Las siguientes semanas fueron muy duras para Roger. Freddie exigía máximo interés en la grabación de su disco y, por si grabar por las noches no fuese lo suficientemente duro, también quería que lo acompañesen los fines de semana en sus noches de juerga.
Noche de juerga era igual a cocaína y cocaína era igual a mentir a Brian.
Se estaba rompiendo lentamente.
El mayor notaba las cosas raras, claro que sí, no era tonto. Lo que no se esperaba era que su novio hubiese vuelto a esa terrible adicción.
Él sabía que Freddie y Roger disfrutaban de la fiesta. Disfrutaban bebiendo y bailando, sabía incluso que el mayor consumía drogas más duras, pero una parte de él confiaba en que su rubio no lo hiciese.
John, por el contrario, sabía que el baterista del grupo había vuelto a consumir. Y fue obligado a guardar silencio, aunque una parte de él le gritaba que lo hiciera, que le dijese al guitarrista del gran problema de Roger, pero por otra parte, no quería traicionar la confianza del de ojos claros.
Los cuatro miembros del grupo se encontraban disfrutando de su fin de semana libre. Las grabaciones iban muy bien y en apenas dos semanas el disco estaría grabado, por lo que, aquellos jóvenes habían decidido ir a una de las mejores fiestas de todo Londres.
El ambiente en aquella discoteca no era distinto al que acostumbraban. Gente teniendo sexo en cada rincón, bailes eróticos, drags, alcohol, drogas... Todo lo que quisiesen lo tendrían al alcance de su mano.
Poco a poco aquellos chicos iban ganando popularidad y con ello conseguían que algunas grupies comenzasen a invitarles a copas. Vamos, que se pasaban toda la noche bebiendo gratis.
Roger había vuelto a sus andadas, y ya que Brian no era demasiado fiestero, prefería pasar la noche al lado de Freddie. Gran error.
A pesar de que las primeras horas John iba con ellos vigilando que no hiciesen ninguna locura, el más joven siempre acababa cansado y borracho en una de las mesas del lugar.
Mas esa noche Brian había despertado su espíritu fiestero y se empeñó en pasar, por lo menos un rato, bailando y bebiendo con su pareja. Segundo error.
Pues, al abrir la puerta del baño, la peor imagen se presentó ante sus ojos. Roger, el amor de su vida quien, había prometido varias veces no volver a la cocaína, estaba metiéndose una raya. Y por si fuera poco, Freddie también lo estaba haciendo, y John... John lo había visto todo.
– ¿Roger? – cuestionó dudoso rogando que la gran cantidad de alcohol en su organismo le hubiese jugado una mala pasada y aquel muchacho rubio no fuese quien él pensaba. Pero sí lo era.
El de ojos azules miró al rizado aterrorizado.
– Me lo prometiste... – susurró con la voz completamente rota. – Y vosotros. – miró a sus compañeros de banda. – Lo sabíais.
John permaneció cabizbajo, sintiéndose culpable por haber ocultado aquello.
– ¿Qué pasa? ¿Eres su madre? – cuestionó Freddie dominado totalmente por todo lo que había consumido esa noche, que no fue poco. – ¡Deja a la rubia vivir! – gritó.
– Freddie. – lo detuvo el baterista. – Para. – habló calmándolo. Miró a Brian con los ojos llorosos. – Vámonos a casa. – susurró.
Una hora después, la pareja llegaba a casa del rizado. Una hora en completo silencio.
– ¿No confías en mi? – cuestionó Brian.
Roger lo miró y se acercó. – Si lo hago, amor... Lo sabes... Sabes que lo hago.
– Ya no sé nada, Roger. – dijo cortante.
– ¡Pensé que lo tenía controlado! – gritó. – ¿Te crees que a mi me gusta ser un drogadicto, Brian? ¿Que me gusta mentirte y ocultarte cosas?
– ¿Entonces por qué lo haces? – lo cortó el mayor hablando más alto que él. – ¿Por qué lo has hecho? – cuestionó esta vez más tranquilo. – ¿Cuánto llevas?
Roger miró al suelo. – Dos meses. – lloriqueó. – Brian. – lo llamó al ver que no respondía. – No me dejes ahora. Te necesito. Ya lo hice una vez, ya lo dejé una vez, puedo hacerlo otra vez. Por favor, Brian. – Lloró. – Ayúdame a salir de esta mierda.
El mayor lo envolvió en sus brazos, también con las mejillas bañadas en lágrimas. – No te voy a dejar. – susurró. – Saldremos de esta como siempre salimos de los malos momentos.
Roger se aferró más a su amado, sin entender muy bien qué había hecho para merecer a aquel maravilloso hombre que tan bien le hacía.
Cuando el menor estuvo más calmado, ambos se sentaron a hablar.
– No quiero ir a un centro de desintoxicación. – habló firme el menor.
– ¿Qué quieres hacer?
– Quiero estar contigo, si estoy contigo no haré nada.
– No quiero que dejes de hacer nada por que tengas miedo a mi reacción. – dijo Brian. – Necesitas ayuda profesional, Rog. Antes éramos más jóvenes, éramos unos críos.
– ¡Y ahora también lo somos! – habló más alto. – Solo necesito que confíes en mi y no me dejes, es lo único que te pido. Que me ayudes, me cuides y me apoyes. Si te tengo a mi lado, podré con todo.
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Holi.
¿Cómo están?
¿Qué les pareció el capítulo? A mi personalmente me gustó mucho y disfruté escribiéndolo, espero que os haya gustado el resultado <3
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Crónicas del exceso {maylor}
RomanceEntre indirectas y miradas indiscretas, entre llantos y súplicas, entre gemidos y orgasmos, entre excesos y lujos, Brian May y Roger Taylor.