Dark Look - Sanzu Haruchiyo

9

Apenas puse un pie dentro, no había vuelta atrás, caminé hacia Mikey, él se encontraba abatido, asiqué me acerqué a verlo mejor.

— Ya volví.

— Bien...

— Mikey..., creo que es hora.

— ¿Estas segura?

— Lento, pero seguro, será cuestión de tiempo, y podremos expandir esto.

— De acuerdo, dile a Koko, se hará cargo de todo – salí de ahí en su búsqueda, era el único que lo sabía.

— Koko, es hora, iré a buscar un lindo vestido.

— Asique llegó el día – no estaba de acuerdo, pero lo aceptó, me extendió una tarjeta – relájate por un momento de paso.

— Eres el mejor.

Recorrer el centro comercial, comprar varias cosas necesarias, y relajarme, esa era yo, ese era mi día, ese era el comienzo.

Había hablado con Mikey, una unión, un matrimonio, como una especie de "tregua", o para ingresos, se negó, era obvio, incluso mencionó mis sentimientos hacia Sanzu, los cuales nunca negué, pero no quería dejarme ir, no hasta que Koko mencionó asesinarlos antes de que ellos lo hicieran con nosotros.

Estúpido, lose, parecía una novela, pero no importaba.

Ahora veía a quien sería mi esposo, había hecho un par de arreglos, me puse tras de Mikey sujetando su mano.

— Ella es lo más preciado, cuídenla como lo he venido haciendo siempre – ellos solo asintieron con felicidad – Kai, es hora.

— Si – me acerqué a ellos dándoles una leve reverencia – es un placer conocerlos, Kai Muto.

— Es placer es nuestro señorita.

Y una comida, comer bocados pequeño, y masticar suave y largo, eso era, además de que, si me preguntaban algo y tenía comida, me la tapaba con una servilleta siendo cordial, la primera impresión lo era todo.

Pronto se anunció mi boda del año, todos hablaban de como los yakuza tendrían a una nueva integrante.

Un vestido ceñido a mi cuerpo, un velo largo, un ramo precioso, y a Mikey llevarme hasta el, para luego retirarse.

Luna de miel, de verdad me daba asco, lo había visto pinchar sus condones un par de veces, sabía lo que significaba, pero no tenía problema, desde mi casi hemorragia, habían sacado todo de mí, incluso cambió mis "pastillas" por dulces, la verdad sólo era droga para mantenerme tranquila, pero esto sería mejor, algo dulce que me haga mantener alerta.

La última vez que los vi, fue hace tres meses, Sanzu estaba descarrillado, y Mikey lo noqueó, incluso los Haitani no salía de la sorpresa.

— Señorita, el joven la espera para cenar – eran amables aquí, pero nadie se creía aquello.

— Gracias – caminé hacia el comedor, sentándome como la esposa del líder, sonriendo suavemente.

Me llevaba de un lado a otro, y pronto, los periódicos comenzaron a expandir la noticia, lo que me daba provecho, intentaron atacarlo un par de veces, lo que me parecía mucho mejor, no había mucha intimidad, y a mi no me molestaba, estaba mucho más feliz por así decirlo.

Aunque claro, debía ver a los míos de Bonten.

— ¿Cómo te va en la vida de casada? – aplasté el cuchillo repitiendo la misma acción varias veces.

— ¿Tu que crees Ran? Soy la mujer más feliz – seguí sonriéndole para verlo alejarse.

— ¿Te trata bien? – miré a Mikey suspiré.

— Si, no ha hecho nada en ese aspecto, pero la paciencia no es su virtud, espera un primogénito pronto, a pinchado todos los condones y a reemplazados mis preciadas "pastillas anticonceptivas" por dulces, me cuesta relajarme.

— Asique no lo sabe, mejor para nosotros.

— Es un sucio cara sonriente, me estresa, hay mucha luz ahí – puse el plato frente a Mikey para que lo coma – empiezo a cansarme, ¿cuánto más debo esperar?

— Apenas vas medio año, en unos cuatro meses más, comenzarás a sentirte mal, y el heredero saldrá a la luz, todo pasará a ti de inmediato, te conviertes en la cabecilla de todo eso, sigue caminando a su lado en lugares populares.

— Me cae mal Mikey – suspiré con cansancio – que más da, sólo seis meses, es suficiente.

Sanzu estaba ahí, seguía viéndose igual de guapo, ¿por qué no me amo? ¿y si me amara podría casarme con él? No, lo dudo mucho, es ridículo.

— ¿Te vas? – lo miré por un momento y asentí – ya veo, yo quiero...

— Hablaremos cuando esto terminé – acaricié su mejilla y le di un beso en una de sus cicatrices – nos vemos.

Y ahora, me preparaba de nuevo, sería una salida a un parque, era ridículo, pero no tenía opción, me puse algo cómodo, lo ayudaría en algo de no sé qué, pero me daba igual.

Por un momento se alejó para dar una entrevista, y sólo me quedé sentada mirándolo.

— ¿Lo amas? – me tensé ante aquella voz y la miré por un momento, seguía viéndose igual de bonita.

— ¿He?

— Ha pasado mucho tiempo, Kai, te extrañé – también la extrañe, demasiado diría yo.

— Enserio, discúlpame, pero, ¿te conozco? – amnésica, fingir fue una de las cosas que más pidieron que haga, en casos como esto.

— ¿No me recuerdas? Soy Emma.

— No conozco a ninguna Emma, tal vez te confundes con alguien.

— No, sé que eres tú, eres mi amiga, se que me recuerdas – sólo la miré confundida – me salvaste la vida.

— Lo siento, de verdad no te recuerdo, apenas y sé mi nombre, y luego lo conocí a él, me ayudó en mucho, pero no sé nada de mi pasado, si en algún caso llego a recordar, serás la primera a la que vea.

— ¿Cómo paso esto? – sus ojos se llenaron de lágrimas, y se las sequé dándole una suave sonrisa.

— No llores, todo está bien, el pasado no importa, lo importante es vivir el presente, Emma – miré a mi esposo llamarme, asiqué la miré de nuevo – lo siento, debo irme.

Caminé hasta el, dándole pocos detalles de lo sucedido, no le tomó importancia, y por mí mejor.

Pero no fue sólo ella, también Draken, pero lo mismo, la misma respuesta, y escapar, eso hacía, aunque no me escondía literalmente, era mejor así.

Cada vez faltaba menos, y cuando al fin se hizo mis preciados nueve meses, caminé hacia él, mostrándole un resultado, algo que lo emocionó, y que prepararía todo, con eso pensaba amarrarme, iluso.