III

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Al escuchar esos suspiros Roger no pudo evitar no abrir lentamente la cortina, encontrándose con Brian, bajo la ducha, con una mano apoyada en la pared y la otra en su miembro. Con los ojos cerrados y apretando con sus dientes su labio inferior intentando reprimir los gemidos.

El rubio se quedó parado mirándolo, excitándose ante aquella bella imagen. Pronto un bulto apareció en sus pantalones, salió rápido del baño y se encerró en la primera habitación que encontró.

Se masturbó apoyado en la puerta, repitiendo en su mente esa escena que había sido la culpable de que estuviese así ahora mismo.

(...)

– Déjame algo de ropa, por favor. – dijo el rubio mirando a Brian.

John y Freddie habían ido a sus respectivas casas a cambiarse. Si hubiese sido por Roger él se hubiese ido aunque fuera a casa de Deacon, pero algo lo detuvo.

La novia de Brian les había comunicado que no saldría esa noche con ellos y tras una discusión con el rizado abandonó la casa llorando.

– Toma. – Brian le dió un pantalón vaquero blanco y una camiseta negra.

– Gracias.

Antes de que Roger pudiese abandonar el cuarto y dejar que su amigo se cambiase de ropa Brian ya estaba semidesnudo sacando el atuendo que se pondría esa noche. El rubio desvío la mirada.

– Ni que fuese la primera vez que me ves desnudo. – río el rizado. – ¿Crees que no me di cuenta que me viste en la ducha? Y no solo verme, te quedaste y hasta llegaría a jurar que se te puso dura.

Roger estaba de los nervios. – ¿Qué?

– Vamos, Roggie. – Brian se acercó, quedando muy cerca del pequeño. – No has sido capaz de quitarme los ojos de encima desde que me viste. Poco más y se te cae la baba.

Brian vio como las mejillas del rubio se tornaban rojas. Acaricio su mentón y se separó bruscamente. Cogió su ropa y salió de la habitación, dejando a Roger completamente solo y completamente desubicado.

(...)

– ¿Nadie os ha hablado nunca de la puntualidad? – habló el persa enfadado al ver llegar a Brian y Roger.

El rubio ni si quiera se molestó en escuchar. No había parado de pensar en lo que había pasado con Brian antes. Se sentía avergonzado y excitado al mismo tiempo.

Los cuatro jóvenes caminaban por las calles de Londres. Freddie les había comentado sobre la fiesta que hacía su amiga Mary.

Mary Austin. Una mujer espectacular con la que Freddie tuvo un rollo. Era estupenda y sus fiestas eran aún mejores.

Era como si se uniesen en esa casa todos los locales de los suburbios. Droga, alcohol, sexo y miles de cosas más.

Pronto llegaron a aquella mansión y la encantadora Mary les recibió con los ojos abiertos. Mercury se encargó de presentar a Brian y John y rápidamente entraron. Rápidamente porque Taylor no había parado de meter prisa.

Sin lugar a duda ese lugar era el sitio favorito de Taylor. ¿Por qué? Chicos paseando casi desnudos, atados con correas de cuero y los ojos tapados. Camas con esposas y cantidad de juguetes sexuales que el rubio había provado en multitud de ocasiones. Una piscina cubierta en la que sólo existía una norma: nada de ropa.

Por lo que, nada mas adentrarse en el castillo de la perdición, Roger comenzó a volverse loco. Enseguida subió a la planta de arriba, donde todo estaba permitido.

Se adentró en una de las habitaciones. Un hombre enmascarado penetraba a otro que estaba atado. Ambos estaban empapados de vino y de vez en cuando, el chico atado lamía el abdomen del otro.

Por detrás del rubio pasaron esta vez dos mujeres. Ambas solo con un tanga. Una de ellas llevaba un corsé qué hacía que su pecho se viese más grande. La otra llevaba una corre de cuero enrollada en el abdomen, que subía por su esternón y terminaba enganchada en una gargandilla roja.

Caminó por el inmenso pasillo deleitándose con cada persona que pasaba por su lado. Se percató de un pequeño detalle. Él todavía estaba vestido. Por lo que rápidamente se quitó la camiseta que el rizado le había prestado anteriormente y volvió al piso de abajo, encontrándose con Brian sentado en el sofá, con un hombre que enterraba su cabeza en los muslos del más alto.

Siguió caminando en busca de alguna diversión y salió al jardín. Una mesa llena de marihuana apareció delante de él y se hizo un porro. Mientras lo encendía y le daba la primera calada volvió dentro, volviendo a presenciar la escena de antes, pero esta vez, Brian gemía alto. Le recordó a cuando lo vio masturbarse en la ducha y se excitó al recordarlo.

Mientras el rubio divagaba por sus pensamientos, May se fijó en él, y comenzó a gemir más alto, haciendo salir al rubio del trance y mirarlo.

– Oh, sí. – se mordió el labio inferior. Exactamente igual que como lo hizo en la mañana. – Así me gusta, Roger.

Y eso descolocó al nombrado. Había gemido su nombre. Mirándolo a los ojos y con un hombre chupándole la polla. Le dió una gran calada al porro y siguió mirando la escena.

Unos minutos más tarde Brian se corrió en la boca del joven, y tras obligarle a tragarse su semen, se levantó como si nada y pasó al lado de Roger, chocando el hombro con él.

(...)

Roger estaba sentado en el borde de la piscina. Viendo como dos personas se comían la boca delante de él.

– Únete. – dijo la chica despegando los labios del chico.

El menor no se lo pensó dos veces y enseguida se tiró al agua. Al llegar a ellos pudo notar como los dedos de la joven tocaron su miembro y con solo ese tacto, a Roger se le empezó a poner dura.

Los tres chicos nadaron muy descoordinados hasta las escaleras de la piscina, el chico de pelo negro se sentó en el borde de la piscina, quedando su miembro a la misma altura que la boca del rubio, y este, sin pensárselo dos veces, lo introjudo entero en su boca.

La chica había comenzado a masturbar al rubio mientras lamía los pezones del otro joven.

Roger intentaba reprimir los gemidos ahuecando sus mejillas, cosas que hizo al otro gemir aún más fuerte.

Viendo el trío desde la distancia estaba Brian, quien traía la camisa desabrochada y quien sabe donde estarían sus pantalones. Se acercó muy lento hasta ellos y se sentó justo en frente, teniendo una muy buena vista del culo de Taylor.
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HOOOLAAA.
Hacía casi tres años que no publicaba historias de queen en wattpad, pero hace unos días se me ocurrió esta y no pude evitar volver.
Decidme qué os está pareciendo :)

Crónicas del exceso {maylor}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora