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Un día más, sólo uno más...

Caminé hacia mi escuela, cada vez era más difícil sobrevivir en este mundo, a pesar de tener algo de recursos, no era suficiente.

Apenas llegué sentía las miradas de recelo, no me importaba, había ganado un nombre por mis actos, algo que no fue bien visto, pero no podía hacer nada.

Mi hermano está en la correccional, y el sólo vendrá a mí, al menos eso es un poco reconfortante, no lo niego, aun soy una niña que necesita a unos padres amorosos, a un hermano que la proteja y amigos en quien confiar, y a alguien a quien admirar, pero no tenía nada de eso.

Claro que eso no pasó mucho, y mi hermano había salido, y aunque no se involucraba con pandillas, no era lo mismo, peleaba, robaba y hacia actos ilegales, crecí viéndolo hacer eso, y siempre me pregunté por qué lo hacía, ahora..., creo que nunca aprendí lo que él hace, al menos aquello.

— Kai, estoy en casa – salí a verlo, venía con una bolsita y se acercó a mi para palpar mi cabeza - ¿cómo te fue?

— Normal, nada interesante – el sólo asintió y siguió con su camino, pero lo vi coger de nuevo sus llaves – iré contigo.

— No.

— No precisamente contigo.

Me abrigué un poco y ajusté mis vendas, a mis casi trece años, me había metido en mucho problemas.

Cuando salimos de casa nos despedimos en una encrucijada, asiqué yo fui hacer cosas de pandilla, mi cabello corto me daba un aire de ser hombre, y mi nombre lo ayudaba.

Pelear por dinero, que patético, pero, supongo que a veces no es tan malo, había sido agotador, caminaba por algunos almacenes abandonados, hasta que escuché un par de golpes.

Me asomé para ver, y mis piernas se movieron solas para empujar al chico de pie y ponerme frente a mi hermano.

— ¡No lo toques! – no sabía quién era.

— Kai, está bien – lo miré un momento, pero aun así no dejé de ponerme a la defensiva, para luego recibir un golpe de ese enano.

— Tienes agallas, ¿quién eres? – no respondí, y sólo me levanté para tratar de golpearlo, pero igual me golpeó de nuevo, esta vez poniéndome alado de mi hermano – eres fiel a tu hermano, me agradas, ¿cuál es tu nombre?

— Kai, Kai Muto...

— Muto..., asique eres hermano de Mucho – lo miré un momento para aclarar algo, pero el sólo me sonrió – a partir de ahora eres mío Kai.

— ¿He?

— Mikey, yo ya sigo a un líder – miré a mi hermano, sabía de quien hablaba, pero no lo conocía, y no le debía respeto – y Kai, es mujer.

— ¿Qué? – su rostro pasó a sorprenderse mucho y para luego examinarme mientras se disculpaba – lo siento, no lo sabía.

— No hay problema – lo miré atentamente, me había tratado con delicadeza – Mikey, yo te seguiré a ti, yo te entrego mi vida.

— Kai... - hice oídos sordos ante la voz de mi hermano y me incliné hacia él.

— A partir de ahora te serviré, Mikey.

Había pasado un tiempo de eso, y luego, me acogió, nos acogió, me había dado un uniforme, y un lugar, me aceptó como tal, eso había sido mucho para mí, no había conocido a alguien que me cuidara tanto aparte de Yasuhiro, y se lo agradecí, y, aun así, su actitud conmigo nunca cambio, me presentó como la única mujer en la pandilla, me dio un nuevo nombre, Ai, significaba amor, mi nombre significaba mar.

Sólo podía ver esa cabellera rubia y esos ojos oscuros mirarme con cariño, y lo decidí más que nunca, lo seguiría sin importar que, le serviría y acompañaría siempre.

— Kai – miré a mi hermano cuando habíamos llegado a casa.

— ¿Es sobre Mikey?

— Sabes que mi lealtad nunca estará al cien hacia él.

— Lose.

— Y quiero que mi única familia me acompañe en todo momento, pero si lo sigues a él, entonces no tendré que preocuparme.

— Lose.

— Kai, gracias por ser mi hermana.

Muy pocas veces hablábamos de lo que sentíamos, y con ello, era más que suficiente para mí, después de todo, es lo único que me queda.

No teníamos buena relación con nuestros padres, mejor dicho, no siquiera los conocí, pero, de algo es seguro, siempre lo querría.

En mis cortos trece años, conocí a muchas personas, personas de diferentes tipos.

Personas que son fieles a la hermandad, que traicionan, que aman, que desean, que mueren por otra persona, que odian, que se odian, que desprecian, que se aburren, que se enferman y sanan, y las que enferman y mueren.

Mis maestros no solían fijarse en los estudiantes, más o menos, mis compañeros de clase generalmente hacían como que no existía, y en los trabajos de grupo, siempre hacía mi parte y les dejaba mi parte hecha, con ello, no se molestaban conmigo y yo no me molestaba con ellos, también los estudiantes de otros salones, solían hablar en susurros sobre mí, sobre mi apariencia, sobre mi hermano, sobre todo en general, y tal vez, y sólo tal vez, había una que otra persona amable que me sonrió por pequeños momentos para luego verla irse.

Sólo tenía trece años y mi alma estaba muy solitaria, aunque ahora ha cambiado un poco.

— Mucho, Ai, se los encargo, las demás divisiones no pueden controlarlo – lo miré fijamente con atención, de nuevo sonreía.

— Suéltame Mikey – lo miré por un momento, cabello blanco, pestañas largas y ojos celestes, casi turquesas.

— Cómo ordenes Mikey – miré a mi hermano que lo fastidió un poco, pero yo encantada.

— Gracias chicos – asentí aun sonriendo y sólo acarició mi cabeza para luego irse.

Mirar la espalda de alguien que se había ganado mi admiración solía doler a veces, y otras no, me miraba, y me hablaba, me protegía, y estaba más que agradecida, miré a nuestro nuevo acompañante, un chico muy particular, pero especial, era obvio.

— ¿Cómo te llamas? Yo soy Kai Muto, pero puedes decirme Ai – lo miré por un momento, y le sonreí, para ver de nuevo a Mikey – Mikey, ¿podré llevarlo conmigo?

— Por el momento no, pero, sé que estará mejor con ustedes – asentí.

Dark Look - Sanzu HaruchiyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora