XVI

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Roger fue el primero en despertar. No sabía cómo habían acabado en su casa pero allí estaban. Brian dormía encogido en el sofá del cuarto del rubio. Ambos jóvenes se debieron haber quedado dormidos allí y ese día les sacudiría un fuerte dolor de espalda debido a la mala posición.

El rubio se levantó y salió de su cuarto, bajando las escaleras y encontrándose en el salón a su madre, quien recién había empezado a desayunar.

– Buenos días, mamá. – sonrió siendo correspondido al instante. Caminó hacía ella y se sentó a su lado. – ¿Cómo estás?

– Mejor... – suspiró. – La verdad la psicóloga me está ayudando mucho, y tenerte a ti ahora más a menudo por casa me hace sentir mejor. – sonrió tristemente. – Clare es quien más me preocupa... Anoche encontré dos botellas de vodka vacías debajo de su cama... Ella asegura que no son suyas pero... yo la verdad... no sé qué creer. – emitió un pequeño sollozo. – Tu padre no es un mal hombre... él solo... se dejó dominar por el alcohol pero... no es malo.

Pero para Roger, ese hombre a quien ya no podía referirse como su padre, era todo lo contrario. Un egoísta, malcriado y machista. Maltratador incluso.

– Mamá... sabes que él sí era malo... Las peleas han estado siempre y sí, sé que la gente discrepa en ocasiones y que la convivencia a veces genera disputas pero... nunca nos trató bien, a ninguno de los tres. Ahora que no está todo va mejor. Tu sonríes y Clare... ya la conoces... prefiere sufrir en silencio... ella está bien... hablamos más que antes y te aseguro que esas botellas de vodka no son suyas. – "porque eran mías" pensó. – Todo va a empezar a ir mejor ahora que estamos los tres solos aquí.

– ¿Y tu amigo?

– ¿Brian?

Winifred asintió.

– Brian no es... él no es un amigo. Es mi novio. – habló con la cabeza gacha. – Sé que quizá no es lo que queríais para mi. Siempre habéis dicho que debo casarme con una mujer y formar una familia y yo lo iba a hacer, en serio... pero hace unos meses que lo conocí y desde entonces...

– Desde entonces esos ojos celestes han vuelto a brillar. – terminó la mujer por él. – Yo solo quiero que seas feliz, Roger. Me da igual si es con una mujer, con un hombre, solo, con dos o con tres. – sonrió. – Me alegro que me lo hayas contado.

El rubio abrazó a su madre. Hacía mucho tiempo que no hablaban. Desde que Roger cumplió los 14 todo en su casa había empeorado. La maravillosa relación que tenía con Winifred se vino abajo y él, agobiado por el malestar, comenzó a salir y a vivir esa vida del exceso que tanto mal le había causado.

Porque, aunque aquellos cuatro chicos estuviesen encantados con ello, tarde o temprano les pasaría factura.

(...)

– ¿Qué has hecho qué? – cuestionó Roger terminando de montar su batería.

– Quiero centrarme en el grupo, en Queen, en nosotros. Y todos deberíamos hacer lo mismo. – habló Mercury.

– ¿Nos estás pidiendo que dejemos los estudios? – preguntó Brian con los brazos cruzados.

– Solo pido máxima entrega a la banda. El disco no se va a grabar solo y sobre todo, no va a pagarse solo.

– ¿Quieres que dejemos de estudiar y nos pongamos a trabajar? – habló con tranquilidad el bajista.

– No os alarméis... solo estoy diciendo que el grupo debe ser vuestra máxima prioridad. Hacer versiones no está del todo mal pero... queremos más. Necesitamos temas propios y empezar a movernos. – siguió diciendo el cantante. – He encontrado un estudio... Nos dejarían grabar por las noches.

– ¿Con qué dinero? – lo encaró el baterista.

– La furgo... podríamos venderla y... tenemos algo de dinero ahorrado. – sugirió Deacon.

El dinero ahorrado que los chicos tenían era gracias a que, dos años atrás, Roger y Freddie habían realizado todo tipo de ilegalidades. Pero ahora que, aquellos cuatro chicos podían considerarse adultos, la cosa cambiaba.

– No voy a vender la furgoneta. – Se negó el rubio. – Conseguiremos el dinero de otra forma pero, la furgo se queda aquí. – concluyó saliendo de la habitación dando un portazo.

– Y me acusa a mi de ser una histérica. – bufó el cantante.

Brian se levantó y salió tras Roger.

– ¡Rog! – lo llamó. – Roger ven aquí. – continuó andando por el inmenso pasillo del local donde ensayaban y que con mucho esfuerzo estaban consiguiendo pagar.

– ¡Este chalado pretende que venda mi furgo! ¿Está loco? ¡No la pienso vender! Además, ¿quién es él para decirnos qué tenemos que hacer? ¡Quiere que dejemos de estudiar!

Brian lo agarró de los dos brazos y con violencia lo acercó a él, uniendo sus labios bruscamente.

– No me gusta que me calles así. – habló el menor cuando se separaron.

– Sabes cómo es. A veces dice locuras. Es obvio que no vas a vender la furgo, conseguiremos el dinero de otra forma...

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HOLAAAA.
Perdón por la demora pero, muy a mi pesar sigo de vacaciones.
He tenido que hacer un gran salto porque no era capaz de continuar la historia, así que ahora, han pasado dos años desde que Brian y Roger se conocieron por lo que, el mayor tiene 21 y el rubio 19, por otro lado Freddie tiene 22 y Deacon 17, aún está chiquito.
Espero que os esté gustando la historia, he cambiado un poco la estructura porque no tenía pensado llegar hasta aquí, cuando Roger cumpliera 18 iba a terminar pero como mi inspiración va como va, ahora no sé cómo terminarla. Solo sé que aún queda mucho.
Mil besitos y gracias por leer, votar y comentar. Lov u.

Crónicas del exceso {maylor}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora