XIII

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Los dos chicos caminaban por el cesped de aquel parque. Ya era tarde y pocas personas estaban acampando en aquel lugar, por lo que podían pasear tranquilamente y brindarse la cantidad de caricias que quisiesen, pues nadie les iba a ver.

– Vamos al embarcadero. – Roger agarró de la mano a Brian y lo arrastró hasta allí. Empujaron un poco la barca y la metieron en el lago, saltando a ella en el momento en el que ya no tocaba tierra. – Cuando Clare y yo éramos pequeños papá y mamá nos traían siempre aquí. Pasábamos los fines de semana acampando y muchas veces venía el tio Charly con nosotros, nos contaba historias de miedo y Clare y yo sufríamos mucho a la hora de dormir. – Río levemente.

El mayor miraba sonriente a su amante. Le fascinaba cómo sus ojos brillaban a causa de la luz de la luna llena.

Cuando estuvieron algo lejos de la orilla Brian dejó de remar, subió a la barca los remos y se acercó a Roger, pasando sus brazos sobre sus hombros y acercándolo a si mismo para besar su frente. El rubio se aferró a él y se dejó mimar.

– Quiero sentirte dentro de mí. – susurró el de ojos azules. – Quiero que te corras y después me pidas que sea tu novio, que me digas que me quieres y que vas a estar conmigo, que no me vas a dejar caer en el abismo nunca más. – levantó la mirada para poder verlo a los ojos. – Por favor.

El de ojos avellana sonrió, con su mano izquierda agarró la barbilla ajena para atraerlo a él, besándolo en el instante en que sintió rebotar su respiración en su boca. Su lengua se adentró de inmediato, explorando cada rincón de su boca, mientras que, con su otra mano, acaricio la espalda del menor.

Roger comenzó a desabrochar los pocos botones de la camisa del de rizos, quitándosela y acariciando su abdomen. De sus labios pasó a besar y morder su cuello, haciendo jadear al mayor. Luego pasó a sus clavículas, las lamió con lentitud y después bajó a su pecho. Lamió y succionó sus pezones, deleitándose con los placenteros supiros ajenos.

El mayor se dejó caer hacia atrás, apoyando sus piernas en el banco dónde su todavía amigo estaba sentado. Pronto este se incorporó, quitándose los pantalones y los boxers, haciendo lo mismo con el de ojos avellana y sentándose sobre él. Lamió su mano derecha y mientras que con la izquierda volvió a sus pezones, pellizcándolos, con otra comenzó a masturbar al mayor, quien introdujo dos de sus dedos en la boca del rubio y una vez estuvieron lo suficientemente mojados, los introdujo en el ojiazul, haciéndolo gemir al comenzar a moverlos con velocidad.

Roger apoyó sus dos manos en el pecho de Brian, levantando sus caderas para que, una vez que el miembro del mayor estuvo lo suficientemente lubricado, lo introdujo despacio en el rubio, esperando a que se acostumbrase, mas sientiendo un enorme placer al sentir como el interior del ojiazul se contraía.

Pronto el menor comenzó a moverse, dando entender al rizado que ya se había acostumbrado y podía empezar a embestir. Y eso hizo.

Agarró los muslos ajenos y comenzó a penetrarlo. Roger pasaba sus manos con desesperación por el pecho del contrario, clavando a veces las uñas debido a la cantidad de placer que estaba sintiendo.

El de pelo rizado subía y bajaba sus manos por las piernas del rubio, dejando ligeros apretones en sus nalgas, haciéndolo gemir más, si es que era posible.

El menor saltaba sobre su amado, cabalgándolo, haciendo gemir su nombre, volviéndolo loco con cada jadeo que soltaba.

– Así... así Brian sí. – suspiró el de ojos claros haciendo que el otro embistiese con más profundidad, tocando el punto que haría a Roger correrse.

La mano que dejaba pequeños apretones en el trasero del rubio pasó a su miembro, acariciando sus testículos y apretándolos levemente. Después pasó sus dedos por toda su longitud, y sin hacerse mucho de rogar, comenzó a masturbarlo, sincronizando los movimientos de sus manos con las embestidas.

Ninguno de los dos había sentido tanto placer como en ese momento.

– Voy a correrme... – jadeo Brian, recibiendo un asentimiento y unos movimientos más profundos.

El menor comenzó a moverse en círculos mientras saltaba sobre él, aumentando el placer en ambos.

Pronto sus piernas comenzaron a temblar, con las manos sobre las caderas ajenas y las uñas apretadas contra su piel llegó al orgasmo. Brian embistió un par de veces, buscando su propio placer en la estrechez y espasmos de Roger.

El menor se dejó caer sobre el pecho del rizado, y este, aún dentro de él, acaricio su espalda.

– Roger...

– Mmm. – se incorporó para mirarlo.

El de rizos llevo varios mechones del pelo ajeno detrás de su oreja, para poder observar otra vez cada detalle del rostro de su, de momento, amante. – ¿Quieres ser mi novio? – cuestionó acariciando su nuca.

Recibió un asentimiento y lo besó. Lo besó de manera lenta, disfrutando de la sincronía de sus labios, del vaivén de sus lenguas, de la mezcla de sus salibas, de como sus narices chocaban en el rostro ajeno, y cómo, poco a poco fue saliendo del cuerpo del menor.

Una hora después volvieron a la tumba, con una inmensa felicidad en sus cuerpos se acostaron en el colchón inchable, completamente desnudos y tapados ligeramente con el sacó de Brian.

Cómo de costumbre, el menor se quedó dormido gracias a las caricias que el otro les brindaba y escuchando su corazón latir, en completa sincronía con el contrario.

Brian se durmió después de comprobar que su ahora pareja, había logrado conciliar el sueño.

Volvieron a pasar la noche juntos.

Pero está vez fue diferente.

Está vez había amor. Esta vez se habían unido en cuerpo, y en alma.

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Holi.
No está bien que yo lo diga, pero creo que me quedó bien el capítulo jeje.
Decidme qué os pareció y si os ha sido bonito leerlo.

Este finde me voy de viaje y no creo poder publicar, pero si todo va bien, el lunes subiré un one shots maylor. Lo de las canciones no creo que lo haga, mas si a alguien se le ocurre alguna pueden decirme y lo escribiré encantada.

Anyways, gracias por leer, votar y comentar, sois geniales. <3

Crónicas del exceso {maylor}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora