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Coloqué varias de mis ropas en una maleta, bueno, no muchas, ¿amé a Sanzu de manera anormal? ¿fue muchos años?

Tomé mis cosas dejándolas preparadas, para luego salir, mi estómago pedía comida, apenas entré, estaban todos, Koko solo me miraba fijamente, asique sonrió y se acercó a mí.

— Tengo una nueva noticia – sujetó de mis hombros poniéndome frente a ellos – hay un maldito viejo que quiere a una jovencita, no le importa su apariencia, quiere ver su corazón, dependiendo de eso las elegirá y dejará su inmensa fortuna.

— ¿Así de fácil?

— Y así se sencillo.

— Bien..., ¿cuándo?

— El vuelo salé en un par de horas, no te preocupes, sólo sé tú misma, te vez perfecta.

— ¿Puedo ir Mikey?

— Si, puedes hacerlo – asentí feliz.

— ¿A dónde iré?

— A Corea – abrí mis ojos sorprendida, Koko no mentía – felicidades, tus vacaciones se adelantaron.

— Es mejor que pasar mi tiempo con Mikey.

— ¡Oye!

— Te llevaría conmigo, pero no puedo – me acerque para abrazarlo – te traeré algunos dulces, gracias, por todo, eres el mejor amigo que puedo tener.

— Ya, ve arreglarte.

— ¡Sí!

Apenas recogí mis maletas y volví a salir ante su mirada incrédula, despidiéndome de ellos, menos de Sanzu, tenía una vena hinchada en su cien, pero poco le importaba.

Cuando llegué, no era cualquier viejo, era el viejo, se hizo conocido por sus negocios en la droga, era la única que vino con una sudadera grande, veía a las demás mostrar mucho, tenía un bonito cuerpo.

Y yo, bueno, yo era natural y con salud.

El viaje en sí no fue muy largo, se me hizo muy corto, a decir verdad.

— ¿Sólo tienes ropa ancha? – miré al viejo y sólo asentí – eres muy dulce, tienes perforaciones.

— Si, me las hice cuando era joven, tengo un tatuaje, la tengo junto a una cicatriz, es como un recordatorio.

— Entiendo.

No era un metiche, pero algunas chicas empezaban a irse, sabía lo que pasaba, en un yate, en el mar, y al regreso éramos la mitad, bueno, espero que los peces no se intoxiquen.

Me llevó a probarme algunas blusas y vestidos, tenía una bonita moda, y yo sólo me negaba a que compre mucho para mí, incluso para la comida, había chicas que cuidaba de su dieta, yo aprovechaba en comer, no siempre podré comer algo así en un tiempo más.

Además, amaba Corea, veía cada cosa, y hablaba un poco, también compre un libro, sería bueno aprender más del coreano.

Cuando me di cuenta, me llevó a un estilista, mi cabello largo fue reemplazado por uno corto con puntas, volviendo hacer rubio, junto a mis ojos al natural, más la ropa, era eso lo que me hacía diferente, me seguía viéndome al espejo, solo debía cortarme el cabello...

— Ten – tomé una carpeta – firma aquí.

— Oh, si – tomé el bolígrafo para firmarlo, pero antes me detuvo.

— ¿No lo leerás?

— Es usted quien me pide hacerlo, debe haber una razón, yo aceptaré todo de usted, y si me vende al mercado negro, también lo aceptare.

Dark Look - Sanzu HaruchiyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora