cuello, en el doblez y en un bolsillo pequeño que tenía del lado izquierdo. El otro era morado con matices en lila y rosa pero solo tenía un dibujo del lado derecho casi terminando la tela, era un osito marrón.

Fue a la cocina y sacó una bolsa de cartón que estaba en la alacena, se dirigió a la habitación y colocó ambos camisones. Al colocar la bolsa en la mesa de luz de Betty, vió varios cuadros donde estaban ellos dos en su boda, ella embarazada de Camila y al lado de ésta otra foto embarazada pero de Matheo. Seguía otro cuadro que estaba divido en dos con las fotos de ambos hijos pero de bebés para terminar con la última foto que era de ellos dos con Betty embarazada de los menores. Al ver esas fotos, se le ocurrió llevar la foto que estaban los 4 juntos y la de ella embarazada de los mellizos para ponerlas en la mesita de luz que tenía al lado de su cama. Las coloca en la bolsa para llevarlas y colocarlas siempre y cuando se lo permitan.

Va a la cocina nuevamente y se fija en la nevera si había algo para comer y al no haber nada se va al baño, se da una ducha, coge la bolsa y sale del apartamento. Conduce de forma autómata y sin darse cuenta llega al LeNoir, baja del carro y entra al lugar.
Enseguida lo ve el mesero y lo saluda;
Mesero:" Buenos días Dr Mendoza, una mesa?"
Armando:" Si José, si hay disponible una apartada en un rincón, no quiero que nadie me vea y me pregunten por mí esposa"
Mesero:" Si, me enteré por los periódicos pero tenga Fe don Armando que su esposa se recuperará pronto, se los extraña aquí juntos ya que era muy bello verlos tan enamorados luego de más de 20 años de casados. Si le soy sincero Dr, desde que está con su esposa usted es otra persona, yo noté su cambio rotundo y su sonrisa que nunca se le despegaba del rostro cosa que jamás había tenido. Por eso tenga Fe que ese amor que tanto se tienen, será el que haga despertar a su esposa, nada puede vencer al amor"
Armando lo miró asombrado y a la vez esas palabras lo llenaron de esperanzas, entonces le dijo;
Armando:" Gracias José, lo que dices me ayuda mucho, te lo agradezco enormemente. Usted está casado?"
Mesero:" Si Dr, hace casi 30 años y parece que fuera ayer cuando nos casamos. Le digo algo, al verlos a usted con su esposa me recuerda a mí esposa conmigo, somos así de amorosos entre nosotros"
Armando:" Que lindo José, ame mucho a su esposa porque un día no sabe lo que depara el destino y se encuentra que ya no está más y usted no le dijo suficientemente lo mucho que la ama, le aseguro que se arrepentirá como yo lo estoy haciendo ahorita"
Mientras Armando hablaba, se le aguaban los ojos y de ellos le caían gotas de lágrimas. El mesero se sintió un poco mal porque el Dr Mendoza estaba llorando por sus palabras.
Mesero:" Ay disculpe Dr Mendoza, no quise ponerlo mal, sólo quería tratar de que se sintiera mejor y ocurrió todo lo contrario."
Armando:" Tranquilo hombre, que sus palabras me ayudaron mucho también, yo le tengo que agradecer José " y se dan la mano.
Pide el menú del día, al pasar los minutos se lo traen y empieza a comer su almuerzo.

Continuará